A seis años de su último recital en la capital argentina, José González regresa para presentarse en el Primavera Sound Buenos Aires. el cantautor nacido en Suecia se subirá este domingo al escenario Samsung, a las 17:30, con la satisfacción de haber cumplido un viejo deseo: cantar en español en el país de sus padres. “El invento” se llama su primer tema en ese idioma, y se encuentra incluido en el repertorio de su último álbum de estudio, Local Valley (2021).
“Componer temas en español es muy lindo, y más si los puedo cantar en Latinoamérica y España. Es algo que quise hacer durante mucho tiempo”, reconoce el artista al otro lado del Zoom, desde Nueva York. “Intenté hacerlo en mi disco anterior, pero me trababa. Esta vez me puse más presión de lo normal, y cuando vi que podía hacerlo me di cuenta que la facilidad o la dificultad es la misma que puede tener el inglés o el sueco. Una vez que escribí el texto, me sentí aliviado”.
-De las canciones de Local Valley, “El invento” es la que tiene más escuchas en tu perfil de Spotify.
-Me alegra que haya pasado eso. “El invento” y “Vision” son las mejores canciones del disco. En comparación al resto del álbum, es un tema clásico. Clásica al estilo de Silvio Rodríguez o de Paul Simon. Así que estoy en territorios conocidos.
-Este álbum también contiene tu primera canción en sueco.
-“En stund pa jorden” es de Laleh (originalmente está incluida en el disco Colors, lanzado por la artista en 2013). Ella es de Gotemburgo, al igual que yo. El título en español quiere decir “Un momento en la Tierra”, y la compuso pensando en su madre, que había fallecido. Ese texto es una joya para mí porque me atrae la composición como catarsis. Es aliviadora.
-En este cuarto disco como solista te atreviste a muchas cosas nuevas. Cuando empezaste, ¿qué te planteaste?
-Al igual que en mi primer disco, hice canciones con una guitarra. Me refiero a canciones cortitas y melódicas. Mi imité a mí mismo. Una vez que tuve las primeras seis canciones, decidí cambiar de tema. Me puse el gorro de productor, y pensé en cómo hacer un disco interesante y variado. Comencé a usar la caja de ritmos, a usar los loops. Y al hacer la mezcla, traté de pensar que cada canción sea parte de la otra.
-Si bien el repertorio parece inspirado por tu hija, al punto de que le dedicaste un tema, también el medio ambiente lo atraviesa. ¿Cuál de esos ejes es el principal?
-Me gusta usar metáforas acerca del medio ambiente, y también me preocupan los problemas que tenemos como seres humanos. Pero cuando escribo no hablo del medio ambiente, sino que uso metáforas inspirados en él. La verdad es que lo que más me importa son los seres humanos. No tanto las plantas.
Aunque es incontable la cantidad de cantautores llamados José González, el nórdico se distinguió en 2003 por haber sacudido no sólo a su país, sino también al resto del planeta con su primer álbum: Veneer. Y es que con su guitarra española consiguió hacer un folk que no le apuntaba al corazón sino más bien a las tripas. Tan frágil como penumbroso. Sintetizando además el peso de Silvio Rodríguez, Caetano Veloso y Cat Power en su imaginario sonoro. “Cuando hice ese disco, muchas canciones ya eran viejas”, reconoce el artista.
-Pero de a poco lograste despegarte de ese éxito seminal, con estos discos en solitario o con tu proyecto grupal Junip.
-Son 20 años haciendo lo mismo. Me di cuenta de que básicamente sigo haciendo lo mismo, pero cambia un poco con cada gira y cada álbum. En ese sentido, lo que trato de hacer es tocar y mirar hacia adelante. Me atrajo mucho lo icónico de ser una sola persona en el escenario, y de hacer discos nada más que con una guitarra. Pero de vez en cuando me aburro. He tenido conciertos en los que la gente se para y se pone a bailar. La gente necesita fiesta. En este álbum aumenté los ritmos pensando en poder tocarlos yo solo en el escenario, usando una caja ritmo en vez de la percusión.
-En Local Valley, ese tribalismo sonoro tiene en el tema “Swing” su veta africanista. ¿Cómo llegaste a eso?
-A ese africanismo le agregaría Brasil y Jamaica. Cuando estoy en casa, me encanta escuchar música bailable. O música alegre con muchas voces. En “Lasso In”, “Lilla G” y “Swing” (una sigue a la otra en el tracklist) quise mostrarle al mundo más versiones de mí. “Lilla G” se le cantaba a mi hija. Así que fue una de las pocas canciones que nació a partir de un canto. “Swing” se llamaba originalmente “Milton”, porque mientras la compuse pensaba en Milton Nascimento. Pero luego hice más loops inspirados por el highlife de Ghana y la samba, y tomó otra forma. Ahora tengo 43 años, y no quiero ser más el José serio que canta temas en inglés. Ya lo puedo hacer en tres idiomas.
-A diferencia de muchos artistas latinoamericanos del indie, que prefieren mencionar a Nick Drake como influencia que a Silvio Rodríguez, por temor a ser juzgados o devaluados, a vos no te da vergüenza hablar de tus raíces.
-Me alegra porque a veces me pienso como un sueco que sólo canta en inglés, y que hace giras sobre todo en Europa. En estos 20 años haciendo música, el tiempo me ayudó a madurar. Esto es lo que le gusta a la gente, en comparación con mis grupos de hardcore o indie rock. Y las inspiraciones para lo que hago siguen siendo las mismas. Crecí con la música de Silvio, de Mercedes Sosa y de Caetano Veloso, y no me da vergüenza decirlo.
-¿Qué tal se ve Latinoamérica desde Gotemburgo?
-Trato de no dar juicios de valor al respecto, porque no conozco lo suficiente de la historia o de la actualidad latinoamericana.
-¿Cómo sigue siendo tu vínculo con Argentina?
-Mi papá vive en Mendoza, y trato de verlo lo más que puedo. Cada vez que voy, me dan ganas de ir más seguido o de quedarme más tiempo. Sobre todo ahora que tengo dos hijos. Y con la pandemia mi esposa perdió su trabajo, lo que fue bueno porque ahora es freelance.
-A propósito de eso, un freelance sueco se animó a inventar Spotify. Eso cambió para siempre el consumo de música. Pero no se sabe aún si fue para bien o para mal. ¿Qué opinan en tu país?
-No me molesta mucho porque tengo mis giras, y mi música la usan en televisión o en películas. Con respecto a las plataformas digitales, trato de verlas con el ángulo del futuro. Para mí es interesante cuando tenés la tecnología para desparramar información, incluyendo el arte, para tanta gente. Y además de manera democrática. Eso me atrae más que pensar en la economía. Cada uno encuentra su manera de pagar las cuentas, incluyendo esa gente que hace los algoritmos.