El sospechoso de haber baleado al empresario Andrés Blaquier, un adolescente de 18, fue detenido en la localidad de Lagomarsino, como se conoce al área oeste de Maquinista Savio, en el límite que separa Pilar y Garín. Según los investigadores, en el reconocimiento de las cámaras de seguridad de la Panamericana, donde fue baleado Blaquier, se identifica su rostro, y se lo ve subido en una moto que, también presuntamente, conducía su novia -presuntamente, ya que un casco le cubre el rostro- quien ya había resultado detenida el domingo. "Lucianito", como lo apodan en el fuero policial, fue detenido en uno de tantos allanamientos solicitados por el fiscal del caso, Gonzalo Agüero, y ordenados por el Juzgado de Garantías de Escobar, el domingo por la noche. El ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, dando rienda suelta a sus lecturas durante una conferencia de prensa, aseguró que se trató de una "crónica de una muerte anunciada", y abrió la puerta al tira y afloje entre el Poder Judicial, el policial, las garantías y el derecho de hecho que suelen activar los uniformados en acción, al asegurar que el crimen "se podría haber evitado".
La información policial sostiene que el sospechoso es Luciano Jesús González y que fue detenido tras dos allanamientos realizados en ambas localidades, aseguran que uno de los allanamientos llevó al otro, sin precisar por qué. "Se había teñido y cambiado su fisonomía", sostiene la fuente policial citada por Télam. La imagen que circula junto a la cita policial es un joven alto, de cabello oscuro, esposado y acompañado por un uniformado, cuyo rostro coincide con el joven que aparece en las imágenes distribuidas por "fuentes policiales" del muro de Facebook de "Lucianito". El rostro distribuido por la policía de quien está montado en la moto tiene cabello rubio, con lo que de ser el mismo "Lucianito" no está claro si el "teñido" es previo al robo y lo hizo para intentar no ser reconocido en las cámaras, lo que no permite entender cómo se destiñó para aparecer con pelo oscuro apenas de su detención, a menos que en las escasas horas de fuga haya encontrado la manera de desteñirse. O -como suele ocurrir en casos policiales detonantes- que el detenido sea alguien que no cometió el crimen y que aparezca en la redada por error, porque lo tenían marcado para adosarle cualquier delito, o porque están convencidos de que realmente fue el responsable. No significa que los investigadores no tenga la certeza, sino que la información que se distribuye está plagada de incertezas.
El ministro de Seguridad, Sergio Berni, dio su habitual voz al micrófono y en conferencia de prensa aportó su posición nítidamente adosada a la versión policial y, al mismo tiempo, notoriamente distanciada de la gestión judicial, buena o mala. No es interpretación. El propio Berni dijo "somos el Ministerio de la Policía. Y desde el Ministerio de la Policía hacemos todos los esfuerzos posibles". Se refería a que "esto -por el crimen de Andrés Blaquier- no es un hecho aislado. Es algo que nos pasa todos los días en la provincia de Buenos Aires con un problema con los menores que nadie controla". Se dedujo que "nadie" vendría a ser todo lo que queda fuera de la órbita del Ministerio de la Policía pero después quedó claro que se refería a los jueces, o a la Justicia, cuando durante la conferencia de prensa sostuvo que "siempre lo mismo, delincuentes que deberían estar presos, matando por la calle".
Al ampliar los motivos, Berni ejemplificó con el mismo caso que lo llevó a la conferencia, el de Lucianito. "Quien tiene que dar explicaciones es el juez de Garantías de Escobar", sostuvo el ministro y aportó data documental de origen policial. Indicó que Lucianito tenía al menos tres ingresos a dependencias policiales por distintos delitos cometidos siendo menor de 18 años. En septiembre recién cumplió los 18, según la información del propio Berni. Y agregó que el juzgado de Garantías rechazó entre septiembre y octubre, dos pedidos de detención de "Lucianito".
Cabe apuntar que los juzgados no pueden admitir, aunque muchos lo hagan, como válidas las "entradas a comisarías", ya que es el mecanismo con que los negocios policiales presionan a los "menores". Casos como los de Luciano Arruga están sembrados como soja entre las quejas policiales de las "manos atadas por los jueces" o "por las leyes". Después, cuando pasan a la mayoría de edad, ya el perfil delincuencial viene preconfigurado con "antecedentes" que la prensa toma como legales y los jueces puede que no, como debe haber ocurrido en Escobar. En esa grieta informativa, caen, cuando ya es tarde, los Lucianitos. Y sus potenciales víctimas.