Desde la frontera sur de Guatemala hasta la Argentina, decenas de mujeres representantes de comunidades campesinas y pueblos indígenas llevarán hasta la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) propuestas y alternativas implementadas en sus pueblos para mitigar el impacto de la crisis climática.
“Estamos reforestando las áreas que han sido deforestadas por narcofinqueros”, cuenta por ejemplo Elodia Castillo, alcaldesa indígena y titular de Coordinadora de Asociaciones y Comunidades para el Desarrollo Integral del Pueblo Maya Chortí (COMUNDICH).
En junio, la oficina de la ONU encargada de dar respuesta a la crisis climática indicó que la crisis climática impacta de forma desproporcionada a las mujeres y niñas porque son las encargadas de gestionar recursos naturales esenciales como el agua.
De ahí la importancia de las mujeres en la lucha contra el cambio climático. "Cuando tienen un acceso igualitario a las oportunidades de toma de decisiones, adoptan decisiones más sostenibles", decía el documento publicado en ese momento. Además muchas veces son las mujeres las que en sus propios pueblos encabezan los procesos de defensa de territorios frente al avance de la industria extractivista, la minería y el agronegocio.
Castillo junto a más de 30 lideresas indígenas, afrodescendientes, campesinas y defensoras del medio ambiente se reunieron en el marco del primer Encuentro Latinoamericano de Mujeres Defensoras Ambientales para la Acción Climática que se realizó en Buenos Aires para acordar una posición conjunta para presentar ante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP27.
Mujeres al frente de la acción contra el cambio climático
La cumbre climática arrancó esta semana en Egipto y abre un espacio de dos semanas donde gobiernos, organizaciones sociales y representantes comunitarios se encuentran para discutir mecanismos que permitan enfrentar las consecuencias del cambio climático.
“Lo que buscamos es que a través de la COP y a través de todas las instancias a las que les compete velar por los pueblos indígenas se tomen en cuenta nuestras demandas como comunidades como el tema de la seguridad alimentaria para enfrentar la desnutrición en mujeres y niños”, explica Castillo.
La organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indicó que a pesar de que América Latina es una potencia agrícola sufre “un fuerte aumento del hambre en los últimos años”. Según el organismo, esto trae a la luz la necesidad de “transformar sus sistemas agroalimentarios para que sea más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles”.
Recuperar la tierra: huertos orgánicos y restauración de ecosistemas
Para Ana Osorio, lideresa del pueblo Miskito y parte del fondo Tierra Viva, el rescate de la medicina ancestral es una de las formas en las que los pueblos más afectados pueden hacer frente a los gastos de salud que tienen las familias en la región de La Moskitia, en la zona oriental de Honduras. “Trayendo la medicina desde los grandes cerros a los patios de las casas” y a su vez “rescatando granos y semillas a través de bancos de semillas y cultivando la tierra para que no queden tierras ociosas”, agrega.
“Estamos trabajando muy fuerte para valorar la tierra: es donde producen, su banco, su caja chica”, cuenta también Osorio. Ante las lluvias repentinas “la gente vio como una oportunidad el trabajo de las parcelas. Algunas familias están organizadas trabajando en cultivos, en parcelas, en tierras que nunca antes habían producido”.
Hacia el sur de Honduras, en una de las regiones que más sufre de sequías que incluso impactan las zonas de los humedales del Golfo de Fonseca, las comunidades organizadas trabajan para mitigar, restaurar y conservar el territorio. “Tenemos siembras de huertos familiares, conservación de la tortuga golfina, sembramos plantas de mangle que sirven como barrera para el cambio climático”, asegura Mirna Rodríguez de la Unión de empresa del sector social de la economía ambiental de Marcovia (UEDESAMAR).
Rodríguez cuenta que el municipio de Marcovia en el departamento sureño de Choluteca es uno de los más afectados por el cambio climático. “Tenemos comunidades que son dragadas por el mar, por ejemplo, Cedeño o El Venado, el mar ya está un paso hacia adelante”, advirtió.
El impacto del cambio climático es reforzado por el avance de la industria extractivista. Hace unos años el sur hondureño vio reducida su población de curiles, un molusco que se encuentra en Honduras y El Salvador. “Investigando nos dimos cuenta de que la culpable fue una gran empresa camaronera, que estas vez no era el cambio climático, porque quedaron algunos curiles y con el apoyo de Tierra Viva tenemos un proyecto para la reproducción de moluscos”, explica Leylis Vijil de UEDESAMAR.
La protección y defensa de los manglares es clave para las comunidades sureñas. “Los manglares, principalmente el mangle rojo es muy importante porque ahí es donde se encuentran toda especie de moluscos y cangrejos. El manglar también es donde vienen a desovar los peces. Es fundamental para el medioambiente, lastimosamente las grandes camaroneras lo destruyen”, manifestó.
Soberanía alimentaria y diversificación de cultivos
Garantizar la soberanía alimentaría es uno de los principales desafíos para las poblaciones del sur donde las sequías son constantes y las lluvias erráticas. “Cuando hay poca agua lo que sucede es que el invierno se levanta muy temprano y los cultivos quedan deshidratados, no logramos una buena producción y nuestra seguridad alimentaria se ve afectada”, explica Unicer Martínez de la Asociación de Comités Ecológicos del Sur de Honduras (ACESH) que también se refirió al daño de las lluvias prolongadas que provocan deslizamientos en el terreno.
Para avanzar hacia la soberanía alimentaria están apostándole a los huertos productivos y “diversificación de cultivos donde podemos cosechar productos en diferentes épocas del año, tener cultivos a mediano y largo plazo”.
Para los cultivos, ACESH también le apuesta al uso de fertilizantes naturales elaborados en las comunidades para que poco a poco el uso de agrotóxicos deje de ser una costumbre. “Utilizamos abonos orgánicos, para el control de plagas usamos insecticidas naturales que preparamos a base de las plantas que encontramos en nuestra parcela”, cuenta.
En Nicaragua la Red de Mujeres Productoras y Comercializadoras de Nandaime y Diriomo (NOCHARI) implementa la producción agroecológica, diversificación de cultivo, así como capacitaciones en agroecología. Adela Guerrero, directora de NOCHARI, indicó que uno de los principales desafíos que tienen las comunidades respaldadas por la red es “conocer la ley, principalmente conocer en qué podemos tener oportunidad, como con la ley de soberanía y seguridad alimentaria” ratificada en 2009.
Otro desafío marcado por Guerrero es visibilizar el trabajo que realizan las mujeres en “el cuido del medioambiente, cuido de las reservas de agua con el llamado a reducir los cultivos extractivistas de caña, arroz, plátano y también los mataderos”.
Restauración de bosques
En Ecuador, el trabajo para restaurar ecosistemas también lo realizan mujeres. “Nos encargamos de regenerar ecosistemas degradados o convertidos en desierto, que de pronto se han erosionado por los monocultivos. Nosotros regeneramos con las técnicas que conocemos para que vuelvan a parecerse a los bosques que teníamos antes”, explica Marisol Angulo de la Red Ecuatoriana de Forestería Análoga (REFA), que trabaja con comunidades al este del país.
Otro de los desafíos marcados por Angulo es el acceso al agua por las concesiones mineras que ahora están en etapa de investigación. “Eso significa que en menos de dos años vendrá la exploración y nosotros ya no tendremos acceso al agua pura sino contaminada. Entonces tenemos que buscar el método para que estas concesionarios no exploren... Porque primero está la vida y el agua es el principal recurso de vida”, agrega.
En el norte ecuatoriano cerca de la frontera con Colombia, Amada Cortez del Movimiento de Mujeres Negras del Norte de Esmeralda (Momone) da cuenta del impacto del monocultivo de palma aceitera utilizada para biocombustible. “Las mujeres tenían sus tierras pero no tenían apoyo para producir en ellas, entonces la alternativa que fue vender el territorio a las grandes palmicultoras”, explica Cortez. Las empresas que cultivan la palma aceitera compraron las tierras a un precio mínimo y los que antes eran dueños de la tierra pasaron a ser empleados de los empresarios.
“Las personas que decidieron no vender eran acosados por las grandes empresas que los obligaron a vender esas tierras que sus padres les habían dejado”, cuenta Cortez. “Esa gente ahora se quedó sin tierra y tuvieron que migrar del campo a la ciudad a engrosar las filas de los desocupados”, se lamenta.
Pero los productores de palma aceitera no sólo se quedaron con las tierras, también contaminan las fuentes de agua de las comunidades del norte de Ecuador. “Las mujeres antes iban a pescar para darle de comer a sus hijos, ahora con la contaminación por parte de las palmicultoras y las mineras ya no pueden hacer eso”, agrega.
Al impacto ambiental y social de las palmicultoras y las mineras se suma el daño causado por las empresas camaroneras. “Estamos trabajando en las zonas donde las camaroneras hicieron sus pozos para criar camarones”, agrega Amada Cortez. La líder afroecuatoriana explica que con la lucha de los pobladores de la zona evitaron que las camaroneras avanzaran sobre el bosque de mangle. “Dejaron hecho el hueco en el manglar, pero con el proyecto del Programa Mundial para la Alimentación (PMA) estamos sembrando los mangles”.
Acceso al agua
En Bolivia la falta de lluvia por el cambio climático afectó los cultivos del altiplano, según denuncia Hermógena Calderón de la nación Jach’a Suyu Pakajaqi, representante de la Red Nacional de Mujeres en Defensa de la Madre Tierra (Renamat). “Traemos el agua de lejos, hay ojos de agua o pozos y tenemos que recorrer largas distancias para asegurar el agua para nuestro consumo familiar, para nuestros ganados”, manifestó.
Calderón reconoce la importancia de establecer diálogos sobre cómo el calentamiento global afecta a las comunidades latinoamericanas, sin embargo, tras 27 cumbres climáticas, la pregunta por los avances logrados es inevitable. “Nos preguntamos, en 27 años de estar llevando la COP, ¿qué han hecho hasta ahora? ¿No han hecho nada?”, denuncia.
“El clima está empeorando por causa de los países industrializados y capitalistas que no entienden qué es la vida. Pero nosotros como indígenas hablamos de nuestro territorio, de nuestra cosmovisión, sabemos qué es la vida y nosotros también somos parte de la tierra”, subraya Hermógena Calderón.