Veinte años se cumplen desde que Franco Luciani tenía otros tantos y maravillaba a propios y extraños durante el Festival Pre Cosquín 2002, donde ganó el certamen en el rubro solista instrumental, y durante el Festival mismo, que lo premió como Revelación. Apenas conocido entonces por fuera de los lindes de su Rosario natal, empezaba a dar un giro nodal –además— gracias a un muy buen disco debut llamado Armusa, en el que marcó territorio a través de sorprendentes standards instrumentales de folklore y tango, que lo llevarían por un virtuoso sendero de diez discos e infinitos quehaceres con grandes músicos y músicas del orbe americano. “Como vivencia profesional y también sentimental se me viene a la cabeza la gira por Europa que hice como invitado especial de nuestra enorme Mercedes Sosa, en 2008. Inolvidable”, evoca Luciani, a punto de celebrar sus dos décadas de armónica, viajes y discos con dos fechas.

Una en su natal Rosario (martes 8 de noviembre a las 20.30 en la Sala Lavarden, de Sarmiento y Mendoza); otra en su adoptiva Buenos Aires, el jueves 10, a las 20, en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151); y en ambas, acompañado por Leonardo Andersen, en guitarra; Pablo Motta, en contrabajo, y Bruno Resino, en percusión.

Se intuye, tras tanta pieza versionada durante dos decenios, que habrá sido un lío para Franco armar un repertorio para ambas fechas. Lo primero que descartó fue un orden cronológico “por disco”. Y lo primero que privilegió, en cambio, fue reavivar obras que no suele tocar. “Realmente no fue fácil pensar un repertorio para este aniversario… tratar de representar todo, así sea en un pantallazo en un concierto, porque he participado de muchos proyectos en muy diversos formatos. Pero sí habrá alguna obra de algún disco que no suelo tocar y que será preparada para la ocasión, así como también temas comunes al repertorio actual y de lo que se viene”, anticipa el músico, pensando tal vez en alguna pieza del disco folklórico próximo a ver la luz.

--Rosario siempre estuvo cerca para vos, y no podía faltar. ¿Cómo es tu relación con esa ciudad, desde que trasladaste a Buenos Aires?

--Rosario siempre estuvo cerca, ¡claro que sí! Y siempre está cerca de mí. Es una pertenencia presente día tras día. Como dice Zitarrosa: "cuanto más lejos te vayas...", ¿no?, pero no es un mandato. Es del corazón, simplemente. Pienso que no podría ser de otra manera. Sus calles, su historia, mis recuerdos de los que estoy hecho, la familia, mi Rosario Central… Todo. Uno está hecho de todo eso y la música lo contiene. La frase: "Que cosa Rosario, cuanta música!", me genera un bello compromiso que llevo con orgullo. Gran parte de mi formación la hice en mi ciudad y también los primeros pasos con la armónica.

--¿Y en qué aspectos “te completó” Buenos Aires?

--Particularmente en el tango, que terminó de apasionarme aquí. Más allá de que ya había nacido ese amor en Rosario, aquí se terminó de sellar. También se dieron posibilidades de otras aperturas de género aquí, en Buenos Aires.

Aquí en la selva urbana, donde Luciani grabó buena parte de sus discos, además de sus numerosísimas participaciones en proyectos de otros/as artistas, desde Mercedes Sosa hasta Pedro Aznar, pasando por Egberto Gismonti, Lila Downs, León Gieco o Divididos y, claro, el maravilloso Proyecto Sanluca, con formó con Raúl Carnota y Rodolfo Sánchez a fines de la primera década del siglo, y selló la alianza con un disco que cada día envejece mejor. “Algo del trío seguro será también parte del repertorio a modo de homenaje pero como una pincelada, porque sería muy difícil recrearlo sin Raúl. Es un disco que quiero muchísimo el que grabamos, y otra etapa realmente muy bella de mi carrera, de mucho aprendizaje, muy intensa, dado los viajes que hicimos a Europa, Canadá, y hasta tocamos en Shangai… en fin, con Raúl fuimos amigos, fue un maestro para mí. Lo extraño mucho.

Entre quienes tuvo cerca y partieron, Luciani también extraña a Mercedes (“una persona sencilla, solidaria, con una fuerza difícil de reemplazar”, define), a Rodolfo García y a Caracol. A “Rodo” “por gran tipo, gran artista y gran trabajador del arte”, y al cantor de tango, porque se fue temprano. “Ahora me viene a la memoria también Ildo Patriarca, tremendo acordeonista con el que compartí mucho en mis inicios”.

--Se te presenta a veces como “el multipremiado artista…” ¿qué sentís cuando se refieren a vos de esta manera?

--Los premios son reconocimientos muy importantes a los cuales les doy mucho valor, pero son el resultado de un trabajo y entrega previos, que no buscan otro resultado que el crecimiento artístico y profesional. Digo, si no se me daba el de aquel Pre Cosquín de 2002, tal vez directamente ni decidía mi camino con la armónica. Los valoro mucho, sí.

--¿Y entre tus discos cuál valorás sobre otros, en este momento apto para balances?

--Es una pregunta de respuesta imposible para mí. Cada uno es la fotografía de un instante histórico, de una etapa de su carrera. Y también porque son formatos y estéticas muy diferentes entre sí. Cada uno tiene lo suyo. Armusa fue el primero; Armónica y tango, con Daniel Godfrid, el primero grabado en Buenos Aires; Tango Improvisado con Colángelo, al igual que el de Sanluca, resaltan por ser grabados con referentes históricos; Anda en el aire por ser el primero en el que comienzo a cantar… en fin, casi que estoy nombrando todos los discos (risas), hasta acá llegamos.