Hasta este domingo puede visitarse en el Centro Audiovisual Rosario (CAR, Chacabuco entre 3 de Febrero y 9 de Julio) la cuarta muestra de la convocatoria CIUDAD, por donde ya pasaron Línea ¦ Colectivo de Fotografxs y dos exposiciones individuales de fotos.
Inaugurada el 29 de junio, Lugares comunes es una muestra colectiva surgida del taller de fotografía del Centro de Formación y Capacitación La Bemba del Sur en la UP3 de Zeballos al 2900. Espacio de educación no formal que da talleres culturales a personas en contexto de encierro en el sur de la provincia, "La Bemba del Sur" es una actividad del Proyecto de Extensión Universitaria "Cultura tras los muros. Derechos y prácticas culturales en la Unidad Penitenciaria nº 3 de Rosario", radicado en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario.
Los talleres de comunicación, arte, periodismo, filosofía, informática, música, títeres, teatro, radio, mosaiquismo y cerámica son coordinados por profesionales de carreras de diversas facultades de la UNR. "Bemba", en Cuba, significa labios; en el argot carcelario, se llama bemba a la información que circula de boca en boca, sin pasar por los canales oficiales. Todos los retratos que integran la muestra Lugares comunes fueron realizadas proyectando primero una fotografía significativa elegida por la persona retratada, de tal modo de abrir siquiera imaginariamente una brecha en el muro de la prisión. Este se vuelve como traslúcido, quebrando su opacidad y revelando en cambio algún espacio, algún territorio donde habitan las pasiones y afectos que el sujeto retratado debió dejar en suspenso en el afuera. La foto cumple una doble función: expresar la identidad y rearmar un vínculo.
Cada retrato es una forma de salir. Cada retratado posa con su fondo elegido al modo de un turista que quisiera testimoniar algún encuentro inolvidable. En varias de las imágenes, ese lazo afectuoso que sostiene la vida y la esperanza fue creado en el interior mismo del penal, gracias precisamente al taller, el emblema del cual (una boca de rojos labios carnosos sobre un fondo verde) enlaza en la foto grupal a todos los talleristas, docentes y participantes, en una igualdad que trasciende la segregación de la condena y el encierro.
Sin duda el más conmovedor de estos retratos es el de un joven padre sobre quien se proyecta una foto de su hijita. La niña, que posa sobre una mesa de la casa jugando a lanzar un beso al aire, se ve gigante al lado del papá que se estira como en puntas de pie para ofrecerle la mejilla al beso de la niña. La foto imposible se hace realidad. En el gesto de ponerle el cuerpo, el retratado se desmarca de su lugar construido por la sanción jurídica y la mirada social, condenatorias ambas, para darse una identidad de padre, rol al cual continúa teniendo derecho; en la foto muestra lo mejor de sí mismo, recupera algo del ser que el encierro parece haberle arrebatado. El hogar propio, los amigos, la construcción de la vivienda propia son algunas imágenes que estas personas eligen para sus autorretratos.
El potrero, el estadio del club de fútbol del que se es hincha, el grupo musical de rock o de cumbia que se quisiera seguir yendo a escuchar, la ruta por donde se querría viajar o una vista del lugar de origen son otras de las escenas donde el cuerpo se incluye pese a estar sustraído de los "lugares comunes" de circulación social. Estas sociabilidades interrumpidas se rearman creativamente en un rito inventado, un juego que habilita gestos y devuelve la sonrisa. "Proyección" se puede entender aquí en múltiples sentidos, no sólo en el literal sino como posibilidad de tener proyectos, ser con otros, rescatarse en alguna medida del arrasamiento subjetivo del encierro, rearmar y sostener alguna continuidad entre el adentro y el afuera.
Cabe situar a "La Bemba del Sur" en un mismo universo con proyectos similares, tales como "Foto Crazy", taller de fotografía y escritura en la UP11 de Piñero, que surgió de un pedido de los mismos presos. En un video de creación colectiva producido por ese taller y que ganó el Premio de la Fundación Castagnino para artistas emergentes en el LXIX Salón Nacional Rosario 2015, también se usa el proyector como un recurso para diluir la frontera del muro. Son dos espacios que los agentes externos ("los abrepuertas", como dijo una tallerista) han construido mancomunadamente con los internos dentro de instituciones que los habilitan, y que conviven con las reglas del funcionamiento institucional pero conservando una vital autonomía respecto del mismo.
Son experiencias artísticas y sociales que aún respetando siempre los marcos reglamentarios van un paso más allá de la lógica institucional del encierro, saliendo al encuentro del exterior a través de publicaciones y muestras. Aunque funcionen en una cárcel y expongan sus obras en ámbitos oficiales, tienen la virtud de no ser cooptadas por ningún tercero que las domestique. Se cuidan bien de no escapar de un encierro para caer en otro. Ni la institución penal ni la institución del arte les imponen sus universos de sentido. Sí las pueden hacer trastabillar los recortes presupuestarios, y siempre lidian con las demoras o negativas a la salida temporaria (incluso custodiada), con motivo de una presentación o una inauguración, de quienes logran ser autores de algo bello, y no sólo de un delito.