“Está en el adn de El Arranque sumarse a la tradición desde la mejor perspectiva posible, apropiarse de esa tradición para contribuir en algo”, reflexiona Ignacio Varchausky en diálogo con Página/12. El contrabajista, uno de los fundadores de la orquesta, anticipa Camaradas, el disco que la agrupación grabó junto a Víctor Lavallén y que presentará este viernes en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151) y el jueves de la semana que viene (10/11) en Av. Callao y Av. Corrientes durante la Noche de las Disquerías. Ambas funciones serán gratuitas y, promete Varchausky, tocarán el disco “de punta a punta”.
El Arranque es una de las agrupaciones que dio origen a la movida actual del tango y su aparición en 1996 bien puede ser uno de esos hitos fundacionales. Desde el primer momento se acercaron a los grandes maestros: Leopoldo Federico, Emilio Balcarce, Julián Plaza, Pepe Libertella, Nelly Omar y el propio Lavallén los acompañaron en un momento u otro de su trayecto. “Siempre estuvimos cerca de los maestros para aprender de ellos, la lógica detrás de esa tradición musical que admiramos y de la que humildemente nos sentimos parte”, dice el músico.
Camaradas está compuesto básicamente por temas de Plaza y Balcarce (más uno de Camilo Ferrero, arreglador principal de la orquesta) a quienes homenajean. “Tratamos de orientar el repertorio al material menos transitado, no hacemos ni ‘Nocturna’ ni ‘Danzarín’ de Plaza, ni ‘La bordona’ o ‘Si sos brujo’ de Emilio –explica Varchausky-, ambos tienen una obra increíble, pero nos pasa que además los conocimos muy directamente, entonces nos gusta pensar el disco como una gran reunión entre camaradas, maestros y discípulos”.
Lavallén, se sabe, fue parte integral de la orquesta de Osvaldo Pugliese junto a Plaza y Balcarce. Los tres coincidieron en la ya mítica gira de la orquesta por la Unión Soviética en 1959 (donde incluso tocaron en estadios, tal era su convocatoria) y allí afianzaron su relación, que se extendió diez años más junto a Pugliese y otros veinte en el Sexteto Tango. “Ese fue el momento en el cual entra Plaza a la orquesta, donde ya estaba hacía una década Balcarce y Lavallén poco más de un año. Un viaje iniciático en que forjan un vínculo, y una suerte de origen imaginario de este disco, porque esa camaradería, esa mutua admiración, de alguna manera queremos celebrarla”.
Camaradas tuvo un derrotero inusual. Escribieron los arreglos, ensayaron y grabaron la primera mitad. Y con eso resuelto, repitieron el procedimiento para la segunda parte. “Fue para poder llegar a la sesiones de grabación con todo el material caliente, bien estudiado, con detalles, con el laburo que empieza en el ensayo y se consolida en el escenario”, cuenta Varchausky.
Desde el comienzo, recuerda, Lavallén dejó claro que no quería escribir ningún arreglo. No tenía “ni tiempo ni ganas”, pero sí aseguró que iba a “meter cuchara”. “Ahí es donde vino la experiencia más potente de trabajar con él, una experiencia transformadora”, revela Varchausky. “Por más experiencia que tengamos ya, él tiene una lógica para trabajar el material que es muy potente, una lógica en la que algunas cosas se hablan y se discuten y en otras no media la palabra, él tocando te lleva puesto”, describe. A la distancia, el contrabajista reconoce esos ensayos germinales como “desordenados”, “caóticos”, “ruidosos” y “muy intensos”, pero celebra que “así al final la música escrita florece y muta a algo infinitamente mejor”. El Arranque, asegura, “se sacó la grande” en esa colaboración que entre un proyecto y otro ya lleva dos décadas. En este caso puntual, considera el músico, Camaradas “rescata muchísimo de lo mejor de la tradición pero desde hoy”.
“Víctor tuvo mucho que ver con la sonoridad final, su forma de tocar es contagiosa y yo te puedo asegurar que ya no somos los mismos”, señala Varchausky. El sonido del disco es particularmente potente. Si El Arranque suele encuadrarse en una tradición más “gobbiana” del tango, Camaradas suena inevitablemente más puglieseano. “Hay cierto sonido o espíritu puglieseano que atraviesa el disco porque Víctor está muy consustanciado con ese estilo, porque en realidad cuando hablamos de Pugliese hablamos de Plaza, Lavallén y Balcarce, y los tres fueron arregladores fundamentales en los ‘60, ese sonido que uno reconoce sobre todo en el catálogo Phillips”, considera. “Es cierto que hay algo de la fuerza que trae ese estilo y que trae Víctor en su forma de tocar, que es más nuevo para nosotros, que solemos ser más ‘delicados’, ponele, a falta de mejor palabra, por nuestra cosa gobbiana. Víctor trae una fuerza que arenga y contagia a cualquiera. Entonces todo el grupo se sumó a ese sonido”.