Luego de quedar en libertad tras una singular maniobra de la justicia de Comodoro Py, el líder de Revolución Federal, Jonathan Morel, no se arrepintió de las amenazas de muerte que lanzó contra Cristina Kirchner antes del atentado del 1 de septiembre, aseguró que habló “sin tomar dimensión” de lo que dijo y negó saber que los 13 millones de pesos que recibió por muebles que nunca fabricó provenían de la familia Caputo. “Siempre fui un pibe muy tranquilo”, se definió.
Morel estuvo detenido durante 12 días junto con Leonardo Sosa, Gastón Guerra y Sabina Basile por su presunta participación en la organización del intento de magnicidio contra la vicepresidenta, y no bien tomó contacto con su cotidianeidad en libertad reapareció en distintos medios para despegarse de cualquier vínculo con Fernando Sabag Montiel, Brenda Uliarte y los demás detenidos por ese hecho.
Para minimizar su relación con ellos, dijo que su detención fue “como lanzar una bomba atómica para acabar con una hormiga” y aseguró haber “colaborado” con la investigación: “Desde el momento uno me puse a disposición; presenté mis contraseñas y demás” claves de sus redes sociales para que se averigüen sus contactos.
"Jamás sería capaz de cometer un acto delictivo"
Morel reconoció haber dicho durante una sesión de Twitter Space “al kirchnerismo, cárcel o bala” y que él se infiltraría en grupos peronistas para estar más cerca de Cristina y “pasar a la historia” aunque después lo linchen. Pero, por el contrario, negó que eso haya implicado una amenaza.
“A eso se lo tomó de forma literal”, relativizó. Lo que quiso decir, adujo, fue que haría “lo que estaría a mi alcance para (decirle a CFK) que la estoy pasando mal y que no me gusta para nada su gobierno. Pero jamás sería (capaz) de cometer ningún acto delictivo ni nada por el estilo”.
“Jamás me acerqué a Cristina. Fue algo que dije y que, es más, digo. Ya me conocen”, declaró durante una entrevista por Radio Con Vos.
No sabía que trabajaba para Caputo
Con tono calmo y explicaciones moderadas, Morel también intentó convencer que él no sabía que la familia de Luis "Toto" Caputo, exministro de finanzas del macrismo, había financiado con 13 millones de pesos, a través de un fideicomiso, la pequeña carpintería que él tenía y a través de la cual, dijo, “tercerizaba” trabajos.
“A ver –comenzó su argumentación-, el kiosquero no puede fabricar los alfajores; los compra y los revende. Yo no podía fabricar esa cantidad de muebles, entonces busqué a quien los pudiera fabricar para luego venderlos y sacar una comisión”.
Luego agregó: “Yo no sabía para quién estaba trabajando, que era una empresa tan grande”. “Ahora se conoce que la persona con la que yo trataba era la hermana del dueño (por Rossana, la hermana de Luis Caputo), pero yo no sabía eso”. Si lo hubiera sabido, arriesgó, “hasta podía haber arreglado otro número” que lo favoreciera más.
En ningún momento de la entrevista Morel negó haber recibido el monto investigado y tampoco explicó su destino. Lo que remarcó fue que “jamás recibí plata en negro porque todo fue con factura”, y que al final de ese negocio “perdió plata”. Es decir, perdió 13 millones de pesos.
También tuvo tiempo para criticar a quienes lo cuestionaron por haberse instruido en el trabajo de la madera a través de tutoriales de Youtube y tener una pequeña carpintería que no podía producir los trabajos que le eran encargados.
“Cuando se habla de que vendía carpintería por Youtube se intenta bajar el precio de mi laburo, y la realidad es que yo soy un comerciante, me la rebusqué toda la vida” y tras su detención y posible vinculación con el asesinato de CFK “perdí un montón de guita”, insistió.
“Un pibe con el que se puede dialogar”
Por otro lado, el “carpintero” intentó despegar su figura de las recurrentes apariciones suyas en las movilizaciones violentas de Revolución Federal, en la que se lo ve al lado de una guillotina destinada “a los kirchneristas”, agrediendo autos de funcionarios y arrojando objetos contundentes y antorchas encendidas contra la Casa Rosada.
“Siempre fui un pibe muy tranquilo, muy sereno; no hay historial de una pelea mía”, afirmó y en parte reconoció: “Puede ser que se haya dado una imagen negativa o algo que no soy, pero a medida que pase el tiempo la gente me vaya conociendo” se puede comprobar “que soy esto, un pibe con el que se puede dialogar”.
Finalmente habló de sus 12 días de detención. Calificó de “asquerosas” a las instalaciones en las que estuvo privado de la libertad pero rescató “la calidad humana y la vocación de servicio” de los agentes de las fuerzas de seguridad que lo custodiaron: “Actuaron muy profesionales conmigo, serios y con respeto”.