Un témpano de aproximadamente 5900 kilómetros cuadrados, uno de los mayores de la historia, que mide 30 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires, y es casi tan grande como la isla Soledad de las Malvinas, se desprendió de la Antártida y se encuentra a la deriva, informaron ayer científicos del Proyecto Midas que vigilaron su evolución.

Con 175 kilómetros de longitud, una anchura de hasta 50 kilómetros y un peso de un billón de toneladas, es uno de los mayores icebergs registrados en los últimos treinta años por los científicos. No obstante, el gigantesco “cubito” no supone un peligro para las personas.

Los expertos en estudios antárticos de la universidad galesa de Swansea, en el Reino Unido, indicaron que el desprendimiento se produjo entre el último lunes y ayer a la mañana, cuando la enorme masa glaciar se separó del segmento Larsen C del continente blanco.

Por su parte, el glaciólogo argentino Sebastián Marinsek, jefe de Glaciología del Instituto Argentino Atlántico, precisó que el témpano que se desprendió “está a la deriva “ y que es “un fragmento del frente de la barrera de hielo Larsen C”. La barrera de hielo Larsen C es una extensa plataforma de hielo que se extiende sobre el mar de Weddell, junto a la Península Antártica. Se trata de la cuarta barrera de hielo más grande del continente y la más grande de su región. Se llama así en honor al capitán noruego y explorador de la Antártida Carl Anton Larsen.

Marinsek expresó que la dirección que tome “depende de la corriente, o puede ser que en algún lugar encuentre una zona menos profunda y quede detenido o no, o que al ser una masa muy grande se fragmente o se derrita, son cosas que hoy no se pueden afirmar, no se sabe”.

En este sentido, el especialista precisó que “el comportamiento del témpano o iceberg es incierto, hay que seguir monitoreando”, pero descartó que pueda aumentar el nivel de las aguas del océano “porque ya estaba flotando, tanto el témpano como la barrera; y si se derrite tampoco cambia porque está en equilibrio”. “Los témpanos y grietas se generan todo el tiempo y son parte de un proceso natural que se da en los glaciares” aunque “lo novedoso en este caso es el tamaño del témpano”, enfatizó el experto argentino tras agregar que “en el momento que hicimos la medición era de unos 5800 kilómetros cuadrados; puede ser que esté un poco más”. Marinsek aclaró que se espera que sea denominado A68, porque hay un programa de seguimiento del comportamiento de los témpanos y esa nomenclatura permite identificarlo en relación con otros.

En tanto, el Proyecto Midas precisó que el témpano pesa más de un billón de toneladas y que la rotura fue detectada por el instituto satelital Aqua Modis de la NASA. El desprendimiento redujo alrededor de un 12 por ciento el tamaño de la plataforma de hielo Larsen C, y los científicos europeos advirtieron que este fenómeno transformará para siempre el paisaje de esta península antártica. “Hemos estado esperando este suceso durante meses y nos ha sorprendido el largo tiempo que ha tardado la grieta en romper los últimos kilómetros de hielo”, explicó Adrian Luckman, de Midas. El experto señaló, al igual que el científico argentino, que “seguirán vigilando” el impacto que tendrá esta fractura sobre la placa de hielo y su evolución.

Los investigadores del Proyecto Midas explicaron que “es uno de los más grandes registrados y resulta complicado predecir su futuro. Sigue formando ahora un solo bloque, pero es más que probable que se rompa”, coincidió Luckman, quien opinó que parte del hielo “podría permanecer en la zona durante décadas”, mientras que “partes del iceberg podrían derivar al norte, hacia aguas más cálidas”.

La formación de la grieta, que culminó ayer con su separación del continente, empezó hace varios años y su crecimiento se aceleró a partir de 2014, según los científicos que monitorean la región desde hace meses, cuando se anunció que la ruptura era inminente.

El hielo flota porque es más liviano que el agua líquida y ocupa un volumen mayor. Por eso el probable derretimiento del témpano no provocaría ningún aumento en el nivel de los océanos. Anna Hogg, una experta en observaciones por satélite de los glaciares de la Universidad de Leeds del Reino Unido, aseguró que el iceberg podría parecer dramático pero que no alterará el nivel del mar: “Es como su cubo de hielo en un vaso con ginebra, está flotando y por más que se derrite no cambia el volumen del líquido en el vaso”, dijo Hogg. 

Si bien los expertos no prevén que se produzca un aumento del nivel del mar, Midas recordó que Larsen C está ahora en una “situación vulnerable”, a pesar de que el desprendimiento haya sido un “evento natural”, y sostiene que podría sufrir el mismo destino que el vecino Larsen B, que se desintegró en 2002 tras un suceso similar. “Nuestros modelos indican que se mantendrá más o menos estable, pero cualquier colapso futuro ocurriría dentro de varios años o décadas”, apuntó Luckman, quien precisó que no “tienen conocimiento” de que este suceso esté “relacionado con el cambio climático provocado por el hombre”. Agregó que en los próximos años, la placa de hielo podría “regenerarse gradualmente o sufrir más desprendimientos, lo que lo llevaría al colapso, si bien las opiniones de la comunidad científica están divididas” respecto de estos escenarios. 

La glacióloga Helen Fricker, del Instituto de Oceanografía Scripps, expresó que “la mayoría de los glaciólogos no están aún particularmente alarmados por lo que está ocurriendo con la Plataforma Larsen C. Es algo normal”. 

En este marco, los expertos esperan que en el corto plazo el témpano no se aleje mucho de la Península Antártica y que no avance a gran velocidad. Aunque están alertas porque se teme que las corrientes y los vientos puedan empujarlo hacia el norte, en dirección al Atlántico, donde podría convertirse en un peligro para los barcos que navegan por la zona.