En el barrio de Parque Chacabuco (Buenos Aires) era primavera cuando ocurrió el nacimiento de Rodolfo Alberto Aiello el 12 de noviembre de 1928. En la casa de la calle Zuviría 521 llegaba el segundo hijo varón del matrimonio integrado por Don Carmelo Aiello, bandoneonista y compositor, y Doña Catalina Puzzello, que ya tenían a Oscar Osvaldo de cuatro años de edad. La familia se completaría cinco años después con el nacimiento de su hermana María Antonia.
Apodado "el Rolo", Rodolfo Lesica fue a la escuela primaria en la calle Salas 565, adonde según sus propias afirmaciones se hacía la "rabona" y, por hacerse notar o por su mal comportamiento, era sancionado con suspensiones. En su infancia fue un rebelde que causaba preocupaciones a sus maestros y a sus padres.
Su padre, músico y compositor, tenía una orquesta que dirigía desde su bandoneón, y su hermano Oscar la integraba como pianista. Don Carmelo escribió la polca "El viejito del acordeón", la milonga "Florcita porteña" (grabada por Argentino Ledesma) y el tango "Criollo de ley" (grabado por Juan D'Arienzo), entre otros temas, algunos con letra de su hermano.
En aquel entonces, cuando "Rolo" era joven. Su hermano era su polo opuesto: aplicado, obediente, disciplinado. Se había ganado el lugar en la orquesta luego de cumplir las etapas que debe recorrer un niño y adolescente, acatando las indicaciones de sus padres, maestros y mayores. Rodolfo Lesica se sentía apartado, ya que seguramente muchas veces le señalaban las diferencias con su hermano Oscar. Pero también lo acuciaba la situación de estrechez que se sufría en su casa. Es así que amigos del café que frecuentaba Rodolfo en la calle Cachimayo y Asamblea, parada de una línea de colectivos y lugar concurrido por choferes de taxis, le ofrecieron cubrir los turnos libres como peón de taxi, a pesar de no tener registro de conductor.
Otro trabajo que realizó fue en la terminal del recorrido de una línea de colectivos donde limpiaba los vidrios y barría los coches antes de que volvieran a salir, y eso le reportaba veinte centavos por ómnibus. Alcanzaba a reunir alrededor de dos pesos, que era bastante dinero para sus bolsillos vacíos de cada día. Ya entonces, con la entonación interpretativa de tangos y valsecitos, se había ganado la simpatía de los choferes.
El "Hurlingham Club" contempló su debut junto al otro intérprete, que era Guillermo Rico. Este se incorporaría a la orquesta de Francisco Canaro con el nombre de Guillermo Coral, y brillaría en el estrellato de la radio y del cine; primero en la Cruzada del Buen Humor, y más tarde en ese quinteto inolvidable: Zelmar Gueñol, Jorge Luz, Rafael Carret, Guillermo Rico y Juan Carlos Cambón, "Los Cinco Grandes del Buen Humor".
El conjunto de su padre fue contratado por Radio Mitre, y con el seudónimo de Rodolfo Alberti comenzó a cantar tangos, con letras fuertes, como "Margot". Pronto el trabajo declinó, Don Carmelo tuvo que disolver la orquesta y el joven "Tempestad" (como lo llamaba su abuelo, aludiendo a su carácter turbulento), comenzó a los quince años a manejar taxis.
Permaneció cinco años como taxista. Cuando llegó el momento del servicio militar, un general lo eligió como chofer. El mismo Rodolfo Lesica agregó en un reportaje: "pero esa función no me evitó una serie de visitas al calabozo", y confiesa que violaba todas las normas de la disciplina, y que
"muchas veces me salvé de los arrestos cantando, porque los superiores solían sacarme del encierro para que animara con mis tangos alguna de sus reuniones".
Terminado el servicio militar volvió a manejar taxis por las calles porteñas, donde con el acompañamiento del motor del auto desgranaba a media voz todo su repertorio, para beneplácito de sus pasajeros. La situación económica personal mejoraba, y la realidad porteña estaba reclamando tangos y más tangos.
Héctor Varela, que había dejado la orquesta del Rey del Compás (en la que comandaba la línea de bandoneones), estaba formando su orquesta. El futuro director ascendendió al taxi de Lesica a la salida del Maipú Pigall, y el Rolo lo reconoció. Allí mismo le cantó un tango y Varela, impresionado, lo citó para contratarlo. Cuando su abuelo, de origen calabrés, escuchó el relato de este encuentro, tal como el Rolo lo contaba en su casa, repitió la clásica frase: "se non è vero e ben trovato". Lo cierto es que el Rolo pronto estaba cantando junto a Armando Laborde con el futuro "As del Tango".
El debut oficial estaba próximo, y Rodolfo no tenía nombre artístico. Varela le sugirió que buscara un parque o una plaza de la ciudad para conformar el seudónimo. Casi decidido, le dijo a Varela que se llamaría Rodolfo Chacabuco, en homenaje al parque del mismo nombre. La carcajada de Héctor Varela, y su comentario, lo hicieron desestimar ese apellido: "¿querés triunfar como achacado o enfermo?". Recorriendo nombres de plazas y parques se decidieron por Plaza Lezica, actualmente Parque Rivadavia, apellido que conformó a todos, pero cambiando la "z" por la "s".
El bautismo definitivo del cantor quedó formalizado, y su debut se produjo en el "Chantecler" (Paraná al 400) el 6 de junio de 1950. Con los mejores auspicios, dada la profesionalidad del maestro director y la calidad de músicos de la talla del pianista César Zagnoli, los fueyes de Antonio Marchese y Alberto San Miguel y los violines de Hugo Baralis y Mario Abramovich, la presentación de Rodolfo Lesica junto al experimentado cantor Armando Laborde tenía todo a su favor.
Grabaciones
Reacio como era para los horarios, no aguantaba las horas de grabación en los estudios. Sus grabaciones las realizaba en tiempo récord. Y le decía a Varela, a Di Paulos, a los técnicos o a quien quisiera oírlo:
"Cuando yo salgo a cantar delante de la gente, no me puedo equivocar ¿Por qué voy a hacerlo cuando grabo?"
Rodolfo Lesica se había casado nuevamente en 1958. A los 56 años vivía con su esposa Elsa en su casa de Billinghurst y Corrientes, en el barrio de Almagro, cuando se produjo su fallecimiento el 19 de julio de 1984.
"Un loco de buen corazón. El me ayudó mucho en un momento difícil. Fue durante una depresión aguda que padeció Laborde por la muerte de sus familiares, que lo obligó a dejar la actividad. Un día tocan el timbre en la casa de Armando Laborde: Era “ El Rolo”. Entró a los gritos a darme órdenes. Que me bañara, que me afeitara, que me vistiera. Había arreglado que esa misma noche me tenía que presentar en Grandes Valores del Tango, y pese a estar tan decaído consiguió llevarme, y canté. Así, de a poco, fui saliendo. Gracias a Rolo".
Armando Laborde, sobre Rodolfo Lesica
5 TANGONES POR LEZICA
HISTORIA DE UN AMOR
Y TODAVIA TE QUIERO
RISQUE
CANZONETA
NO ME HABLEN DE ELLA