El destino sorprende a muchos con situaciones y lugares impensados, principalmente cuando la imaginación de la infancia enfoca el futuro hacia otros ámbitos. El que puede dar testimonio de ello es Juan Pablo Ledo, que fantaseó con gritar goles en la cancha de Boca, y hoy recibe aplausos en el Teatro Colón.
El primer bailarín de esa sala se encuentra cerrando el año con Romeo y Julieta (se presenta el martes y jueves próximos), mientras se prepara para observar con detalle todo lo que ocurra en el Mundial de Qatar con Messi y el seleccionado argentino.
"Con la danza comencé a descubrir que era un mundo atractivo, como también lo era el fútbol y otros deportes. Con el fútbol terminé desarrollándome más, y terminé yendo a la escuela de Claudio Marangoni. Estuve dos años con él, me becaron porque era muy bueno, tenía mucha velocidad y sabía gambetear", explica Ledo.
El nació en el Hospital Italiano, y cuando tenía cuatro años su familia se instaló en Villa Adelina, partido de San Isidro. Por ser el varón de tres hijos -Belén y Gretel son sus hermanas- sus padres le inculcaron el deporte desde chico, y en el fútbol comenzó a dar sus primeros pasos.
"Más tarde apareció la natación, el remo -lo hizo en K1 y K2- y el patín artístico también. Hasta hice vela, todo ofrecido por las colonias de verano de San Isidro. La natación la realicé en un club de Beccar, y gané varias medallas. De a poco, con mis hermanas, nos fuimos involucrando en la parte competitiva, al jugar los interclubes, cuando integrábamos esas colonias, donde fui aprendiendo todos los deportes", cuenta el protagonista.
--¿Te llevaron a una escuela de fútbol?
--Sí. La escuelita de fútbol la inicié en el Club Suva (Sociedades Unidas Villa Adelina). Inclusive, ahí también di mis primeros pasos de ballet, porque yo tenía pie plano y una maestra de baile daba clases para niños, con la idea de que yo pueda mejorar el arco del pie. Y mis padres también me mandaron a esas clases.
Ledo realizó el colegio primario en el Domingo Faustino Sarmiento de esa localidad, y luego se tomaba el tren para ir al Nacional Buenos Aires.
"A mí me hubiera gustado tener una prueba en algún club de fútbol, pero a los 12 años la maestra de danza le dice a mi mamá que me lleve al Colón porque tenía mucho talento. El curso de ingreso al Nacional Buenos Aires me quitó tiempo para todo, y me dediqué mucho al estudio ese año, alejándome del deporte. Cuando comienzo el primer año la danza comenzó a tener un lugar preponderante en mi vida", se explaya.
Y va más allá: "Por una cuestión de protección física me fui alejando del fútbol, ya que era una actividad antagónica con la danza. Además, mi papá no era un apasionado del fútbol y así me fui distanciando. Yo soy al revés de él, consumo mucho fútbol, me interesan las tácticas, lo que se comenta sobre determinados equipos, todo".
Ledo destaca que a los 15 años ingresó al Colón y el ballet lo absorbió "por completo. Mis compañeros del colegio me llamaban para jugar al fútbol y no podía ir. Si a esa edad caía en un club seguro que dejaba de lado la danza, pero se dio a la inversa".
--¿Cómo te dejaste convencer por el baile?
--Yo sentía que era un lugar diferente, no había varones donde yo iba, y me fui convenciendo que ahí podía tener un lugar especial. No era normal que fuera bailarín, pero las cosas se fueron definiendo así.
Los viajes le impedían concurrir al colegio con normalidad y el secundario lo terminó dando en condición de libre. "Me la pasaba viajando por el mundo por la danza, fue muy difícil. Ingresé en el baile argentino de Julio Bocca a los 16 años, y mi vida cambió. Cada dos meses estaba arriba de un avión, con viajes de cinco semanas, conociendo teatros por todo el planeta, ciudades y culturas. Todo eso me cambió la manera de entender la vida y las importancias. El colegio terminó siendo la segunda línea, la primera era el ballet", señala.
Uno de su sueños era convertirse en abogado, y con la finalización del secundario se anotó en el Ciclo Básico para comenzar la carrera. "También tardé mucho en recibirme porque lo prioritario era el ballet. Cuando me voy del ballet argentino al Teatro San Martín bailo ahí contemporáneo, donde estuve dos años, y después vuelvo al Colón pero ya a la compañía oficial, y me eligen primer bailarín", resalta.
A su edad, Ledo se encuentra compartiendo escenario con chicas de 22 o 23 años. "Se cambiaron los roles, yo a la edad de esas chicas tuve la oportunidad de bailar con gente como Maximiliano Guerra y Eleonora Cassano", aclara.
--¿Podés disfrutar la danza como si fuera fútbol?
--Lo que sé es que la danza la puedo disfrutar más a esta edad, y llevar una vida sana me ayudó para llegar hasta acá. Bailando Romeo y Julieta, que es uno de los más difíciles, me da la pauta que puedo seguir un tiempo más en el alto nivel.
--¿Y cuando dejes de bailar?
--El día de mañana, cuando me aleje, tal vez le dedique la misma pasión a la abogacía, o quizá me vea haciendo gestión, trabajando desde la parte artística. Me encantaría, desde lo artístico, tener un vínculo con el fútbol, y que pueda surgir algo integral en ese aspecto.
Ledo seguirá sintiendo placer arriba del escenario, y al mismo tiempo hará fuerza para que la Selección Argentina logre ese sentimiento en la Copa del Mundo, donde alguna vez se imaginó cuando pateaba en Villa Adelina.