Este domingo comienza la 11º edición del Festival Cartón, el ya tradicional festival de cortometrajes animados. El encuentro de este año promete ser el más grande desde que comenzó hace ya más de una década, pues a las incorporaciones pandémicas de espacios como Octubre TV, el Instituto Municipal de Arte Cinematográfico de Avellaneda (12 de octubre 463 de esa localidad) o el Centro Cultural de la Ciencia (Godoy Cruz 2270), el Festival se dará el gusto de volver a la casa que lo vio nacer: el bar de FM La Tribu (Lambaré 873).
La apertura dominical será en el C3 a las 15 con un encuentro de manga y animé, la primera experiencia de este estilo para los Cartón. Allí habrá charla de especialistas y cosplay, en lo que fungirá de previa a la inauguración oficial del encuentro. En ese acto central se proyectará Entre pitos y flautas, un trabajo del pionero Quirino Cristiani (en cuyo honor se celebra el Día Nacional de la Animación) recientemente recuperado, en diálogo con otras producciones recientes de la industria local.
Esta edición recibió propuestas de 108 países y en su selección oficial cuenta con 190 cortometrajes, de los cuales 132 participan de alguna de sus seis secciones competitivas. Un detalle importante es que Octubre TV emitirá en su pantalla y para todo el país las secciones de competencia. Además, del total de los cortos animados que se presentarán, 117 son de factura nacional.
Si en pandemia muchos festivales –de distintos rubros- tendieron a la virtualización y huyeron de ella en cuanto se aflojaron las restricciones sanitarias, el Festival Cartón mantuvo su principal carta de hibridación: Octubre TV. Es más, el canal digital se convirtió en una de las pantallas centrales de Cartón. “Nos parece re importante esa plataforma. Está bien que Dios atiende en Buenos Aires, pero no todos pueden venir a sacar turno”, comenta Martín Araneda, uno de los organizadores del Festival. “Para nosotros es abrir el juego y que este material tan rico, lo pueda ver cualquiera, aún si no puede venir”, destaca. Es parte, agrega, del espíritu de gratuidad que sostiene el Festival desde su día 1.
Así todo, desde el colectivo organizador celebran el regreso a “la casita con parlantes”, el bar de La Tribu. “El encuentro es necesario. Cada festival tiene su impronta, su personalidad y eso pega con públicos diferentes. En este uno se se puede traer su propio mate, o estar viendo los cortos y que te pase una pizza por adelante. Habrá quien no quiera eso, o elija lugares con otros protocolos de consumo audiovisual, pero este hay quien lo está esperando”, considera Marisa Villalba, una de las iniciadoras del ciclo.
En alguna nota de ediciones anteriores, Página/12 contaba cómo en este espacio era común compartir mesa y destapar una cerveza mientras avanzaba la competencia. Según Araneda, este espacio más informal que representa La Tribu también supone poner en discusión la solemnidad del consumo audiovisual. “Es otro el diálogo que tenemos con el público y nuestro enfoque va hacia el público. Podríamos ser más técnicos, o más top con copita de champagne, que no es nuestro perfil. Cuando charlamos de técnica de animación lo hacemos de frente al público, porque no somos gente de la NASA y queremos que la gente conozca la animación desde un lado más humano”.
Otro eje espiritual de Cartón es su diálogo con las temáticas sociales. Si hace algunos años sus organizadores habían armado convocatorias temáticas específicas, ahora cuentan que se insertan en ellas a partir de lo que los creadores puedan proponer. “Nosotros somos facilitadores dentro de esas aristas. Por eso tratamos de insertarnos con las temáticas siendo sensibles en la escucha a lo que está pasando”, dice Villalba. Su compañero explica la trastienda técnica. “Hacer animación toma tiempo”, zanja. “Es difícil proponer un tema de un año para el otro y que llegue el material a tiempo, entonces siendo prácticos, encontramos que es la expresión misma de la gente la que nos llama hacia algún lugar”, plantea. Si los creadores proponen, Cartón dispone. “Lo que se sostiene a lo largo de los años son las problemáticas de género y de niñez, y últimamente aparece fuerte la cuestión ambiental, entonces está bueno responder a eso y darle un encuadre, dejar que la sección florezca y luego darle un marco”.
Así, este año también habrá un conversatorio sobre la construcción de pantallas para niñez. “No es algo que inventamos nosotros, es algo que atraviesa los discursos y acciones de quienes hacen animación, y eso nos propone hacer un collage, mostrarlo y ver qué pasa con eso”, explica Villalba. “No queremos ser un festival que habla de la otredad, sino donde hablen todes”, plantea. Por eso también el spot del Festival de este año está realizado colectivamente por la red de diversidades y mujeres en la animación RAMA. “Capaz cuesta más laburar así –reflexiona ella-, pero lo queremos metido más políticamente al festival. Somos un festival político en ese sentido, porque no nos queda otra que hacer el festival que somos. Por eso también seguimos enamorados del festival”.