“Para mí la gestión siempre es convocante y más si es con el tango”. Soledad Venegas habla con entusiasmo en su pequeña oficina del Centro Cultural de la Cooperación, donde integra el equipo del Departamento de Tango. Flautista y etnomusicóloga por formación, Venegas publicó este año dos libros (Ventanas del presente vol.2, compilado junto a Mercedes Liska, y un Songbook –cancionero- de mujeres tangueras de ayer y hoy, junto a Julia Winokur).
No sólo eso, desde un perfil bajo también ocupó un rol destacado e influyente para el género: coordinó el área de tango del último MICA, adonde llegó junto a Luis “el Chino” Sanjurjo, Director Nacional de Industrias Culturales del Ministerio de Cultura de la Nación. Fue la primera experiencia dedicada específicamente a esta música y contó con una curaduría excepcional en la calidad y variedad de sus actividades y propuestas participantes. Artista e investigadora, conoce a fondo el circuito o, mejor dicho, los distintos circuitos que engloba el tango, su multiplicidad de rubros, profesiones, posibilidades y demandas. Es un género complejo del que, explica, todavía hace falta recabar muchos datos para construir más y mejores políticas públicas que lo apoyen y fomenten.
“Cuando llegué al MICA, no sé si por ser yo compañera, mujer, recibí un montón de demandas de agenda de género”, recuerda Venegas. “Lo recibí con mucho compromiso, pero también sentía que ahí había una habilitación para poder instalar esos temas y entendí desde la gestión la contracara que yo también acompañé desde el otro lado del mostrador”, reflexiona. “A partir de ahí, de la gestión, en el MICA empezamos a armar una mesa de diálogo permanente con todas las colectivas feministas del tango y salieron insumos súper valiosos para delinear las políticas del futuro. De hecho,una de las mayores demandas es la falta de visibilidad: en las rondas de negocios de mayo, más de la mitad de los emprendimientos estaban integrados por mujeres. Y tendría que revisar bien los datos, pero un 30% son proyectos integrados únicamente por mujeres o dirigidos por mujeres. Ahí se balanceó bastante fuerte sobre toda esta demanda de las mujeres músicas, bailarinas, empresarias de diversos rubros”.
“La agenda del futuro del tango es necesariamente con perspectiva de género”, define Venegas sin dudar. “No quiero dejar de lado las disidencias que se van haciendo también un lugar importante en el tango en los últimos años. Por eso creo que el tango del presente no puede ser de otra forma. Porque es lo que ocurre: hay mujeres y disidencias haciendo cosas y reclamando, en el buen sentido de la palabra, un lugar en la escena actual. Entonces hay que mirar qué está pasando, porque sería muy necio no hacerlo, porque sino no vamos a poder construir futuro o se construirá un futuro horrible”.
La artista e investigadora señala que uno de los rasgos fundamentales del MICA es acompañar la conexión entre privados. “Es dar un marco para que esas vinculaciones comerciales se den”, apunta. “Tenemos una idea de las políticas culturales estatales desde una mirada súper paternalista: yo vengo, te doy plata, hacés algo que empieza y termina. O armo un festival y te pongo los fierros. No acostumbramos ver este otro modelo de pensar en propiciar mejores oportunidades comerciales para el mercado de la cultura en general. Y en el tango eso falta muchísimo. En eso estamos trabajando y me gustaría que el próximo sea todavía más grande”.
También, explica, hay otro objetivo con las capacitaciones. “En mejorar modelos de negocio. Por ejemplo, saber si vendés zapatos como sacar buenas fotos. ¿Cómo hacer que tu negocio esté buenísimo? Sea bailando, haciendo zapatos o música. O en otra instancia, no pensando en alguien que recién empieza, sino en alguien que lleva años y dice “quiero exportar”, o pegar un salto. ¿Y cómo se hace? ¿Cuánto tengo que producir? ¿A qué mercados puedo acceder? Ahí la idea es que estemos también. Por ese lado, el salto fundamental en políticas públicas para la cultura, es herramientas de capacitación. Ahora está el MICA Incuba con ocho proyectos incubados y más de la mitad son comandados por mujeres. Ahí también tiene que estar el Estado”, plantea.
“El primer desafío que tiene el tango es conocer el mercado”, asegura Venegas. Artista, investigadora y, ahora, gestora, se reconoce obsesionada con los datos. “Conocer el mercado es difícil porque primero nos tocó la pandemia, donde más que buscar datos, el estado tuvo que contener, con los subsidios, los programas como Sostener, IFEs y demás, pero seguimos buscando datos porque es importante conocer lo complejo de la cadena de valor que constituye el tango de hoy, que es nómade, que está internacionalizado”, destaca.
“Pongo un ejemplo burdo: un bailarín hace 20 años llegó a Moscú o donde sea y armó su negocio, su agenda comercial. Con una milonga, dos, tres, es un mercado. Cuando no hay un acompañamiento estatal en esas incursiones, es lógico que en cierto modo ese bailarín o pareja se apropien del mercado y quede todo encapsulado, y que cueste acceder a ese empresario que en Moscú o donde sea está armando su circuito de tango. Y no estoy en contra de los que hacen sus emprendimientos personales, porque no hay mala voluntad. ¿Por qué el artista debe tener visión comercial? No es su expertise. Pero hay mucho para construir ahí desde el Estado y ayudar a concretar negocios. Ese es el desafío”, desarrolla Venegas.
“Hay un dato de CAPIF súper interesante: hay géneros musicales que crecen y decrecen muy marcadamente y alguno hasta desaparece. El tango, en producción, siempre mantiene una constante. Es un datazo: el tango siempre estuvo. Mi desafío es justamente juntar datos para gestionar bien y armar políticas que impacten positivamente a partir de esas agendas que construimos en lo declarativo con las organizaciones”.