El Centro Cultural Caras y Caretas (Venezuela 330) habilitará escena el viernes a las 20.30 para que Gabriela Novaro derrame tangos y demases sobre el público. Es ella una experimentada cantora nacida y criada en Avellaneda, que en 2005 inició su trayecto discográfico a través de Otra historia, lo siguió entre 2010 y 2016 con Abretango y Berretín -este último compartido con el legendario cantor Osvaldo Peredo- y acaba de publicar el último de su zaga a la fecha: Somos lo que nos emociona. “Le puse así buscando una conexión entre los temas, que no tienen necesariamente un vínculo conceptual. Me di cuenta que la unidad venía por el lado de la emoción, que además es el motor que me lleva a cantar, a elegir cada obra, y poderla transmitir con sentimiento”, se expresa ella, horas antes trocar palabras por actos.
Algo de esa emocionalidad irradia cuando se “pica” el disco. Cuando por caso se va de “Valcesite”, pieza de Ana Sofía Stamponi -participación en voz, incluida-, a otra, intensa, desgarrada, de “Sin piel”, de Eladia Blázquez. O se sobrevuela por temas de congéneres que Novaro también decidió grabar, caso “Pasos”, de Malena Muyala, o “Tácito”, de Marisa Vázquez. “Las elegí por su calidad, por supuesto, pero especialmente porque quiero contribuir a la visibilidad del trabajo de tantas compañeras que todavía no encuentran su lugar equitativo al lado de los varones. Es algo que no solo pasa con las autoras, sino también con las músicas de grupos u orquestas”, señala la cantora que milita lo que proclama en el colectivo Tango Transfeminista Hoy. “Se llamaba Tango Hembra pero, bueno, para evitar cualquier idea biologicista se le cambió el nombre”.
-¿La emocionalidad también determina exclusivamente la elección del repertorio que interpretás o a la par influyen otros factores?
-Es central, sí… Está en línea con el título del disco, pero también hay una intención de darle lugar a temas construidos como reflejo de la cultura actual, de lo que nos pasa en este momento, ¿no? Sobre todo pensando en el lugar que hemos ganado las mujeres y las personas con diversas identidades de género, algo que no podía estar presente en los tangos de hace 50, 60 años, que naturalizaban el maltrato hacia la mujer. Acá aparece otro factor, porque efectivamente descarto esos temas de mi repertorio.
-No es el caso de “Viejo rey”, tema que recreás del “Tape” Rubín, Valentín Diment y Fabrizio Pieroni.
-Claramente, porque es un tema compuesto por hombres que se ponen el lugar de la mujer, algo que generalmente no ocurre, al punto de que las mujeres terminamos cantando temas muy “masculinos”.
Entre los tangos clásicos que, según la mirada de Novaro, escapan a las generales “machirulas” de años pasados cuenta “Uno”, aquella perla de belleza inoxidable escrita por Discépolo y Mores en 1943. “Me decido a cantar clásicos cuando siento que puedo decirlos de una manera ligeramente diferente a la de las versiones que tengo escuchadas… Cuando puedo ponerles algo mío, quiero decir, y sobre todo cuando suena creíble. Si no me convenzo de eso, no los canto.
-Hablás de “cantares y decires” ¿Cuánto tuvo que ver tu experiencia cercana con Peredo en la concreción de esta díada?
-Muchísimo. Él decía siempre que el tango es chamuyo, y que a veces hay que cantar menos y decir más, aunque uno tenga la voz y la afinación propicias, porque hay momentos en que la letra manda casi a hablar, o a decir las cosas de una manera que no es exactamente cantada. Esto es lo que intento lograr en la interpretación. Tomé clases con él para aprender cómo hacía para “decir” las letras y hasta tuve el honor de grabar un disco con él.
Novaro descansa también en la solidez de Hernán Reinaudo, arreglador, guitarrista y director musical de su último disco, que será parte de la agrupación que la acompañará en Caras y Caretas, integrada por Matías Rubino en bandoneón, Horacio Cacoliris en percusión, y Néstor Tomassini en clarinete y saxos. “Hernán, además de ser un gran guitarrista, es un gran músico, por su sensibilidad y por su criterio estético. Lo conocí durante la grabación de mi primer disco allá por 2005, y creo que hemos crecido juntos y lo seguimos haciendo en el mismo sentido. Todo se vuelve más fluido y fácil cuando él está”.
-¿En qué otros aspectos has “ganado” en este disco, respecto de los anteriores?
-En flexibilidad y madurez. Siempre nos quejamos de las cosas malas que trae la edad, pero creo que si una continúa siempre formándose, los años son muy enriquecedores. En este sentido, siento que este disco es un gran paso adelante con respecto a los otros, sobre todo en mi forma de interpretar y pensar la música popular.
-Hay además una conjunción entre lo que proponés y cierta literatura universal ¿Podrías desarrollar esta arista?
-Va a estar presente a través de Walter Romero, que además de ser un cantor de tangos genial, es un doctor en literatura francesa experto en Marcel Proust. Se dio que cuando le puse este título “emocional” al disco, me encontré con el trabajo de una filósofa estadounidense llamada Marta Nussbaum, que en su libro Paisajes del pensamiento ha elaborado una teoría sobre las emociones a las que da un gran valor cognitivo, porque nos son útiles a la hora de enfrentarnos con el mundo exterior y abordar objetos externos. En fin, las emociones juegan un papel fundamental en todas nuestras elecciones... en lo que nos conmueve, en lo que nos indigna. En efecto, Marta cita en su libro a Proust, quien decía que la emociones con como levantamientos geológicos del pensamiento, porque sin ellas, la mente sería como una llanura plana que no se proyectaría más allá de sí misma. Romero vendrá entonces para darnos unas pinceladas acerca de todo lo que sabe sobre estos temas.