Miles de personas, entre ellas, docentes, alumnos y compañeros de facultad de Emma Córdoba, la joven de 26 años violada y asesinada el sábado pasado en la localidad de Punta Lara, marcharon hasta la Gobernación bonaerense para pedir justicia por el femicidio de la estudiante de medicina y reclamarle al Estado medidas de prevención en materia de violencia machista. La marcha tuvo inicio en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de La Plata (UNLP) donde Emma y A.L. –también atacada y cuya identidad permanece en reserva– cursaban la carrera de medicina. El viernes pasado, Emma cenaba junto a su amiga, de 26 años, en su casa de Punta Lara, cuando un vecino entró a la fuerza, las apuñaló, abusó a ambas, asesinó a Emma e incendió la vivienda. A.L. fue rescatada por bomberos de la zona, narró los hechos a la fiscal a cargo, Virginia Bravo, y aportó el nombre del sospechoso, quien se negó a declarar y fue detenido. “Ella evoluciona bien y se encuentra fuera de peligro”, relató a PáginaI12, Jerónimo Iraola, abogado patrocinante de la sobreviviente.
“Ni Una Menos. Justicia por Emma”. Esa bandera, con una extensión del ancho de una calle entera, marcaba la primera fila de la manifestación. Detrás, miles de estudiantes y profesores marchaban en silencio por la avenida 60, en la ciudad de La Plata, hasta la sede de la gobernación provincial. La convocatoria, que circuló por redes sociales durante el fin de semana, había sido realizada por más de 25 organizaciones universitarias para acompañar a los familiares de la joven asesinada. “Porque no queremos que sea una más en la lista, porque no podemos creer que Emma sea una de esas chicas que cada 26 horas pierden su vida a causa de la violencia, creemos que es necesario reclamar por justicia”, explicaban en la invitación a la protesta.
Emma Córdoba cursaba el cuarto año de la carrera de medicina. Mientras caminaban por el centro de la ciudad de La Plata, sus compañeros explicaron que esta semana, ella y su amiga A.L. iban a presentarse en las mesas de exámenes de mitad de año, aunque Emma no sólo iría para rendir materias, sino que al ser ayudante de cátedra, tenía que presenciar el final de Biología de los alumnos de primero y segundo año. “Le pedimos a todas las cátedras que entiendan el dolor y suspendan los parciales para hoy (ayer). Cómo puede ir a rendir una persona si sabe que a su compañera de banco la asesinaron por ser mujer”, contó una estudiante que había compartido asignaturas con Emma.
Ayer, pese a la jornada de duelo, la UNLP no suspendió las clases y la decisión de participar de la marcha correspondió a las cátedras de cada facultad. La mayoría interrumpió su jornada y se sumó a la marcha. A medida que el grueso de los manifestantes avanzaban por las calles, las pancartas, y las banderas se multiplicaban. “Somos la voz de las que ya no están”, aseguraba un grupo de mujeres estudiantes de Ciencias Sociales. “Basta de femicidios”, “Hoy por María Emma, mañana por vos”, eran otros de los carteles que aparecieron en la avenida 60. Entre los presentes se encontraban algunos familiares de la joven asesinada. Iraola, abogado de la joven sobreviviente, también caminó las 22 cuadras de la manifestación. “Es impresionante el apoyo popular que tuvo esta marcha. Pero es necesario que se signa fortaleciendo estas instancias para provocar un freno a la problemática de género”, dijo a este diario, mientras marchaba junto a su hijo.
A las 7.30 de la tarde, toda la multitud llegó hasta la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, frente a la Plaza San Martín. Lo primero que se escuchó fue un aplauso general que se extendió por varios minutos. Luego, Josefina Adobbati, presidenta del Centro de Estudiantes de Ciencias Médicas de UNLP, dio su apoyo a las familias de las dos mujeres atacadas y pidió que las autoridades políticas y académicas “no miren para otro lado”. “Hoy le tocó a Emma. Pero nosotras tenemos miedo porque no sabemos a quién le va a tocar mañana. Y es por esto que decidimos marchar, como mi amiga lo hubiera hecho hoy si otra chica era víctima. Para eso le pedimos a los políticos que se pongan en nuestros zapatos. ¿Cómo van a quitar presupuesto oficial para combatir la violencia de género”, sostuvo Adobbati.
El cierre le correspondió a Irina Marzotta, consejera superior estudiantil por la Facultad de Ciencias Médicas. “No hay que olvidarse de la reacción que tuvieron los medios masivos de comunicación, que lo primero que hicieron fue decir que los tres se habían juntado a tomar droga y alcohol, y tras una discusión, el joven mató a Emma. Así, lo único que consiguen es reproducir este sistema que agudiza los casos de femicidio”, relató. Un allegado a la familia de la joven sobreviviente del femicidio en Punta Lara, explicó a este diario que “A.L. está en plena recuperación y si no se conserva una responsabilidad en la cobertura periodística, eso puede afectar su evolución”.
El viernes a la noche, Emma esperó a su amiga en la parada del colectivo y juntas caminaron hasta su casa, ubicada en 126 y 5, en la localidad de Punta Alta. Allí se cruzaron con Ariel Báez, un vecino de la zona, quien les gritó barbaridades, sin respuesta de las mujeres. Según la fiscal Bravo, luego de cenar “Emma salió a cerrar el portón”, cuando en la puerta la esperaba un hombre armado, quien la amenazó y entró a la casa con la estudiante.
Una vez adentro, el hombre ató a las dos jóvenes, las abusó y las trató de prenderlas fuego con un aerosol y un encendedor. Con el mismo método intentó incendiar toda la casa, pero la quemó parcialmente y huyó del lugar, dejando a las jóvenes entre cenizas y maderas que cayeron del techo.
Los bomberos arribaron al lugar –tras el alerta de los vecinos– encontraron muerta a Emma y rescataron a A.L, quien fue trasladada, de urgencia, al Hospital Cestino de Ensenada. Los médicos forenses que realizaron la autopsia al cuerpo de Emma determinaron que la joven presentaba múltiples heridas, dos de las cuales podrían haber sido la causa de la muerte: un fuerte traumatismo de cráneo y un corte en la zona del cuello.
Por su parte, en el hospital, la joven sobreviviente se contactó con la fiscal Bravo, le relató los sucesos y aportó el nombre del sospechoso: Ariel Báez. La policía lo detuvo en su casa –pegada a la casa de Emma– y la fiscal lo imputó por los delitos de “privación ilegal de la libertad, abuso sexual agravado, homicidio doblemente calificado por ensañamiento y por mediar violencia de género y tenencia de estupefacientes para su comercialización”.
Informe: Jeremías Batagelj.