¿Adónde va lo que desaparece? se preguntó Ariel Di Marco cuando su madre murió y enseguida vino a su cabeza el amor que ella sentía por los perfumes. Y con esa misma idea armó Escrito en el aire, una muestra de fotos que puede verse en el espacio Desastre de la Ciudad de Chascomús.
“Hasta donde sé, a Mater siempre le gustaron los perfumes. De chico cariñosamente me llamaba patchouli, que es uno de los ingredientes más usados en la creación de fragancias. Durante el tiempo que duró su enfermedad, fue casi lo único que siguió disfrutando plenamente. A dos años de su muerte volví sobre su colección: a oler, a recordar, a imaginar”, explica Ariel a Las12 sobre la idea de la muestra. “Estas fotos son algunas de las que saqué para conjurar ese misterio. Las lágrimas también se evaporan”, explica Ariel.
Desde que su madre se enfermó, Ariel sintió la necesidad de hacer algo con eso: “quise escribir algo como sus memorias pero no tuve la paciencia y además ella tuvo un ACV como consecuencia de un accidente automovilístico y su memoria se dañó severamente… quedó postrada y sin poder ver y estuvo así al cuidado de mi viejo durante 13 años”.
En 2019, haciendo un seminario de arte en espacio público, apareció la idea de soltar sus perfumes en los espacios de la ciudad en los que a ella le gustaba transitar, algo así como liberarla de su cuerpo, pero Ariel explica que “nunca logré explicarle el proyecto y aparte era como tirar al aire algo que ella quería, así es que se archivó ese plan”. Dos años después de su muerte pudo reconectar con sus perfumes (más de 100 en su colección) y empezó a olerlos, a recordar (a llorar también) y a hacer lo que le sale más naturalmente: fotografiarlos. Y según cuenta, fue apareciendo la idea del frasco como un organismo, la idea de los humores y también el hecho de que se gastan (como nosotros) y si los dejás en contacto con el aire se evaporan. “De a poco fui tratando de desarrollar esas ideas de manera cada vez más consciente. Me parecía que tenía que ser como fotografía de producto pero imperfecta, con pelos, óxido, huellas y demás marcas corporales que intenté hacer evidentes”, explica Ariel sobre el proceso de la muestra.
“Me concentré en la unidad frasco (por sobre la posibilidad de hacer detalles y abstracciones de formas y colores) y en el vacío que se manifiesta. No es un laburo antropológico (cuantos perfumes usaba, cuáles, por qué los elegía) aunque algo de eso está, sino un recorte en función de lo que fui encontrando al fotografiarlos”, dice el artista sobre el proyecto.
Como una continuidad de la vida, Ariel rescata que durante el armado de la muestra, sus hijos y otres niñes jugaron a construir torres con las cajas de los perfumes: “un amigo me había sugerido ponerlas en el piso pero no llegué a tiempo a acomodarlas, las conservé igual y los pequeños que vinieron las usaron para jugar y construir torres”.
Ariel nació en Buenos Aires, en 1976. Es realizador cinematográfico por el IDAC y profesor de Filosofía por la UBA, donde se desempeña como docente desde 2003. Como realizador dirigió ciclos para el canal Ciudad Abierta, Paka-Paka y Encuentro. Fundó en 2003 su propia productora audiovisual ADOLINDA FILMGROUP, con la que produjo y dirigió el falso documental Kara, el cortometraje de animación stop-motion Tokwaj, el tío travieso y el largometraje A la orilla de este mundo, una co-producción Franco-argentina que contó con el apoyo del INCA. Esos trabajos participaron respectivamente del Festival de cine de Mar del Plata (2005 y 2013) y BAFICI (2009 y 2011). Dirigió el videoclip de animación stop-motion Tonta luz de las cosas (remix) para Luis Alberto Spinetta (2004).