“El fotógrafo saquea y preserva, denuncia y consagra a la vez”, escribió Susan Sontag en su libro Sobre la fotografía. Y eso es lo que sin querer (o queriendo) se propuso Eduardo Longoni con sus fotos. Sus fotografías han colaborado con cada una de las acciones que dice la escritora estadounidense. De su cámara han salido imágenes referidas a la dictadura militar, ha capturado momentos de marchas y protestas sociales, y ha dejado a la posteridad la escena de “la mano de Dios”. El momento en que Diego Maradona se anticipa al arquero inglés Peter Shilton con su puño y empieza a dejar boquiabierto a todo el Estadio Azteca.
Todo este recorrido fotográfico de Longoni de más de 40 años, es parte del documental "Una mirada honesta", de Roberto Persano y Santiago Nacif, que se va a estrenar el próximo jueves 3 de noviembre en el cine Gaumont. Su vida, su primera infancia en Mar del Plata, su primer empleo como fotógrafo en una agencia de noticias, su vínculo con el fútbol y la exposición, que lleva el mismo nombre del documental, en el que, además de sus fotos, ingresa un falcón ploteado con la imagen de la junta militar en pleno juicio.
“Llegué a la fotografía de casualidad. Vengo de una familia muy humilde y por una cuestión de mandato, era muy importante estudiar una carrera universitaria. Había elegido historia y en esa época era raro porque la pregunta que rondaba era de qué vas a vivir. Como mis viejos no me podían costear la carrera, quería trabajar y podría haber sido mozo o en un kiosco, pero de caradura fue a pedir trabajo a una agencia de noticias. Había hecho un cursito en el Foto Club Buenos Aires y como tenía algunas fotos, me aceptaron como colaborador. Esa fue mi escuela”, cuenta Longoni a Líbero.
El autor de la foto de “la mano de dios”, recuerda algunos detalles de aquel mundial de México ’86 y revive con cierto desanimo que al partido contra Inglaterra llegó tarde, debido al tránsito infernal del DF, y que por eso mismo no le quedó más remedio que ubicarse en el palo izquierdo de Shilton. “El primer recuerdo es el calor, el murmullo del Estadio Azteca y cierta desesperación. El primer tiempo no dio muchísimas fotos y sobre todo porque estaba muy cerca del palo izquierdo de Peter Shilton y eso hizo que la otra mitad del campo de juego lo tuviera tapado. Y por una cuestión de códigos entre los fotógrafos, uno replica el mismo lugar que tuvo en el primer tiempo cuando se cambia de arco”, revive.
Y agrega: “En el segundo tiempo estaba francamente desesperado porque no tenía nada y mantuve la cámara pegada al ojo y ahí me encontré con esa escena donde claramente Shilton debería haber tomado el rebote que dio el defensor inglés”.
En ese momento, cuando disparó con su cámara y se dio cuenta lo que tenía en sus negativos, no fue consciente de lo que había conseguido. Creyó que otros muchos fotógrafos habían visto lo mismo y no se sorprendió. Realizó su trabajo de rutina –revelado artesanal en un pequeño laboratorio que montó en las entrañas del Azteca– y mandó la foto a la agencia.
“Nunca pensé que esa foto iba a tener la trascendencia que fue ganando con los años. En el momento que vi que tenía esa foto en el negativo, lo que pensé es tengo la foto del gol con la mano y la otra del segundo gol. Eso más los festejos era lo que podía resumir lo que fue ese partido, pero tampoco pensé que tan pocos fotógrafos -solo hay tres fotos de ese momento- hubieran podido captarlo. Y, por otro lado, ni siquiera imaginé que la televisión tampoco pudiera hacerlo”, cuenta y revela un dato que le otorga cierta virtud a su acción de no quitarse la cámara del ojo. “Creo que fue la última vez, el último evento grande, en el que la fotografía le pudo ganar a la televisión. A partir de Italia '90 y de los Juegos Olímpicos que siguieron, la calidad de las cámaras y la posición hizo que siempre le ganaran a alguna foto”.
Longoni tuvo oportunidad de acercarle una copia de esa foto a Maradona. En aquel tiempo, fotógrafos y periodistas asistían a la concentración de la Selección y había buen trato. “Al otro día del partido fuimos a la concentración en el Club América, que era donde estaba La Selección, y yo había llevado el original, la foto que había pasado a la prensa. Esperé que se fueran todos, me acerqué a Diego y le di la foto. La miro y se sonrió, tenía esa sonrisa pícara, y se metió en el pasillo de la concentración. Siempre estimé que la debe haber tirado, no creo que hubiera querido dejar un documento así. Estaba todo muy fresco en ese momento. Había cierto temor de que se revisara esa jugada, aunque el partido haya terminado”, cuenta y él mismo se sonríe al recordar.
Y continua: “El segundo contacto fue cuando Víctor Hugo (Morales) me invitó para que hablara de la foto, cuando se cumplieron los 30 años de ese gol. Estaba la gigantografía de la foto y cuando estaba contando lo que había sido ese momento, la producción me dio la sorpresa de que estaba Maradona y Víctor Hugo me lo presentó. Enseguida dijo: sí, esta es la foto que me mandó en cana”. Cabe destacar que esto está muy bien relatado en el documental que se va a estrenar.
--Si hoy tuvieras la posibilidad de llegar temprano a ese Argentina vs Inglaterra, ¿te ubicarías en el mismo lugar o elegirías otro sector del campo de juego?
En la fotografía deportiva y en general, siempre hay una enorme cuota de azar, pero no se debe tentarlo demasiado. Así que si tuviese la posibilidad de que ese partido se jugara de nuevo, me levantaría mucho más temprano y evitaría por todos los medios llegar tarde, aunque haya cualquier atascamiento de tránsito, y buscaría una buena posición. Aunque de esa manera me perdiera esta foto. Me parece que pocas veces de un error sale algo bueno, por eso preferiría llegar temprano.