Tras meses de trabajo, finalmente, desde el 1° de noviembre, quedó inaugurada la muestra "Estar Estando. Terrorismo de Estado, Memoria(s) y Resistencia(s) en Jujuy", que busca visibilizar el terrorismo de Estado durante la última dictadura militar en la provincia. Se trata de una iniciativa que se gestó de manera conjunta entre el Museo Nacional Terry, el Archivo Nacional de la Memoria (perteneciente a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación), organismos de derechos humanos y familiares de desaparecidos y sobrevivientes de la última dictadura militar de Jujuy.
Hasta el 25 de febrero quienes estén en Tilcara podrán pasar por el Museo (frente a la plaza) a ver una de las muestras más conmovedoras de los últimos años. Así lo hicieron sentir familiares y sobrevivientes cuando decidieron entregar las pertenencias de sus seres queridos. La muestra se conforma de objetos cotidianos de personas que fueron detenidas y que permanecen desaparecidas hasta la actualidad.
Entre lo recolectado, hay un vestido, una máquina de escribir, un casco de minero, cartas, diarios, rosarios, objetos que pertenecieron a las 138 personas nacidas y/o secuestradas en Jujuy durante la última dictadura cívico militar. Esa instalación se transformó en un homenaje a cada una y en la revindicación de sus ideales. Pero la muestra no se queda allí, sino que suma un mapeo que exhibe el despliegue del aparato represivo en la provincia de Jujuy, donde se incluyen los 20 centros clandestinos de detención que existieron.
"'Estar Estando' es un proyecto que buscar contribuir con la tarea de mantener viva la memoria de los detenidos desaparecidos y visibilizar el accionar del aparato represivo del terrorismo de Estado en la provincia", dijo el director del Museo Nacional Terry, Juan Muñoz, algo que sin dudas se logró con creces. También aseguró que se pretende "celebrar y acompañar la lucha de los organismos de derechos humanos y familiares y sobrevivientes".
La muestra comenzó a prepararse el año pasado con la visita del equipo del Terry a las casas de familiares y sobrevivientes. De allí florecieron diversos testimonios, que también pueden encontrarse en las redes oficiales de la institución. Uno de ellos es el de Oscar Alfaro, ex preso político, quien contó que comenzó con una militancia más fuerte "tratando de revindicar la memoria de mis compañeros desaparecidos".
Alfaro relató que en la residencia donde él vivía, en San Salvador de Jujuy, fueron desaparecidas seis personas, mientras que de los compañeros de promoción de la Escuela Normal aún siguen desaparecidas dos. En su caso, estuvo detenido en el centro clandestino de detención y torturas de la localidad de Guerrero, a 28 kilómetros de la capital provincial. "Luego me traen a (la cárcel de Villa) Gorriti y de Gorriti, a estos vuelos de la muerte en La Plata", recordó.
"Creo que es fundamental revindicar la lucha de ellos. Siempre pienso que ellos hubieran hecho lo mismo por mí", destacó.
Ritos y consignas
El día de apertura de la muestra el afecto se expresó en cada abrazo, en las palabras y también en los silencios de las personas asistentes. Ese sentimiento quedó aún más manifiesto en el homenaje que se hizo a las y los detenidos, a partir de una mesa de ofrendas por el Día de las Almas o el Día de Todos los Santos. El día anterior al 1° de noviembre se realizó una amasada colectiva para preparar las ofrendas, después se preparó la mesa, donde se colocaron fotos de las víctimas junto a flores y panes con leyendas como "Son 30.000" o "Nunca Más".
La mesa de ofrendas hizo que todo fuera más conmovedor. Tenía potencia y fuerza. "Fue bastante emocionante porque veo que ese acto, que para nosotros es muy importante y reconfortante, se va replicando en lugares más institucionales", expresó Virginia Díaz, hermana de los desaparecidos Carlos y Guillermo Díaz, éste último visto por última vez en centro clandestino de Guerrero.
Hace décadas que Virginia junto a otros familiares llevan ofrendas a las puertas de Guerrero. Lo empezaron a hacer por invitación de los vecinos y vecinas de lugar, quienes aseguraban que, luego de los años de dictadura, "durante la noche se escuchaban gritos, llantos y lamentos". "Por las creencias del norte, sabemos que son almas que están penando y necesitan de hacer una misa y llevarle una ofrenda", contó a Salta/12. Eso fue lo que se empezó a hacer.
"Nos contaban los pobladores que desde el momento en que se hicieron las ofrendas, ya no se escuchaban gritos de dolor", agregó Virginia. Manifestó que esta creencia es algo muy presente e importante en la Puna jujeña, razón por la cual aún se sigue haciendo cada 1° de noviembre.
No obstante, ver la ofrenda en las instalaciones del Museo le reafirmó la necesidad de "seguir sembrando la memoria para que estos hechos horrorosos no vuelvan a pasar nunca más". Los desaparecidos y las desaparecidas también tienen sus propios modos de estar, porque no es cierto que no existan más: ellos y ellas están presentes, se los sigue buscando, pero además siguen "inspirándonos, dandonos ánimo, exigiéndonos y haciéndonos hacer, como dice Vincianne Despret".
A las ofrendas tampoco les faltó canto. Copleros y copleras también rindieron su homenaje."Ni olvido ni perdón, cárcel a los genocidas/ Pueblo que tiene memoria, pueblo que nunca olvida", se entonó en el ritmo melancólico de la copla. Una de las voces fue de la coplera de Purmamarca Laura Beatrí}iz Vilte, hermana de Marina Vilte.
En los audiovisuales de Museo, Laura también brindó sus testimonio y recordó que a su hermana la detuvieron el 24 de marzo de 1976. Fue llevada a la cárcel de Gorriti, donde "entra silbando la marcha peronista, como desafiando a la Policía y a todos". "En la cárcel canta coplas todo el tiempo, animando a sus compañeras que estaban detenidas. Cuando sale, ella dice: 'yo no voy a claudicar'", relató.
Natalia Magrin, directora de gestión de Fondos Audiovisuales del Archivo Nacional de la Memoria, celebró el trabajo mancomunado y la inauguración de la muestra. Destacó la "política del afecto" que estuvo en la inauguración de la muestra y que atraviesa también a las políticas de memoria, verdad y justicia, que impulsan desde la Secretaría de Derechos Humanos.
"Creo que esa política del afecto y la dimensión amorosa en la que pensamos las políticas de memoria son también parte del legado de las Madres y las Abuelas, que nos han orientado y son una brújula y un faro para pensar cómo llevar adelante los trabajos", expresó.