Recuerda el medio especializado en artes DesignBoom que la “arquitectura hostil” es un recurso del diseño de los espacios públicos que, mediante ciertos detalles deliberadamente incómodos, busca desalentar que la gente los habite; especialmente “intenta impedir que gente sin techo los use como puntos de descanso temporales”. A través de, por mentar algunos casos, poner asientos con divisiones para que personas no puedan echarse horizontalmente; pinchos bajo los puentes; alfeizares inclinados, etcétera. Claro que esta visión efectivamente hostil -y muy jorobada- de la planificación urbana no contaba con la astucia de Sarah Ross, artista estadounidense que tradujo su objeción a esta modalidad en un acto satírico, y desafiante.

¿Cómo? Creando Archisuits, tal el nombre del proyecto de su autoría que customiza conjuntitos de pilcha deportiva para adaptarse perfectamente a rincones públicos que pretenden repeler a la gente. Así, frente a bancos, cercas y fachadas de edificios que suscriben a la arquitectura hostil en Los Ángeles, California, Ross responde con jogginetas especialmente diseñadas para amoldarse a esos sitios, permitiendo que la persona se siente o acueste plácidamente. “Estos trajes permiten a quien los usa encajar en estructuras pensadas para alejarlos, como un brazo de la ley que utiliza el entorno urbano para vigilar y controlar cuerpos racializados, estereotipados, clasificados. Los Archisuits sugieren que cualquiera podría resistir no solo estando presente sino estando presente cómodamente”, la declaración de intenciones de Sarah, cuya obra ha vuelto a ser noticia en cantidad de medios especializados, aunque –todo sea dicho- tiene ya unos cuantos años.

Cabe aclarar que el proyecto fue pergeñado hace más de una década, aunque haya vuelto a prender el interés de medios a lo largo estas últimas semanas pasados; medios que recalcan -por si las mosquitas- que la vigencia del trabajo de Sarah Ross es total. Mal que nos pese.