Mediados de marzo de 2022: los Derby Motoreta's Burrito Kachimba llegan a Estados Unidos para ofrecer dos recitales en el festival SXSW, en Austin. Es la primera vez que pisan suelo americano. Horas después del último aplauso estadounidense, toman otro avión y aterrizan en Buenos Aires. Ya es el sábado 19 de marzo y no hay tiempo para el descanso. Ningún hotel está a la vista. Como si atravesaran el pasillo de backstage más largo del mundo, van directo de Ezeiza a San Isidro, donde los espera la edición local de Lollapalooza.
Antes de las dos de la tarde comienzan con un concierto de 45 minutos frente a una audiencia que genera altísimos niveles de pogo para un mediodía de fines de verano. Dandy Piranha, el cantante, cuya imagen remite directo a Robert Plant, se para al filo del escenario. Parece tener ganas de arrojarse y ser uno más de los que agitan con este rock andaluz potente, psicodélico y definitivamente vintage. Un rato más tarde, mientras observan a El Mató a un Policía Motorizado hacer lo suyo, los Derby Motoreta's, ya destruidos por tanta gira que aún no termina (quedan cuatro fechas más en cuatro días), se miran, sonríen y se asombran porque no acaban de creer que tocaron en un lugar tan alejado de su España natal.
“No había mucha gente que nos conociera, pero estaban allí a tope, casi cantando los riffs de guitarra. Alucinante. Estábamos flipando”, dice José Manuel Cabrera Scott, “Gringo”, guitarrista, que como al resto de los integrantes de la banda nadie llama por su nombre sino por su apodo. El recuerdo llega siete meses después de aquella participación en el Lollapalooza, justo cuando el grupo se prepara para volver a la Argentina en noviembre.
Hay algo de espíritu amateur que sobrevive en el asombro. Una energía de banda que sabe que todavía tiene mucho para dar. Hacer canciones, salir de gira, tocar a miles de kilómetros de casa. Ese entusiasmo se percibe en la charla que Gringo mantiene esta tarde desde Sevilla. El músico también reconoce la sorpresa por el regreso: “Era impensable que este año íbamos a cruzar el charco dos veces. Increíble”.
En realidad, la vuelta rápida no resulta tan difícil de creer. Derby, que completan Bacca en guitarra, Soni en bajo, Papi Pachuli en batería y Machete Carrasco en teclados, es un proyecto que cosechó elogios casi desde sus comienzos, su exportación era inevitable. “Por qué Derby Motoreta’s Burrito Kachimba será la próxima gran banda española”, tituló el diario El País en 2019, cuando el grupo tenía apenas un solo disco homónimo. Por entonces, el rock psicodélico que los linkea con propuestas actuales como King Gizzard ya sonaba irresistible. La mezcla con el flamenco los ubicaba en la tradición del rock andaluz y seguía el camino de bandas legendarias como Triana.
“Desde que la banda tenía el primer disco y empezamos a girar, era un objetivo fuerte el de tocar en Sudamérica. Porque sabíamos, intuíamos, que hay una vibra que se puede expandir y la gente puede conectar. Estamos muy contentos y deseando que la cosa crezca y poder ir y tocar muchas más veces”, cuenta Gringo.
El año pasado, la publicación de Hilo negro, su magnífico segundo disco, confirmó todas las sospechas. “Un álbum tan inspirado como su reconocido debut y con una sonoridad tremendamente superior”, dijo el mensuario Mondo Sonoro, que además opinaba que la banda era “presente y futuro del flamenco electrificado”. Una crítica elogiosa que terminaba de manera categórica. “No quedan dudas, son los nuevos reyes del rock andaluz”, decía la revista, encasillando al grupo, muy a pesar de los músicos. “Nosotros, cuando arrancamos, decidimos no presentarnos como rock andaluz porque no sentíamos que pertenecíamos a esa tradición sino que traíamos, o por lo menos pretendemos traer, algo nuevo al panorama”, explica el guitarrista, de 37 años, que considera que al final el estilo no importa. “Lo que importa es cómo lo haces, qué es lo que haces”, sigue.
“Aunque parezca que somos unos tíos rudos y muy distorsioneros, nosotros llevamos mucho tiempo metidos en la música y nos gusta mucha música diferente. Todos de la banda tenemos un currículum bastante gordo de bandas fracasadas”, cuenta, entre risas. Gringo en particular formó parte de Quentin Gas & Los Zíngaros, un grupo que puede tomarse como antecedente. “Hay un disco de Quentin, Caravana, que está bastante cerca de la propuesta de Derby. Porque se mezcla el flamenco tradicional con una revisión más moderna de la psicodelia, más cercana a Tame Impala. Lo que pasa es que es una voz diferente. La voz en Derby es bastante más poderosa, con más fuerza. Esa es la diferencia. La garra. Derby tiene mucha más garra. Si no tuviéramos la voz que tenemos probablemente no se asociaría tanto a la banda con el flamenco, porque muchas veces lo que está pasando por debajo no tiene nada que ver”, dice.
La nueva gira argentina comenzará esta noche en La Cúpula, de San Justo; continuará el martes en el Club Tucumán, de Quilmes; al día siguiente en el Centro Cultural Güemes, de Rosario, y el jueves en Camping, durante una de las fechas que el festival Primavera Sound organizará en distintos escenarios porteños. Los Derby regresarán con todas sus facetas, no sólo la más rockera. También estará la más cercana a sus raíces. Algo que les permitió versionar a Camarón y grabar con la cantaora Rocío Márquez. Incluso las influencias van más allá del sonido. Los Derby se autopromocionan como cultores de la kinkidelia, un concepto inventado por ellos y basado en lo quinqui, como llamaban a los jóvenes de clases marginadas de fines de los 70 que realizaban robos de poca monta. “No llevaban traje de chaqueta, sino que iban a asaltar farmacias, robar un bolso”, cuenta Gringo. El movimiento hasta dio pie para un nuevo género cinematográfico que tuvo su auge a principios de los 80. El año pasado, los Derby musicalizaron Las leyes de la frontera, una película de Daniel Monzón que se puede ver en Netflix y se basa en aquellos films.
“Originalmente la palabra es con q, pero como nosotros tampoco veníamos pregonando ser quinquis, la k nos diferencia un poco. Es inventar una nueva palabra basada en otra, remover las cosas”, explica el guitarrista, y agrega que la modificación del término permite no sentirse estandartes de ese movimiento: “Que no lo somos, porque nosotros por suerte no venimos de barrios marginales. Tampoco venimos de barrios de alta alcurnia, venimos de barrios trabajadores. Y tampoco venimos a reivindicar que la gente atraque la farmacia”, agrega, para rematar su particular declaración de principios con una carcajada.