Desde Río de Janeiro
La elección de Lula da Silva cierra un nuevo período de ruptura de la democracia en Brasil, iniciado con el golpe en contra de Dilma Rousseff, consumado en 2016. Un proceso que también había impedido que Lula fuese elegido presidente de Brasil en 2018 (cuando era favorito para triunfar en primera vuelta).
En lugar de ello, Brasil ha vivido gobiernos de hecho, que han reintroducido el modelo neoliberal, con recesión y desempleo en lo económico, y autoritarismo en lugar de la democracia. Ese período se cierra con la derrota de Jair Bolsonaro, que no ha logrado reelegirse.
La dictadura
Brasil ha tenido la mas larga dictadura militar del Cono Sur (de 1964 a 1985, 21 años), después ha tenido gobiernos elegidos democráticamente del 1990 al 2016, 26 años) y, de nuevo, un período de ruptura de la democracia (del 2016 al 2022, seis años). Y un período de transición democrática de cinco años, del 1985 al 1990). En total, en 58 años, 27 años de ruptura de la democracia, con 26 de continuidad democrática. Prácticamente mitad del tiempo en democracia, la otra mitad no.
A partir del 1 de enero, con la toma de posesión de Lula, Brasil reinicia un nuevo período democrático. El discurso de Lula, el domingo por la noche, fue una especie de discurso de toma de posesión.
Mientras que Bolsonaro, después de 48 horas de silencio absoluto, como si ya hubiera renunciado al resto de su mandato, ha hecho un pronunciamiento de dos minutos (sic). En su breve mensaje agradeció los votos que recibió, caracterizó los cortes de ruta como una reacción al resultado de las elecciones, pero condenó el uso de la violencia. Enseguida, reafirmó sus planteos ideológicos. Ningún reconocimiento de su derrota, ninguna referencia a Lula.
La transición
Enseguida, un ministro suyo afirmó que estaban listos para el procedimiento de transición, que se inició este jueves, con la presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffman, en representación del “presidente Lula”, según sus propias palabras.
El Judiciario ha considerado esos pronunciamientos como un reconocimiento de los resultados electorales y el inicio de la transición hacia el nuevo Gobierno.
Lula ha ocupado, desde el domingo por la noche, todos los espacios políticos. Ha recibido saludos de Biden, de Putin, de Macron, Xi Jinping, entre otros mandatarios. Ha almorzado el lunes con Alberto Fernandez. Ha sido invitado a una reunión global del clima, por el presidente de Egipto, en noviembre. López Obrador lo ha invitado a un otro evento internacional en Mexico, también en noviembre. Lula ha sido invitado a llevar su vision del mundo a la próxima reunión del Foro Economico Mundial, en Davos.
Los dos meses desde la elección hasta su toma de posesión serán ocupados por Lula, ya como presidente elegido. Bolsonaro, después de las 48 horas iniciales de silencio, probablemente desaparecerá de la escena política brasileña.
Apoyos internos
Partidos que lo apoyaban se acercan a Lula para negociar condiciones de adhesión al gobierno, lo cual propiciará la mayoría parlamentaria que Lula necesita. El primero ha sido el Centrao. Los principales gobernadores de provincias también se han acercado para forjar alianzas con el gobierno de Lula, entre ellos los de San Pablo, Río de Janeiro y Minas Gerais.
Lula, a su vez, viaja a Bahía, la provincia que le la dado el mas grande apoyo, así como hará una reunión con los gobernadores del nordeste de Brasil, única región en la que Lula ha triunfado (con el 70 por ciento de apoyo).
Después de meses de tensión y ansiedad, los brasileños viven tiempos de alivio. Ha sido un largo año para los brasileños que han vivido entre las amenazas a la democracia y la esperanza de la victoria de Lula. El resultado apretado ha dado lugar a un clima poselectoral y posBolsonaro.
El legado
No será fácil explicarle a los niños y nietos de los brasileños cómo Bolsonaro ha llegado a ser presidente de Brasil. Y cómo, en el enfrentamiento entre Bolsonaro y Lula, éste ha triunfado por menos de 2 por ciento de los votos.
Pero la misma experiencia de la elección de Dilma, que había triunfado también por un pequeño margen, muestra cómo se vira la pagina de la elección rápidamente. Ella había comenzado su gobierno con el 70 por ciento de apoyo. Lula deberá contar con ese mismo tipo de apoyo, conforme los brasileños pasen de la incertidumbre a un clima de esperanza.
Ya se anuncia que la toma de posesión de Lula será un gran evento, de proyección internacional, que puede llegar a reunir a Biden, Putin y Xi Jinping. Brasil ya vive plenamente el clima posBolsonaro y una vida política protagonizada plenamente por Lula.