Aunque, afortunadamente, los últimos registros de Sars CoV-2 indican que frenó su circulación (con una positividad del orden del 3 por ciento), no sucede lo mismo con otros virus respiratorios que parecen propagarse con mayor virulencia, incluso, en estaciones poco habituales como la primavera. Es el caso de Influenza A y B, que ocasionan la tradicional gripe que acompaña a la ciudadanía todos los años y que alcanzó una positividad del 39 por ciento. El Ministerio de Salud confirmó, de manera reciente, un récord de casos positivos con cifras que no se registraban desde 2016. Se trata de un virus muy contagioso y, aunque los pacientes se recuperan sin tratamiento específico a las dos semanas, algunos grupos –como los niños y niñas, personas gestantes, individuos con enfermedades preexistentes y adultos mayores de 65 años—pueden atravesar cuadros de gravedad.
Si bien los contagios se detectaron en todas las franjas etarias, el mayor porcentaje de muestras positivas estuvo en la franja que tiene entre 25 y 34 años. De la misma manera que sucede con otras enfermedades respiratorias, se trata de la población que se caracteriza por circular y socializar en la mayor cantidad de ámbitos. En el último boletín, se notificaron 874.996 casos de ETI (Enfermedad Tipo Influenza) acumulados; sin embargo, hasta el momento, el crecimiento no redunda en una mayor ocupación de camas de terapia intensiva.
¿Ya no es más estacional?
Hay dos grandes tipos de Influenza que preocupan a la comunidad médica de Argentina por esta época: la A y B. A principios de enero, cuando el incremento de casos fue marcado se debió, principalmente, a la A. Sin embargo, en el aumento que corresponde a esta parte del año, la suba se advierte más repartida entre ambos tipos.
“Se está observando un comportamiento inusual de Influenza, que tuvo dos picos: el primero en diciembre y enero, que fue a expensas de influenza A H3N2, se atribuyó a los viajes y a la llamada globalización del viajero. Lo curioso es que durante los meses más fríos del año se mantuvo con niveles bajos de circulación, con una tasa de positividad menor al 10 por ciento. Es raro porque suele hacer su pico en los meses más fríos, entre junio y agosto”, explica la médica infectóloga Leda Guzzi. Y luego completa: “A partir de septiembre comenzó a aumentar su propagación de manera significativa. Y no solo de Influenza A H3N2, sino también a partir de A H1N1 e Influenza B”.
Una curva ascendente, muy similar a la que los y las especialistas observaban semana a semana en plena pandemia de covid, que se construye a partir de la información que recopila los tests positivos que se realizan en las unidades ambulatorias y que dan cuenta de los casos de otros agentes infecciosos respiratorios como el virus sincicial.
Es un escenario atípico y las hipótesis que podrían explicarlo van en diferentes sentidos. “La realidad es que durante dos años no tuvimos circulación del virus Influenza. La pandemia fue la gran responsable de la alteración observada en los virus respiratorios. En última instancia, en este 2022 lo hizo en períodos no habituales”, dice Analía Rearte, directora Nacional de Epidemiologia e Información Estratégica. Y sostiene la funcionaria: “Por el momento, el Sars CoV-2 no alcanzó una estacionalidad, al tiempo que los otros virus respiratorios buscan reacomodarse a su circulación habitual”.
Guzzi ensaya algunas hipótesis adicionales al respecto. “Lo que estamos viendo con la gripe podría ser por un rebote pospandemia de covid, o bien, estar vinculado a un mecanismo de ambos virus en conjunto; me refiero a que cuando baja la covid, sube la Influenza. Otras hipótesis se vinculan con la baja tasa de vacunación, que afectó a todas las vacunas en general. También está la idea de que la covid generó algún déficit inmunológico en la población”, apunta.
Deuda inmunológica
En definitiva, se trata de ideas: puntas de ovillo que requerirán, luego, de una comprobación científica. Un fenómeno que resuena en el ámbito científico internacional se resume en el concepto de “deuda inmunológica”. Sencillamente, durante los últimos dos años, la gente se cuidó como nunca lo había hecho previamente, con lo que podría haber generado un escaso contacto con virus con los que en el pasado habitualmente estaba en contacto. De esta manera, en la actualidad, las defensas de la población no se hallan lo suficientemente robustas como para enfrentar a los virus de siempre.
“Son hipótesis válidas, a las que les falta evidencia. Ninguna de estas, además, puede explicar por qué en invierno no circuló y porque sí lo hace en primavera. Es una duda a resolver”, plantea Guzzi.
El elenco estable de síntomas
La Influenza se caracteriza por síntomas como dolor de garganta, de cabeza y muscular, problemas para respirar, tos, congestión nasal y fiebre. La enfermedad también puede, eventualmente, comprometer al sistema respiratorio, incluso, hasta desencadenar serias complicaciones. Es causado por un virus –por supuesto, inaccesible al ojo humano– que se transmite a través de gotitas de una persona enferma a una sana, a partir de estornudos, tos, o bien, simplemente cuando se conversa.
Algunas de las estrategias de prevención que la población descubrió durante la pandemia de la covid pueden servir de ayuda para anticiparse y evitar la gripe. Un correcto y constante lavado de manos, cubrirse la boca al toser o estornudar, así como aislarse a partir del momento en que se experimentan síntomas puede ser decisivo. Si el objetivo es evitar las hospitalizaciones, esto debe complementarse con la inmunización con una dosis de vacuna antigripal en otoño, con el propósito de llegar a los primeros fríos del año con cobertura.
“No hay que inventar nada nuevo, son medidas que socialmente se pudieron conocer a partir de la pandemia de la covid, pero ya estaban desde antes. La ventilación, el lavado de manos, el hecho de evitar estar en contacto con otras personas con síntomas, la importancia de la vacunación para prevenir casos graves en grupos de riesgo constituían indicaciones antes de la covid”, subraya Rearte. E invita: “Si nos cuidamos de manera individual, al mismo tiempo, también hacemos algo por la salud colectiva”.
¿Potencial pandémico?
En medio de una pandemia como la de covid, las nuevas alertas incorporadas iluminan un interrogante: ¿es posible una nueva pandemia de gripe? Para revisar el último antecedente hay que trasladarse hasta mediados de 2009; el 11 de junio la Organización Mundial de la Salud anunció que la gripe tenía un nivel elevado de alerta y decretó la existencia “de una pandemia en curso”.
Para poder determinar tal magnitud, se establece como requisito la necesidad de que emerjan brotes comunitarios, es decir, originados sin la presencia de una persona infectada que provenga del sitio en donde se produjo el brote inicial. Un año y tres meses después, la OMS informó el fin de una pandemia que, según se cree, provocó entre 150 mil y 575 mil víctimas.
Aunque sea triste comparar fallecimientos, la estadística sirve para reconocer patrones y permite la evaluación, en términos más o menos precisos, de la gravedad en cada caso. El coronavirus, hasta el momento y según informan sitios como Our World in Data, terminó con la vida de 6.75 millones de personas. Bajo esta premisa, queda claro que equiparar ambos virus respiratorios como le gustaba hacer al presidente brasileño Jair Bolsonaro tenía poco sustento desde un comienzo.
Afortunadamente, para Rearte, no hay que temer. “Tanto los virus Influenza A H1N1 como A H3N2 son estacionales, por lo que ya no tienen potencial pandémico”, observa. Una luz de rigurosidad en medio de tanta falsedad y malas intenciones.