El Banco Central, pese a la volatilidad cambiaria de las últimas semanas, sigue avanzando en medidas de desregulación de los flujos de capitales. La entidad autorizó a las empresas a no liquidar en el mercado único y libre de cambio los dólares que ingresan por el cobro de las exportaciones de servicios. La iniciativa reduce los instrumentos de la autoridad monetaria para administrar el tipo de cambio, al tiempo que deja cada vez más expuesta a la economía a las corridas contra el peso y movimientos bruscos del dólar. Las reservas internacionales del organismo cerraron ayer en 48.508 millones de dólares, con una baja de 61 millones. Se perdieron cerca de 2000 millones de dólares al mes a partir de mayo, cuando habían marcado un pico de casi 52.000 millones.
La fuga de divisas por la eliminación de controles sobre los flujos de capitales acumuló en los últimos 12 meses la cifra más elevada desde 2009, al estallar la crisis financiera internacional. El balance cambiario del Central registró que entre junio de 2016 y mayo de 2017 se compraron 37.249 millones de dólares por formación de activos externos (es decir atesoramiento del sector privado). La cifra representa ocho de cada 10 dólares que el país tiene en reservas internacionales. La autoridad monetaria, si no hubiera permitido la salida irrestricta de divisas, tendría casi el doble de las reservas y no dependería de la deuda para embolsar divisas. El viernes pasado, por caso, registró unos 500 millones de dólares por el ingreso de un bono de la provincia de Córdoba y una obligación negociable del Banco Santander Río.
El organismo a cargo de Federico Sturzenegger avanzó en el último año y medio con una serie de iniciativas de desregulación financiera, permitiendo el ingreso y la salida de capitales de la economía casi sin restricciones. Ahora avanzó con una nueva medida que le permite a los exportadores de servicios depositar los dólares de sus cobros del exterior sin necesidad de pasar por el mercado cambiario. Hasta ahora, las empresas tenían la obligación de liquidar las divisas, o sea cambiarlas por pesos en el mercado y eso le daba la oportunidad a la autoridad monetaria de comprarlas. Pero a partir de ahora las firmas tendrán libre decisión para vender o mantenerse en dólares.
La principal consecuencia de las medidas de apertura de la cuenta capital del Central es la volatilidad del dólar y la incertidumbre en el mercado interno. En las últimas cuatro semanas el tipo de cambio pasó de 16,18 a 17,28 pesos, un alza del 6,8 por ciento. Es el mismo retorno que ofrecen algunos bonos argentinos a lo largo de todo un año y más del doble de lo que generan de renta las Letes del Tesoro. La cotización de ayer fue un centavo menor respecto de los 17,29 pesos marcados el viernes y de 12 centavos menos en relación con el pico de 17,40 pesos anotado el miércoles pasado. Bancos privados “amigos” salieron a vender divisas en la plaza cambiaria en las últimas jornadas para frenar la escalada de la divisa. Los empresarios del complejo agropecuario, que en las últimas semanas venían retaceando la liquidación de la cosecha, también comenzaron a vender con un dólar arriba de los 17 pesos. La semana pasado liquidaron 607 millones de dólares, con una suba de 25 por ciento respecto de la semana anterior.
En el equipo económico afirmaron que no hay preocupación por los impactos de la suba del dólar de estos días pero la mayoría de los economistas de la city coincide que tendrá traslado a precios, en particular de los alimentos. Las críticas llovieron sobre el directorio del Central, que no consigue frenar la inflación, la que podría registrar una suba del 2,5 por ciento en julio, pierde 2 mil millones de dólares de reservas por mes, no consigue bajar la tasa de interés de las Lebac del 25 por ciento y mantiene una emisión monetaria de 30 por ciento, una cifra que duplica su objetivo de precios.