Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), América Latina tiene un recurso fundamental para convertirse en “actor de primer orden” en lo referente a la agenda climática.

Según remarcó el responsable de Latinoamérica de la OCDE, Sebastián Nieto, en el marco de la COP27, en Egipto, la región tiene a su favor varios factores: concentra la mitad de la biodiversidad mundial, produce un 33% de su energía de fuentes renovables -frente a una media mundial del 13%-, y atesora elevadas reservas de minerales esenciales en la transición ecológica como son el litio (61%), el cobre (39%) y el níquel (32%).

Además, sus emisiones de gases de efecto invernadero son inferiores a las emisiones per cápita de regiones con niveles de desarrollo similares.

"¿Cómo puede América Latina tener un papel en la agenda internacional? Para mí es a través de la agenda verde", opinó Nieto, jefe para América Latina y el Caribe del Centro de Desarrollo de la OCDE.

Nieto destacó además que el desarrollo exitoso de la agenda verde podría crear de aquí a 2030 un 10,5% más de empleos netos formales, en sectores como la gestión del agua, la alimentación y el turismo sostenible, como recoge el último informe anual sobre América Latina de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, publicado esta semana.

El potencial del hidrógeno verde

"Hay un potencial para seguir promoviendo mayores fuentes de energía renovable en la región", en particular el hidrógeno verde, en países como Chile o Argentina, agregó Nieto.

El ministro chileno de Economía, Nicolás Grau, hizo precisamente en septiembre una gira europea para captar inversionistas interesados en el hidrógeno verde, que se obtiene a partir de fuentes renovables.

"América Latina es un aliado fundamental para Europa en la agenda verde", añadió el funcionario.

Escenario poco alentador

Si se cumplen los pronósticos elaborados por Naciones Unidas, el calentamiento global en torno a los 2,5 ºC respecto a la era preindustrial le costaría a América Latina entre un 1,5 y un 5% de su PIB de aquí a 2050.

Según Nieto, en ese escenario, las poblaciones más afectadas serían las que viven en zonas remotas y costeras, especialmente en el Caribe, y las poblaciones vulnerables de las ciudades. "Hay un efecto asimétrico y aumentaría aún más las desigualdades", concluyó.