“Ya importamos manteca y vamos camino a comprar leche también (en el exterior)”, sostuvo ayer el presidente de la Mesa de Productores Lecheros de Santa Fe, Marcelo Aimaro. En el primer semestre de este año ingresaron 392 mil kilos de manteca contra cero en 2015. El dirigente lácteo se quejó por la falta de una política sectorial, que se suma a la crisis hídrica que enfrente la actividad. “No hay una política lechera y esto sumado a una fuerte crisis por la inclemencia del tiempo, ya venimos de tres crisis hídricas, hizo caer la producción de 8 millones de litros a no más de 5 millones; es decir, un 37,5 por ciento”, destacó Aimaro en declaraciones radiales. “La política nacional de abrir las importaciones no ayuda”, dijo el directivo.
La crisis que se registró en SanCor puso en evidencia una serie de cuestiones que no tienen sólo que ver con la mala gestión de una empresa o la posible transformación de la segunda industria láctea del país, hoy cooperativa, en una unidad más pequeña, más rentable y en manos extranjeras. La parálisis de SanCor tiene otro costado: la reducción del volumen de leche que recibe por desaparición de una parte de los tambos que la abastecían.
En campaña, Cambiemos azuzaba con la posibilidad de que la Argentina, uno de los principales productores bovinos a nivel mundial, comenzara a importar carne. Como gobierno, con sus políticas logró revertir la situación del sector lácteo para empezar a importar leche. En 2015, se remitieron al mercado 11.260 millones de litros de leche, de los cuales el 75 por ciento se destinó a la producción de lácteos y el 25 por ciento a leche fluida. Del total de leche industrializada, el 83 por ciento tuvo destino en el consumo interno y 17 por ciento en la exportación. El año pasado la producción de leche alcanzó a tan sólo 9900 millones de litros, 12 por ciento menos que el año anterior. Los datos del primer trimestre de este año (2017) señalan una nueva reducción del 14,2 por ciento respecto de 2016.
“En Santa Fe se perdieron 500 tambos en los últimos años y esta situación ha elevado el precio de la manteca, perjudicando a los dos eslabones más débiles: los productores y los consumidores”, aseguró ayer el titular de la mesa láctea santafesina. “La producción del sector disminuyó pero alcanza para el mercado interno, porque ha caído mucho el consumo”, agregó el dirigente. No obstante, aclaró que la crisis del sector se refleja en un aumento de precios.
“El incremento del precio de la manteca tiene, por un lado, la caída sostenida de la producción lechera y el cierre de tambos y, por el otro, la importación de lácteos, algo que no ocurría años atrás”, insistió el directivo. Según explicó, el productor recibe 5,5 pesos por litro de leche, mientras que el consumidor la paga en góndola entre 20 y 25. “De esta manera, sin política lechera y con esta libertad que es un libertinaje, no hay camino. Hace meses que los industriales se están quejando por el ingreso de manteca subsidiada por la Unión Económica Europea”, denunció.
El abogado de Asociación de Trabajadores de la Industria de la República Argentina (Atilra), Alberto Coronel, coincidió en que la situación del sector “no es buena”, lo que lo atribuyó principalmente a cuestiones climáticas y a la fuerte caída del consumo. “La actividad comenzó con dificultades por la baja del precio de leche en polvo en el mercado internacional y continuó con problemas climáticos, a lo que se suma el mal precio interno que reciben los productores”, detalló. Según dijo, algunos puntos se lograron corregir pero persiste “la merma en la producción por los efectos climáticos y el consumo no repunta”. Coronel estimó que la baja en el consumo de lácteos en los últimos dos años fue de entre 12 y 14 por ciento. En el caso de la producción, adujo que responde a que las empresas no están invirtiendo en tecnología. Se calcula que sólo entre 2016 y lo que va de 2017 habrían cerrado entre 4 mil y 5 mil tambos en el país. El resultado es una merma de producción por tambo constante promedio de 7,8 por ciento.