Cada año, el 2 de noviembre, en México —pero también en otros países de Latinoamérica— se celebra el Día de Muertos o el Día de los Muertos. Una fecha en la que se preparan altares, comida especial y las calles y los cementerios se adornan para homenajear a los familiares y amigos fallecidos.

El Día de Muertos es una tradición emblemática de la cultura mexicana y en 2003 la Unesco la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. 

La fecha está destinada para pensar en la muerte, explicaba el escritor mexicano ganador del Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz: "Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; más al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con paciencia, desdén o ironía”.

Cómo se celebra el Día de los Muertos

En México el Día de los Muertos se festeja por varios días. El ritual tiene como objetivo recordar a seres queridos y familiares cuyas almas, según la costumbre, vuelven por una noche a compartir con el mundo de los vivos. Todo comienza a finales de octubre, pasando por el 1 de noviembre, dedicado al alma de los niños, para terminar el 2 de noviembre, recordando el espíritu de los adultos.

Y para recordarlos y recibirlos en su regreso al mundo terrenal, se arman altares con flores, calaveras de azúcar, chocolate, pan de muerto, agua, velas, fruta, vino, y toda la comida y bebida favorita de nuestros antepasados.

¿Cuál es el origen de la celebración?

El Día de Muertos tiene su origen en las raíces indígenas de las culturas autóctonas de América, indican los historiadores. Es una celebración que se fusiona entre las creencias católicas y la festividad indígena

El culto a la muerte era común entre las culturas prehispánicas. Cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. Según el Gran Diccionario Náhuatl, mictlán significa "infierno" o "lugar de muertos", adonde llegaban los fallecidos por muertes naturales o comunes después de un proceso que les tomaba cuatro años.

Los pueblos prehispánicos también colocaban ofrendas (comida que les gustaba, flores de cempasúchil que iluminaban su camino, entre otras) en sus rituales. Para estas culturas la muerte era parte de un ciclo y el destino de los muertos estaba marcado por la forma de vida que tuvo la persona.

Con la llegada de los españoles, se incorporaron otros elementos y prácticas que son un reflejo de la mezcla de dos culturas: la de los pueblos indígenas y las creencias del catolicismo.


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