"Para ir a una elección el año que viene tenemos que ir todos juntos y para ir juntos tenemos que hacer un esfuerzo de cada lado". La frase salió de la boca de un intendente del conurbano durante un almuerzo con el presidente en Almirante Brown, luego del acto de despedida de Jorge Ferraresi. Había pasado una semana de declaraciones - y tuits - cruzados en el Frente de Todos, con un debate a cielo abierto en torno a si "PASO sí o PASO no" que, lentamente, se había ido convirtiendo en un "Alberto sí o Alberto no" y, como muchas otras veces en el pasado, una decena de intendentes bonaerenses le pedía al presidente un alto al fuego en la interna gobernante. "Voy a hacer todo lo posible por preservar la unidad del FdT", los tranquilizó Alberto Fernández, quien les aseguró que el diálogo con Cristina Fernández de Kirchner no se había cortado y que crearía una mesa política para encarar el 2023. El presidente no oculta, sin embargo, su voluntad de candidatearse si el escenario económico mejora, una fantasía que el kirchnerismo había dado por enterrada y que, frente a la escasez de candidatos presidenciales, observa con alarma. Para el cristinismo Alberto es un candidato "inviable" y, frente a ello, no hay mesa política que valga. 

Hay un vacío en el peronismo. Así lo resume una dirigenta del PJ bonaerense y así lo sienten diversos referentes del cristinismo que habían militado el clamor "CFK 2023" que, hace unos días, su propio hijo se encargó de hundir. "Creo que Cristina no va a ser candidata", había afirmado Máximo Kirchner en diálogo con El Destape. Si bien el gobernador Axel Kicillof intentó reflotar, después, una posible candidatura de la vice - "Hay una voz en la calle que empieza a decir Cristina 2023″, sostuvo, en un acto homenaje a Néstor Kirchner -, no hay certezas y la apuesta comienza a ser que, en última instancia, sea ella quien tenga la última palabra sobre quien será el candidato o candidata, al igual que fue en 2019 (una hipótesis que es rechazada de lleno en el albertismo). 

Frente a esta orfandad de candidatos presidenciales que registra el peronismo - que contrasta fuertemente con la situación de Juntos por el Cambio, en donde tirás una piedra y golpea a algún postulante presidencial -, existen varias especulaciones pero ninguno se anima a blanquear que está compitiendo. Sergio Massa, Eduardo "Wado" De Pedro, Juan Manzur: los nombres se intercambian según cada conversación, pero no son más que rumores o aspiraciones. En lo concreto, ningún dirigente anticipa que esté pensando competir. Ninguno excepto el único candidato al cual el kirchnerismo ya le bajó el pulgar: el propio presidente.

"Yo lo que quiero es que seamos capaces de hacer un debate democrático interno, sin exclusiones y respetándonos", sostuvo Alberto Fernández el miércoles en una entrevista, luego de destacar que creía que había que mantener la PASO. Luego de varios meses de estar enfocado en la situación económica y el manejo de la crisis política, Fernández volvió a jugar en el plano electoral, asegurándole a su entorno que seguía pensando "lo mismo que el 17 de noviembre en Plaza de Mayo", cuando había dejado en claro que aspiraba a competir en unas PASO por su reelección. Su defensa de las primarias, en medio de los pedidos de eliminarlas, volvía a instalar, de por sí, su fantasía de la reelección. 

Quienes más lo conocen sostienen, sin embargo, que la reaparición del discurso electoral del presidente responde más a su deseo de jugar como actor de peso en la decisión final de la candidatura que a ser candidato él mismo. "Alberto no tiene números que lo hagan creer que es competitivo, juega como todos para no perder posicionamiento y defender la autonomía de su gobierno. La economía ya está complicada: no quiere, además, entregar la política", analizó una primera línea del gabinete. 

En el kirchnerismo, sin embargo, no lo ven así. "Equipo que gana no se toca, pero este no es el caso", sostiene Juliana Di Tullio, senadora cercana a CFK. Algo similar señala la presidenta del bloque oficialista del Senado bonaerense, Teresa García: "La sociedad ya le dijo que no". Para el cristinismo, Alberto Fernández no es un candidato viable y acusan a su entorno por hacerle creer lo contrario. "Son Pérsico y los gordos de la CGT los que lo ponen en ese lugar, nadie más", rechaza una legisladora que insiste con que CFK sea la candidata. Son varios, además, les que cuestionan la decisión de que un presidente compita internamente en el marco de una PASO.  "Ser presidente en ejercicio e ir a una interna es un delirio", afirmó un dirigente sindical cercano a los Kirchner, advirtiendo sobre el peligro que representaría que perdiese y tuviera que gobernar los meses restantes sin ningún tipo de autoridad política. Una discusión similar se plantea respecto a la posibilidad de perder la PASO frente a JxC y, a modo de evitar lo que pasó con Mauricio Macri en 2019, empieza a surgir el plan de aplazar la fecha de la interna para que quede más cercana a la general.

"Acá hay un problema de diagnóstico. Alberto está convencido que tiene que haber PASO, que no está el número en el Congreso para la suspensión y que se puede recuperar la economía y ser competitivo el año que viene. Y ellos tienen una mirada opuesta y eso genera ruido", resume un funcionario albertista que observa también con hastío como la lógica de la falta de comunicación entre presidente y vice vuelve a reinar en la coalición de gobierno. Si bien en Casa Rosada aseguran que ambos mantienen un diálogo más o menos frecuente vía Telegram - el último contacto fue a raíz de la partida de Ferraresi del Ministerio de Hábitat -, el diálogo directo, una conversación - ni que hablar una reunión en persona - parece cada vez más lejano. 

En este escenario, cobra peso la acusación histórica del kirchnerismo de que el presidente no la tiene en cuenta a la hora de tomar decisiones. "No la escucha, no le hace caso. En 3 años de gobierno habló 10 veces con Cristina", se queja una dirigenta peronista. Una expresión clara de ese reclamo fue el tuit de CFK del miércoles, en el que cuestionaba el "inaceptable" nuevo aumento de las prepagas. "Oportuna y reservadamente, manifestamos nuestra opinión contraria a seguir concediendo aumentos que afectan a las familias argentinas en un servicio imprescindible como el de la salud y que además agrava al proceso inflacionario", advertía también en un segundo tuit (que su entorno se encargó de destacar a la hora de explicar el por qué del dardo luego de tantas semanas de tregua).

El mensaje de CFK sumó mayor fricción a una relación que ya venía deteriorada. "Hay una hipersensibilidad de algunas personas con las críticas que reciben a la que se van a tener que acostumbrar", lanzó Máximo Kirchner el sábado durante el encuentro nacional de Derechos Humanos en la ex ESMA (ver aparte). El ruido interno, mientras tanto, continúa y más allá de la promesa de una mesa política - promesa que ya se había hecho el año anterior -, la perspectiva de concentrar a todas la patas de la coalición en un lugar para diseñar la estrategia de cara al 2023 parece lejana.