El grupo de trabajo sobre desmedicalización de la Confederación de Adolescencia y Juventud de Iberoamérica Italia y el Caribe (CODAJIC) viene advirtiendo sobre el consumo de tranquilizantes a una edad temprana. La entidad, constituida por sociedades científicas de 22 países y un consejo académico integrado por 17 universidades, entre las que se cuentan las casas de estudio provincial del Chubut (UDC) y nacional de Entre Ríos (UNER), tomó como referencia de la prescripción de medicación el análisis de una encuesta sobre consumo de drogas en estudiantes de enseñanza media realizada este año en Uruguay. El sondeo nacional, realizado a 5096 participantes de entre 13 y 17 años de ese país, reveló que uno de cada cuatro personas encuestadas reconocieron haber consumido tranquilizantes sin prescripción médica. Según ese estudio, la edad promedio del inicio del consumo de esas sustancias es a los 13 años.

La información causó un gran impacto en la región, sobre todo por los efectos a largo plazo que tienen medicamentos psicotrópicos como las benzodiacepinas en quienes están en pleno proceso de crecimiento y maduración. Para abordar esa situación, la CODAJIC organizó un seminario de “Desmedicalización y Despatologización en la adolescencia”. Con el grupo de trabajo, que integramos desde Argentina junto a la doctora especialista en Adolescencia y docente de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Diana Gómez, asistimos a una construcción colaborativa del conocimiento y promovimos diálogos con adolescentes y jóvenes para construir un consenso. Por eso, creemos necesario seguir trabajando sobre estos temas.

Empecemos por aclarar algunos términos: medicalizar supone pensar que todos los malestares incluso los emocionales que son propios de este momento evolutivo como crisis normativa pueden y o deben ser medicados, como si un fármaco solucionara mágicamente lo que no puede tratarse de otro modo. Patologizar es pensar desde el binarismo que la enfermedad es igual a una anormalidad y salud es equivalente a la normalidad entendida desde la perspectiva estadística.

¿Por qué incluir el tema desmedicalización en las agendas de las políticas públicas para las adolescencias y juventudes? Básicamente porque la adolescencia es una construcción subjetiva en la que participan tanto el contexto microsocial (familias, en sus más diversas concepciones) como el macrosocial, histórico y etnocultural. Es más pertinente hablar de adolescencias, porque cada adolescencia se vincula a una experiencia subjetiva y a una historia particular. La palabra adolescente proviene del latín adolescens, que significa desarrollarse con madurez, crecer.

El tránsito adolescente es transformacional, algo que se logra y se conquista con trabajo psíquico y cultural, de lo contrario se estanca y se inhibe vivenciándose como un fracaso. Entonces, hay sensaciones emocionales que son esperables porque son parte del crecimiento, como por ejemplo, la tristeza que es consecuencia de un proceso permanente de cambios debido al despliegue de hormonas propio de la adolescencia.

Instalar la desmedicalización en las agendas de las políticas públicas para las adolescencias y juventudes significa propiciar el conocimiento, brindar información básica y espacios de reflexión contextual a adolescentes y jóvenes con el objetivo de que ellos sean quienes se apropien del enfoque de derechos en el tema. Estoy convencido de que la voz de la juventud es fundamental para que sean promotores del derecho a la salud y para la prevención de los efectos adversos que conlleva tanto la prescripción indiscriminada de psicofármacos en adolescentes como la ingesta sin prescripción para tratar de escapar de situaciones que se pueden abordar de otra manera.


*Psicólogo clínico y forense. Epidemiólogo. Docente en las universidades nacionales de Buenos Aires (UBA), Comahue (UNCo) y Lomas de Zamora (UNLZ). Supervisor clínico del Colegio de Psicólogos bonaerense Distrito XIII.