Máximo Kirchner no solo subió la temperatura del peronismo alineado con Cristina Fernández de Kirchner.
En un momento de su discurso en Mar del Plata, en el congreso del Partido Justicialista bonaerense que preside, Máximo Kirchner hizo una exhortación a no subestimar al macrismo.
Sonó a advertencia: “Miren que (ellos) quieren gobernar, ¿eh?”.
Traducción posible: que nadie imagine del otro lado del polo peronista, kirchnerista y del Frente de Todos la existencia de una fuerza sin vocación de poder. Y si Juntos quiere gobernar y el peronismo quiere seguir, debe disputar poder sin ninguna subestimación del adversario.
MK no nombró al Presidente Alberto Fernández. Pero este diario comprobó a través de consultas con varios congresales presentes en el Club Atlético Once Unidos que una frase suya tuvo un destinatario inequívoco. Es ésta: “No puede pasar otra vez en un frente (amplio) que aquellos que se valen de construcciones colectivas, una vez que una construcción colectiva los llevó a un puesto importante inicieb una aventura personal”. Y agregó: “Para aventureros está el turismo”. Más aún: “No se puede poner cara de víctima y de yo no fui”.
El presidente del peronismo bonaerense tuvo en cuenta cada sector de la oposición.
Insistió, como lo viene haciendo, en que más allá de si estuvo bien o no la forma en que protestaron los secundarios porteños la respuesta no podía ser una sobreactuación en el ejercicio de la fuerza.
Volvió a cargar contra la absolutización de la autoridad como valor supremo de la política, en una alusión que tuvo como blancos a Mauricio Macri y a Patricia Bullrich, dos de los abanderados del discurso de orden.
“No es la autoridad lo que hace fracasar la economía, sino ideas que siempre expulsaron a millones al desamparo”, dijo el diputado nacional por la provincia de Buenos Aires.
En el discurso lo escoltaban, entre otros y otras, la vicegobernadora Verónica Magario, la intendenta de Moreno Mariel Fernández, el reasumido intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi, el intendente matancero Fernando Espinoza, los dirigentes de La Cámpora Mayra Mendoza, Wado de Pedro y Andrés Larroque y el jefe político de Merlo Gustavo Menéndez. Intendenta de Quilmes, Mendoza tenía puesta una camiseta de la selección nacional de fútbol que tenía el número 10 y un nombre: Kirchner. Una licencia poética por cierto elogiosa, porque en los partidos de la Quinta de Olivos Néstor Kirchner era un 5 distribuidor de juego más que un 10.
Las alusiones al Presidente no impidieron que Máximo Kirchner planteara como la principal responsabilidad la unidad del peronismo y el Frente de Todos. Y, por la forma en que narró la historia, la unidad debería darse en torno de CFK. “Estemos atentos porque también nosotros tenemos nuestras responsabilidades”, dijo. “En 2017 algunos dudaban de la compañera hoy vicepresidenta”, historió en referencia a las elecciones legislativas de medio término en la provincia de Buenos Aires, cuando el Movimiento Evita apoyó la candidatura de Florencio Randazzo, cuyo director de campaña era Fernández. La discusión pendiente es eterna, porque los críticos de CFK siguen sosteniendo que ella no quiso habilitar una interna y por eso ganó Esteban Bullrich. Pero MK no estaba para seminarios. “Esa derrota en la provincia nos llevó a un diciembre de reforma previsional y después al acuerdo con el FMI del que nos habíamos desconectado en 2005 junto con el Brasil del compañero Lula”.
Rodearon a Máximo, además de las y los integrantes del PJ de la provincia de Buenos Aires, Juan Perón y Eva Perón, presentes detrás.
Sobreimpresas, se iban alternando distintas consignas.
“Soberanía política”, decía una.
“Hay que discutir en serio”, señalaba otra.
Y la que estuvo más tiempo fue una parte de la marcha peronista: “Para que reine en el pueblo/ el amor y la igualdad”.