“La profunda división en la que vivimos como sociedad es un motivo de escándalo y es causa de perplejidad para muchas personas” afirmó el obispo Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), al hablar en la misa de apertura de la asamblea que los obispos católicos están realizando esta semana en la localidad bonaerense de Pilar. Del encuentro participan más de un centenar de obispos de todo el país.
En la homilía, que sirve también de encuadre de las deliberaciones, Ojea hizo referencias tanto a la situación del país como a cuestiones internas de la comunidad católica que transita en estos momentos una etapa sinodal, de evaluación y revisión, a la que ha sido convocada toda la Iglesia del mundo por el papa Francisco. “El comienzo del Proceso Sinodal es un intento de construcción de la unidad que hace la Iglesia frente a un mundo colmado de desencuentros para sanar las heridas de la violencia y de los enfrentamientos”, sostuvo el obispo.
“La pandemia no nos ha dejado un mundo mejor, sino una nueva pandemia de graves desequilibrios y rupturas”, afirmó el presidente del Episcopado, quien también señaló que “la cuestión que más nos aflige en este tiempo son las hondas fracturas en el cuerpo social”.
En su homilía, el obispo de San Isidro puso acento en la importancia de la escucha tanto en la sociedad como en la Iglesia. “El inicio de un camino de diálogo y de encuentro está en la escucha”, afirmó. Y refriéndose al momento que transita la propia Iglesia subrayó que “la experiencia del Sínodo nos va mostrando que nuestro pueblo necesita ser escuchado, no solo para recibir respuestas sino sentirse escuchado”. Según Ojea, “esto es lo propio de la simetría moral que merecen las personas y que la sociedad espera de la Iglesia” y “el clericalismo con su lógica de privilegios ha sido una gran piedra en el zapato para el cuerpo eclesial de la Iglesia”.
En otro momento se refirió a la cuestión de la identidad. “Muchos creen que la identidad se construye diferenciándonos, marcando nuestra diversidad en el modo de pensar y de sentir con el otro”. Sin embargo, agregó, “afianzar la identidad diferenciándonos de los demás es propio del adolescente que piensa crecer afirmando sus diferencias y sus distancias con el resto”. Y reflexionó Ojea que “tanto la división en la que vivimos, como el clericalismo, se desarman con una escucha que no es un mero poner el oído, sino el ferviente deseo de entender y discernir en un diálogo sincero que es lo que el Espíritu Santo le dice a la Iglesia”.
En otro momento, el presidente de la CEA afirmó antes sus pares reunidos que “en estos tiempos muchos son críticos de la Iglesia, críticos de nosotros los obispos y sus actitudes nos resultan molestas, pero más allá de hacerles lugar a los que nos dicen, podemos ser hospitalarios con las personas y buscar la comunión”. Y les propuso “vivir la escucha como una verdadera acogida. Abrir y no cerrar es el camino de la identidad eclesial. Es lo propio de una Iglesia en salida que busca penetrar la nueva cultura con la frescura del evangelio” señaló.
Dentro de su agenda, los obispos también analizarán la situación del país en todas sus aristas e intentarán establecer parámetros para su acción pastoral. “Hemos comenzado a hablar en nuestra Asamblea de la situación del país y de cómo acompañar mejor desde la pastoral de la Iglesia a nuestro pueblo”, recordó Ojea. A lo que agregó que “sin la fe es imposible mirar y entender bien la realidad” porque “el mundo se vuelve opaco y los caminos se presentan sin salida”. Tras recordar y valorar recientes manifestaciones masivas de piedad popular, el titular del Episcopado católico apeló a la necesidad de la “cercanía” de los pastores con el pueblo porque “nuestra cercanía es el principal instrumento evangelizador” y terminó su intervención deseando que “a través de este tiempo duro y difícil podamos crecer en la esperanza y ser cada día más fieles a nuestra vocación de pastores”.