El fútbol argentino exportó jugadores por 1515 millones de dólares los últimos diez años, contra importaciones por 675 millones. El saldo fue favorable para el país en 840 millones de dólares, de acuerdo a los registros oficiales. La Argentina está en el top 3 de las naciones exportadoras en el rubro, con 815 futbolistas que se desempeñan fuera del país en la actualidad.
La influencia de esta producción a escala internacional también hay que medirla en activos intangibles como la atracción de turistas que vienen a gastar dólares a las canchas nacionales, el "aprovechamiento" de la fama de Maradona, Messi o tantos otros para entablar lazos o facilitar trámites con otras personas en el mundo o la satisfacción de imponer la moda de las canciones para alentar a los equipos en los más variados estadios del planeta.
Todo eso aporta para que la Argentina en fútbol sea una potencia, para que juegue en ligas mayores dentro de una industria global del deporte y el entretenimiento. El talento de sus jugadores y la pasión que despierta en enormes mayorías la distinguen. También por los negocios que permite realizar.
Las mayores ventas
El ranking de ventas de jugadores argentinos al exterior lo encabeza el 9 de la selección, Lautaro Martínez, que pasó de Racing al inter de Milán por 25 millones de euros en 2017. Otros tres integrantes de la Scaloneta están en el pelotón principal: Enzo Fernández, que este año emigró de River al Benfica de Portugal por 18 millones de euros; Julián Alvarez, también ex River que fue transferido al Manchester City por 17 millones de euros, y Exequiel Palacios, otro de la cantera de Marcelo Gallardo que fue a jugar al Bayer Leverkusen por 17 millones de euros en 2019.
Sergio Agüero, de Independiente al Atletico de Madrid en 2006 por 21,7 millones de euros; Pablo Aimar, de River al Valencia por 21,2 millones; Javier Saviola de River al Barcelona por 20,8 millones, Walter Samuel de Boca a la Roma por 20,8 millones, Lucas Alario de River al Bayer Leverkusen por 19 millones y Ever Banega de Boca al Valencia por 18 millones completan el top 10.
Como se indicó al comienzo, hace por lo menos una década que el fútbol argentino es superavitario en materia de dólares. En 2012 se hicieron ventas al exterior por 52,9 millones contra compras por 12,5 millones, con un saldo de 40,4 millones. De ahí en más, el superávit fue en ascenso: 42,2 millones en 2013; 66,8 millones en 2014; 75,8 millones en 2015; 107,7 millones en 2016; 81,3 millones en 2017; 126,4 millones en 2018; 144,5 millones en 2019; 77,8 millones en 2020; 66,1 millones en 2021, y 12,3 millones en lo computado hasta mayo de este año por el Banco Central.
De la base a la elite
Para hacer crecer la industria de exportación de futbolistas, el rol del Estado es fundamental. "En la Argentina hay un debate histórico entre quienes postulan que el deporte en general y el fútbol en particular sean para una elite, que buscan imponer las sociedades anónimas en lugar de los clubes sociales, y quienes consideramos que el desarrollo de esta actividad es parte del derecho de todos los ciudadanos a acceder a la actividad física, para de ahí pasar al escalón del entrenamiento deportivo a los que se destacan, que empiezan a practicar en clubes, y de esa cantera obtener los deportistas de alto rendimiento para las selecciones y las figuras internacionales", explica el legislador porteño del Frente de Todos, ex secretario de Deportes y ex futbolista, Claudio Morresi.
Un antecedente que fue bisagra en esa disputa de sentido sobre quiénes podían hacer deporte fue la creación de los Juegos Evita en 1948, durante el primer gobierno peronista, con la intervención decisiva de Eva Perón y del ministro de Salud, Ramón Carrillo. Por primera vez, niñas y niños de todo el país fueron incorporados a estas prácticas y a revisiones médicas para el cuidado de su salud.
"El deporte es un instrumento más para el desarrollo social de un pueblo. Evita y Carrillo lo vieron con claridad y buscaron su masificación. El deporte y la actividad física deben ser asumidos como un derecho que tiene toda persona, y los Estados tienen la obligación de garantizar el acceso a esos derechos", agrega Morresi.
En los últimos años, los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner retomaron aquellas banderas peronistas en el deporte. En 2009 se aprobó la ley que creó el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard), con un financiamiento que provenía de la propia comunidad con el aporte del 1 por ciento de las facturas en telefonía celular. Esa norma fue fundamental para el otorgamiento de becas y la inversión pública en el deporte.
También se retomaron los Juegos Evita y hubo un acompañamiento contundente a clubes de barrio.
Mauricio Macri, quien empezó su carrera política con el trampolín que significó la presidencia de Boca y no tiene muchos más recursos que los comentarios futboleros en sus análisis de cualquier tema, fue quien derogó el impuesto del 1 por ciento sobre la telefonía celular en diciembre de 2017. Eso ocasionó un grave desfinanciamiento del Enard.
La actual administración multiplicó este año el presupuesto para el área de deportes un 189 por ciento, de 1225 millones a 3923 millones de pesos. Sin embargo, no logró restablecer el impuesto para el financiamiento del Enard.
Fútbol para Todos
Lo otro que hizo Macri fue dar de baja Fútbol para Todos, con la promesa de construir 3000 jardines de infantes con esos recursos. Sin embargo, los jardines no existen y los sectores populares perdieron la difusión gratuita de los partidos del campeonato argentino, que volvieron a ser privatizados.
"Las campañas de difusión pública que se hacían a través de Fútbol para Todos fueron un éxito total. Violencia de género, lucha contra las adicciones, vacunación, programas de precios, de salud, cada organismo al que se le hacía publicidad quintuplicaba o más los llamados del público", recuerda Morresi. "También logró que mucha gente compartiera más en familia y motivó a muchos pibes a hacer actividad deportiva", agrega.
Fútbol para Todos también resultó un programa federal. Las actuales transmisiones de los canales privados que obtuvieron las concesiones no envían relatores y comentaristas a partidos en las provincias ni difunden hechos sociales o culturales que allí ocurren como sucedía con el programa estatal.
El actual gobierno solo logró que ESPN ceda dos partidos por fecha para el público en general, que no son los más destacados, mientras que TNT, donde pesa el macrismo, se negó a ceder esos dos encuentros.
De acuerdo al Observatorio de Fútbol CIES, Argentina ocupa el tercer lugar del ranking de exportadores de futbolistas, con 815 jugadores. Primero está Brasil, con 1129, y segundo Francia, con 978. Más atrás aparecen Inglaterra (525), Alemania (441), Colombia (425), España (409), Croacia (400), Serbia (379), Países Bajos (367) y Uruguay (340).
Fútbol para Todos democratizaba el acceso a un hecho cultural único en Argentina y ampliaba las bases de un deporte que es industria nacional, y exporta al mundo. Por eso debería volver.