Este documento, que se resume a continuación, concreta una actualización de las orientaciones generales que han regido al Plan Fénix, a los 20 años de creación de este grupo de reflexión. La Argentina no sólo ha tenido dificultades para mantenerse en la senda de crecimiento con equidad, sino que además ha reincidido en un endeudamiento perverso. Nuestra tarea mantiene entonces plena vigencia.
En el documento hemos delineado un conjunto de aportes para la formulación de una estrategia que nos permita transitar una vía virtuosa. Entendemos que los lineamientos generales que proponemos son ineludibles Ellos proponen una articulación entre la utilización de recursos primarios y el desarrollo de capacidades en los sectores industriales y de servicios modernos. Todo ello apuntalado por una sólida red que asegure la inclusión y el cierre de la pronunciada brecha social.
Este camino es entonces posible en la medida en que se torne en convicción para una mayoría crucial de actores. Ésta es la batalla que deberá darse si se aspira a un patrón de desarrollo sostenido, equitativo y ambientalmente sostenible, que apunte a terminar con los inadmisibles niveles de pobreza de hoy día. Trabajamos desde esta Cátedra Abierta para que las mayorías encaren y venzan esta batalla.
El proyecto de desarrollo que proponemos se articula en grandes pilares que lo sostienen y, a su vez, en ejes transversales que lo contienen.
Los pilares son:
1. La matriz productiva.
2. Agricultura en gran escala y agricultura familiar.
3. Desarrollo científico y tecnológico.
4. La transición energética.
5. Infraestructura y servicios colectivos.
Los ejes transversales son:
1. Empleo, distribución del ingreso y políticas sociales.
2. Economías regionales y reordenamiento territorial.
3. El comercio internacional.
4. Política crediticia.
5. Ambiente.
Principales ideas
* La Argentina no es un país pobre, sino un país desquiciado por políticas económicas erradas o inconsistentes. El país dispone de recursos humanos y materiales suficientes como para encarar un proceso de crecimiento sostenible e inclusivo.
* A este efecto, existen experiencias en diversos campos -desde la explotación agropecuaria moderna hasta el desarrollo satélital y nuclear- que evidencian sobradas capacidades técnicas y organizativas.
* Más allá de eventuales restricciones o “trampas”, es la carencia de inversión lo que se constituye en el verdadero impedimento para lograr una senda deseable.
* No es subordinando al país a dictados de las finanzas internacionales, a la búsqueda de brindar “señales amigables”, que se logrará un flujo inversos robusto. Las experiencias de 1976-81, 1989-2001 y 2015-19 son elocuentes en cuanto a los resultados obtenidos, caracterizados por el estancamiento y el sobreendeudamiento.
* El único ensayo alternativo desde la dictadura militar tuvo lugar entre 2003 y 2015. Si bien se registraron logros significativos (fue el período más largo en el que la Argentina no mantuvo acuerdos con el Fondo Monetario Internacional), no logró constituir un patrón sustentable, por lo que chocó ante la restricción externa.
* La configuración de un programa viable de crecimiento demanda ante todo la convicción de que otra vía es posible. Esta convicción debe traducirse en activas políticas estatales. Ningún país periférico logró niveles sustantivos de crecimiento por la mera operación de los mercados.
* Se trata ante todo de vertebrar un programa coherente, macroeconómicamente fundamentado y con claridad en cuanto a los objetivos y metas a alcanzar. En lo macroeconómico es indispensable superar el bimonetarismo, por ser una vía que genera expectativas de ganancias especulativas que atentan contra las inversiones.
* El crecimiento debe asentarse en un patrón que combine ventajas comparativas naturales -tanto agropecuarias como mineras- y desarrollo industrial y de servicios modernos. La dotación de recursos naturales no es suficiente para dar cabida a la totalidad de la población, pero constituye una indudable potencialidad que debe ser explotada en condiciones de sostenibilidad ambiental.
* Esta estrategia demanda políticas dirigidas a sectores y cadenas productivas, cuidadosamente diseñadas, considerando el escenario deseado, en términos de productividad y balance de divisas. Se priorizarán aquellas opciones que impliquen cambios tecnológicos profundos.
* La transición energética hacia fuentes renovables podrá aprovechar la ventana abierta para el gas natural, un recurso que en su forma no convencional es abundante. Se demanda definir, de todas formas, si la opción de largo plazo será hacia la movilidad plenamente eléctrica o si se recurrirá a la alternativa del hidrógeno.
* En cuanto a la infraestructura y los servicios públicos se apuntará a marcos regulatorios sólidos, que incluyan objetivos de política sectorial. La participación del Estado responderá a criterios particulares en cada caso. Se atenderá tanto a criterios de soberanía como a la conveniencia de constituir capacidad empresarial en el ámbito del Estado.
* Se propenderá a la formalización y dignificación del empleo combatiendo las formas precarias de inserción laboral. Al respecto, las pequeñas y medianas empresas tendrá un rol preponderante.
* La política comercial apuntará a diseñar una adecuada inserción de la Argentina. No es a través de aperturas indiscriminadas que se podrá estructurar un crecimiento sostenible. Esto implica recurrir a las herramientas de regulación del comercio disponibles. Un acuerdo como el que se ha propuesto con la Unión Europea no parece una vía deseable en la medida en que implica renunciar a instrumentos propios de una estrategia de desarrollo, obteniéndose a cambio una mera apertura de mercados para productos primarios.
* El sistema financiero debe abandonar la configuración adoptada a partir de la reforma de 1977 (banca universal, prevalecientemente extranjera y vinculada al arbitraje financiera) y apuntar hacia una oferta de crédito volcada hacia la producción. Una mayor profundidad del sistema bancario podrá contribuir con financiamiento al modelo de desarrollo deseado.
* Se avanzará en la preservación del medio ambiente tomando en consideración la emisión de gases de efecto invernadero, el vuelco de desechos industriales, la deforestación y el uso de plaguicidas tóxicos.
* El contexto internacional ha cambiado considerablemente a partir de la pandemia y ahora por la guerra en Ucrania. Se trata de la crisis de la hiperglobalización. A esto se agrega la pérdida de espesor del Mercosur tanto por el contenido de las relaciones comerciales como por las orientaciones de los gobiernos actuales. Las relaciones de la Argentina con el mundo deberán desarrollarse en este escenario complejo, encontrándose además en la agenda acuerdos firmados por el gobierno 2015-2019 que de implementarse comportan una integración sin márgenes de negociación (principalmente, el acuerdo con la Unión Europea). El posicionamiento será el de “No alineamiento activo”.
* Un programa como el que se propone desde el Plan Fénix demanda un Estado con capacidades para la toma de decisiones con fundamento sólido. Por otro lado, buena parte de las elites económicas y diversos actores sociales han mostrado una particular miopía, que ha llevado a la mera defensa de intereses particulares, sin capacidad de participar en algún proyecto de mayor amplitud de miras. Les corresponde a actores políticos construir el espacio para ese proyecto económico y social inclusivo. Esto demanda la convicción de que existe una alternativa a una ortodoxia socioeconómica que nos condujo al fracaso una y otra vez.
* Cátedra Abierta Plan Fénix, Facultad de Ciencias Económicas-UBA.