Zoofobia                 6 puntos

Argentina, 2022

Dirección y guion: Pablo Chehebar y Nicolás Iacouzzi.

Duración: 95 minutos.

Estreno exclusivamente en Cine Gaumont.

El afiche promocional de Zoofobia homenajea a la famosa pipa de Magritte: debajo de la imagen de un orangután se afirma que eso que puede verse claramente no es un orangután. No se trata de un juego de palabras ni de una reflexión sobre el objeto y su representación. Es sólo que el dibujo no representa a cualquier orangután sino a una orangutana en particular, Sandra, habitante del ex zoológico de la Ciudad de Buenos Aires que en 2019, luego de un fallo inédito a nivel internacional, fue declarada “persona no humana” a partir de la presentación de un habeas corpus. De allí su traslado posterior a un santuario en los Estados Unidos, donde las condiciones de vida para el animal/ser sintiente sin duda son mejores que en el centro de la ciudad de Buenos Aires. Los primeros minutos del documental de Pablo Chehebar y Nicolás Iacouzzi (los directores de El Crazy Che), presentado en la última edición del Bafici, generan la impresión de que todo lo que vendrá se fijará como meta la iluminación del espectador por vía del panfleto, pero rápidamente la complejidad de los temas y el contrapunto de las opiniones dejan de lado por completo esa posibilidad.

Todo comienza con la muerte de Winner, el oso polar del zoológico porteño, que falleció luego de la Nochebuena de 2012, una de las más calurosas de la historia. ¿Fue a causa de las altas temperaturas, el exceso de pirotecnia en la vecina Rural, su condición nerviosa como animal en cautiverio, una combinación de todas esas cosas? Lo cierto es que la idea de reconvertir el zoo en algo distinto –o bien cerrarlo por completo, según el pedido de las voces más radicales– comenzó a sonar cada vez con mayor fuerza. En gran medida, Zoofobia es un registro del ascenso, esplendor, caída y decadencia del zoológico como concepto victoriano, y los realizadores escuchan las voces de los activistas locales por los derechos animales, que en muchos casos cruzan el movimiento anti zoológicos con el veganismo extremo. Corte al zoo de Berlín y otros en Alemania, lugares donde el marketing reina pero las condiciones resultan mucho más adecuadas para sus habitantes no humanos. Allí se escuchan otras voces. ¿En qué otro sitio podrían sobrevivir como especie los osos polares si el cambio climático continúa alterando su hábitat natural? Los zoos modernos, santuarios y reservas son actualmente una red internacional interconectada y un posible lugar de supervivencia de especies en peligro de extinción.

Las zonas luminosas, oscuras y grises de la institución zoológica de ayer y hoy son expuestas en segmentos atractivos, a veces con algo de humor, y una voz en off introduce un “homo sapiens” antes de la presentación de cada personaje humano. Así desfilan, como en botica, Carlos Pellegrini y Charles Darwin, Rosas y Gerardo Sofovich, e incluso hay espacio para un breve y estrafalario segmento dedicado a un personaje hoy olvidado, pero que todos aquellos que vivieron los años 90 recordarán con una sonrisa irónica: el mandamás de Medicorp Argentina y su blonda esposa, involucrados en su momento en la donación del dinero necesario para traer desde Alemania a una pareja de osos. Es un momento “bizarro”, según la expresión repetida varias veces por un experto en comportamiento animal, pero grafica a la perfección el costado circense inherente a todo zoológico que sigue el modelo decimonónico de “colección de animales salvajes”. Sin bajar línea, poniendo sobre la mesa toda la baraja de conceptos y opiniones, Zoofobia permite reflexionar y sacar conclusiones. O, al menos, tener algunos elementos más antes de hablar por boca de ganso y quedar como la mona.