La caída 7 puntos
México, 2022
Dirección: Lucía Puenzo
Guion: L. Puenzo, María Renée Prudencio, Tatiana Mereñuk, Mónica Herrera, Samara Ibrahim
Fotografía: Nicolás Puenzo.
Duración: 94 minutos.
Intérpretes: Karla Souza, Hernán Mendoza, Dèja Ebergenyi, Enrique Singer, Christian Vázquez, Claudia Lobo.
Estreno de hoy exclusivamente en Atlas Paseo Alcorta; a partir de mañana en Amazon Prime.
“Estamos tan cerca…”, le dice la madre a Mariel. Los Juegos Olímpicos están a un paso, y por lo visto nadie quiere perder la oportunidad de llevarse el Oro a casa. Ni aunque para eso haya que callar lo inconfesable. Es la última oportunidad deportiva de Mariel, que ya está grande para seguir compitiendo a ese nivel, y en el aeropuerto todos vivan a México, entusiasmados. Hay esqueletos en el placard del equipo de clavadismo femenino mexicano, pero nadie quiere verlos. Ni siquiera la víctima. Ni siquiera Mariel, que sabe de qué se trata, porque ya pasó por eso. Mariel, que ve lo que está pasando como si proyectaran de nuevo su vida ante sus ojos.
Basada en un caso real ocurrido en 2004, en los prolegómenos de las Olimpíadas de Grecia, la primera película que dirige Lucía Puenzo en casi una década (la anterior, Wakolda, es de 2013) investiga de qué modo se arma un abuso. Con qué clase de mentiras, complicidades, silencios, miedo, ingenuidad, máscaras amables y amistades que funcionan como un candado en la puerta del placard. Filmada en México con elenco íntegramente de ese país, coescrita por la realizadora, La caída hace foco en Mariel, la gran estrella del clavadismo (Karla Souza), para quien éstos serán los segundos Juegos Olímpicos, y los definitivos. Las presiones son muchas, pero su entrenador, Braulio (Hernán Mendoza), que la conoce desde hace años, está ahí para apoyarla. La competencia es por parejas, y por un accidente en la piscina Mariel se ha quedado sin la suya. Braulio tiene remplazante. Se llama Nadia y tiene 14 años. ¿Poca edad? La misma que tenía Mariel cuando compitió por primera vez. A poco de ingresar Nadia al equipo, explota la bomba: su mamá denuncia abuso por parte del entrenador. Sesionará un tribunal, pero la sesión se cierra con un testimonio sorprendente.
Coproducida por la propia Karla Souza a partir de su idea original, La caída no sería lo que es de no ser por ella, y sobre todo por la relación que establece con la cámara llevada por Nicolás Puenzo, hermano de la realizadora. Tan contenida como quien conoce un secreto y no se atreve a develarlo, por miedo a dejar expuesta la herida, Mariel es una olla a presión. Tendrá un único estallido y una rebelión, un último gesto de coraje. Con una puesta en escena precisa, fluida y funcional, la cámara se concentra obsesivamente en ella, cercándola en reiterados y largos primeros planos. Planos fijos, sin ningún “chiche” que distraiga de ese rostro. Una secuencia entera está narrada en un único plano, sostenido sobre la angustia de la protagonista, mientras el resto de la acción queda fuera de campo.
Lo de Karla Souza, notable, es lo contrario de la gesticulación. La cámara la filma por dentro, porque todo lo que le pasa al personaje pasa por detrás de su máscara. Pero Souza no sobreactúa ni siquiera la represión de las emociones, confía en que su rostro y la cámara sabrán sugerirlas, sin necesidad de endurecer los músculos. En un buen retorno para la realizadora de XXY --que en las tres series que filmó en los últimos años (aquí, en Chile y en México) había alternado altos y bajos-- el resto del elenco está parejamente excelente. Sobre todo, por razones obvias, Hernán Mendoza.