Está el Sr. Malandro en la plaza pública, sentado al sol, lentes oscuros y camisa desabrochada. Es un cuadro impúdico, es cierto, a nadie le importa pero me gusta señalárselo.

-¿No le parece que está mostrando provocativamente sus pechos?

Se hace el sorprendido y con velocidad de cobra me responde:

-Es lo mismo que pensé al verlo llegar moviendo sus caderas.

-Es que estuve en el Caribe y se me pegó el bailecito.

- Me parece que ese bambolear femenino le venía de antes.

-Uf, ¿vamos a empezar con ironías sexistas?

-Como quiera, a mí me da lo mismo, pero no pueden ver a un santo varón criollo tostándose de antemano que ya lo critican. ¿Será por la envidia de mi pinta, la envidia del pene o la envidia de mi libertad?

-Nadie lo envidia Sr. Malandro. Si usted es tan poderoso como dice ser no debería fijarse en estas nimiedades.

-Es verdad, más bien me fijo en las señoritas que pasean sus mascotas, críos o novios lelos: eso me gratifica mucho más. En esos terrenos soy ganador, aprovechándome de la estupidez ajena.

Lo miro: está aún en buen estado pero la tintura para el pelo lo delata y algunas arruguitas en el cuello también.

-Digame ¿No siente que atrasa? Con esas posturas de galán en penumbras, machista y rata cruel?

No me contesta: esta abstraído en una dama con perrito que pasea junto a la fuente.

-¿Vió que todas las señoras maduras que pasean su pichicho relojean de costado, usando a su animal para mirar el paisaje de hombres? O las que portan bebés, o abuelitas en andadores, o niños con problemas de traslado? Es extraordinaria la gentuza, cómo aprovecha para ficharlo a uno con disimulo.

Me río: -Sr. Malandro usted ni siquiera está en la góndola de ofertas en este expo show de la juventud y la belleza.

Me mira sorprendido, con pena: -Es una lástima que me evalúe tan bajo. Usted no sabe las cosas que yo sé y ni ha cotejado la mitad de mis aventuras.. pero no vale la pena: disfrúteme mientras transcurro estos últimos tres mil años que me quedan por vivir.

-A ver, Sr. Encanto, lo voy a someter a una serie de preguntas, le doy un nombre cualquiera y usted me responde con una sola palabra. O una frase corta.

Resopla como quien está frente a un niño.

-Dele pibe si eso lo satisface, juguemos, empiece.

-Larreta.

- Un hombre con miedo.

-Acuña, la de Educación en CABA.

-Especie rancia. Torva especie.

-Lanata.

-Lo que sobró del Arca.

-José López, el de los bolsos.

-Un actor imbécil. No se le para. Su mujer lo vive retando.

-Centeno. El de los cuadernos.

-Un escriba con cerebro de coleóptero.

-Astiz.

-El Infierno.

-Bonafini.

-Buena puntería. Tiro al pichón.

-Macri.

-Le gusta ser swinger. Cambiar lo bueno por algo berreta. Olor feo que tapa con perfume caro. Le gusta lo perverso. Comprar y vender gente. En un round me lo como. Me quedo con la Awada. Le doy.

-Susana Giménez.

-Le entro.

-Mirta Legrand.

-También le entro.

-Bambino Veira.

-Un clown de risa repugnante.

-Pato Bullrich.

-El Cuco.

-Miguel del Sel.

-Pregunte en los vestuarios amarillos.

-Caputo.

- Un enamorado de los bosques y el maderamen.

-Angel Tulio Zof.

-Un ángel de tipo.

-Abonizio.

- Un aprendiz de provocador. Debió ser futbolista, pero su apellido me desafina

-Fito Páez.

-El supermercado del Amor.

-Angela Merkel.

-Merca psicodélica. Una heladera vestida.

-Putin.

-Alguien fuera del horóscopo.

-Canal 3 y canal 5.

-Sumando da ocho.

Se levanta. Está aburrido, se estira, saca sus cigarritos de hoja, prende uno. -¿Y? ¿Ya está? ¿Para que medio es? Bastante tediosa su encuesta .

Le tiro entonces un apellido como para no perder la marca del delantero.

-Cristina Kirchner.

Hace un gesto y larga unas volutas circulares. Hace señas que me siente junto a él.

-Esto va a ser un poco largo pero usted lo provocó. Empiezo: le hicieron un buco en la cabeza para sacarle un tumor y al tiempo quisieron volver a agujerearla con plomos. El cáncer de su acérrimo enemigo Bonadío se combatía con un medicamento llamado Vincristina. Hay una fundación contra el cáncer que se llama Cris. Pintaron Viva el Cáncer contra Evita. Cositas de la coincidencia si se quiere.

-Bueno, eso fue una anécdota ¿Cómo política?

-Maneja la bocha en un mundo de torpes. Y como son temblorosos y supersticiosos han considerado que ella es imbatible: resiste una operación craneana y balas que se niegan a salir del caño de un revolvito miserable. Solo eso, el resto imagíneselo.

-El resto es lo que interesa. ¿Qué va a pasar?

Me mira con piedad. -Vaya a jugar con las palomas, querido. ¿Porque relaciona el futuro con ella? ¿Piensa que los va a salvar? La salvación depende ustedes

¿Es acaso la Piedra Roseta, el Argamedón para los Malos, la Chica Superpoderosa? Para mí es solo una dama apetecible aún: quisiera que me lleve al sur, al Faro del Fin del Mundo y vivamos una historia de amor, después, después le cuento como seguirá la historia.

-¿Ese es su análisis político?, le murmuro tratando de empantanarlo.

Suspira, se calza en la testa los lentes oscuros, se cierra la camisa.

-La única forma de conocer a una mujer política es estar a solas y de ser posible evitar hablar de temas profundos. Y verla desnudarse.

-Los peronistas montunos lo van a matar por falta de respeto a la Jefa.

Me mira, me guiña un ojo.

-Ellos no saben nada de mujeres. No usan el sentido del humor ni saben seducir. Por eso algunos le tienen pavor. Sus fantasías con ella incluyen sumisión, látigo y ropa de cuero negra.

-Que significa “saber de mujeres”.

-Amar y respetar a la que llevamos dentro. Y no se trata de ponerse pestañas postizas y cambiar de sexo. Solo conociendo la nuestra sabremos mejor de la ajena. La que está afuera y a la que muchos machos criollos como usted cuando están con una la consideran como propia.

-¿Que carajos sabe usted como soy con las mujeres? Me encrespo, le toco el píe con la punta de mis zapatillas.

Observa mi enojo.

-Ah, no sabía que era por ahí que le venía tanta pregunta. Ausencia de sexo. La pandemia lo mató, ¿cierto?

Y se para: lo veo enorme como una sombra sobre mí. Me saca un cigarrillo del bolsillo, lo enciende y echa el humo portentoso.

-Con este perfume a madera quemada de las islas no se puede apreciar la sensualidad del tabaco, ¿no señorita? pregunta a una chica que lleva un fox terrier y una sonrisa que se abre al instante.

-Como una flor, me susurra el Sr. Malandro que siempre adivina lo que pienso.

Y los tres, mujer, perrito y Malandro se van caminando hacia la peatonal como si se conocieran desde siempre.

-Ojalá les llueva, pienso.

El Sr.Malandro se da vuelta y me grita.

-¿Probabilidades? Mañana por la tarde, a eso de las cinco

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