Inspirada en Leizi, la diosa del rayo en la mitología china, o quizá en la tormenta pronosticada para el domingo, Charli XCX protagonizó una performance metereológica en su debut en la capital argentina. Si bien originalmente su desembarco se iba a producir en 2020 como parte de la versión local de Lollapalooza, la pandemia aguó los planes. Sin embargo, la edición inaugural de Primavera Sound Buenos Aires reflotó esa posibilidad, al punto de que se transformó en cabeza de cartel del día uno del festival. La actuación de la cantante británica en Costanera Sur se produjo al caer la tarde en el escenario Flow (vitrina estelar del evento al lado del escenario Samsung), convirtiéndose en el primer foco de gran convocatoria de público de la jornada. Al tiempo que dejó en evidencia el principal eje estético del sábado: los diferentes matices de la música pop en esta época.
Este bastión de la escena hyperpop (parida en la década pasada, y caracterizada por el maximalismo de sus recursos electrónicos) comenzó su show con el tema “Lightning”, mientras una coreografía de rayos inundaba la pantalla que se encontraba a sus espaldas. Metáfora idónea para describir la energía de la artista a lo largo de su presentación, en la que apeló a una condición física gimnástica y a una actitud inoxidable para poner a brincar a miles de chicos y chicas. Era ella sola en el escenario, moviéndose de un lugar para otro, sin banda, ni DJ, ni cuerpo de baile que la respaldara. En lo que sí se apoyó fue en un repertorio que alternó canciones de su nuevo álbum, Crash (2022), con hits del calibre del canchero “Good Ones”, el libidinoso “Boom Clap” o el afable “1999”. Por supuesto, no podía faltar “I Love It”, himno que firmó con Icona Pop, lo que invitó a la euforia colectiva.
Pese a que Caroline Polachek fue de la partida en la primera fecha del festival, Charli XCX no le sacó rédito a la coincidencia para interpretar con su colega el tema que cantan juntas en Crash. Aunque la artista estadounidense parece que tenía otros planes, porque su paso por Primavera Sound Buenos Aires tuvo sabor a revancha. Y es que iba a ser acto soporte de Dua Lippa en el Campo Argentino de Polo, pero se quebró el tobillo. Así que aprovechó su actuación en el escenario Primavera para repasar su disco Pang (2019). Casi en simultáneo, Mitski robó corazones, emociones y público a los shows vecinos. Cada canción que hizo, al igual que cada alocución, provocó un griterío ensordecedor. Era imposible no acercarse a ver qué estaba sucediendo. La realidad es que se trató de uno de los recitales más esperados, lo que hicieron saber sus fans al instalarse desde temprano en el escenario Samsung.
“Me and my Husband”, “A Pearl”, “Two Slow Dancers” y otras canciones de tintes confesionales (sobre deseos reprimidos o amores ocultos) que le valieron un lugar dentro de la comunidad LGTBQ+ fueron parte de su repertorio. Amparados además por una idiosincrasia musical que no entiende de géneros. Por lo que puede pasar del pop al folk, y a continuación al blues o al punk, sin que eso genere perturbación. La artista de origen japonés encaró previamente, el jueves en Teatro Vorterix, uno de los recitales paralelos del festival. Pero no se trató del único sideshow. Desde el lunes, haciendo base en diferentes salas de Buenos Aires, Primavera Sound tomó la ciudad con la complicidad de algunos de los grupos y solistas internacionales que actuaron el sábado. Aunque hubo otros, como el crooner lo-fi estadounidense Helado Negro o el colectivo dance africano Nyege Nyege, que protagonizaron una única performance.
Amén de estos sideshows (propuesta englobada bajo el nombre “Primavera en la Ciudad”), el mítin musical creado en la ciudad española de Barcelona preparó en este desembarco seminal dos eventos más. Ambos en Costanera Sur. En tanto que el miércoles pasado Björk ofreció un espectáculo orquestal, en el marco de una fecha construida por otras músicas, el 14 de octubre se realizó una jornada inaugural (rotulada como “Road to Primavera”) que tuvo en una misma grilla a Jack White (con toda una oda al rock), Pixies, Cat Power y Las Ligas Menores. A pesar de que hace 20 años el festival nació como un amplificador de la música indie, con el tiempo su propuesta movió el foco a una curaduría de autor. Capaz de mezclar lo insoluble, de reunir a diferentes generaciones y sobre todo de sorprender. Tal como sucedió el sábado a la tarde con Jessie Ware, quien se tornó en la revelación de la jornada.
La música británica (el dato de color es que es la mejor amiga de la cantante de R&B Adele) generó un punto de inflexión en su carrera con su álbum What’s You Pleasure (2020), donde puso a dialogar al pop con el groove. De lo que dio fe durante ese fabuloso show orgánico en el escenario Flow. A continuación, el turno fue para el cantautor sueco José González, esta vez en el escenario Samsung. Si bien ya vino varias veces al país, el folk de este hijo de mendocinos evolucionó de tal manera que se mimetizó con el arte del trance, a partir de la repetición y el minimalismo. Nada más le bastan su guitarra y una caja de ritmos hacer un tour por el misticismo norafricano, el baile tribal y el lado oscuro del corazón. Aunque se le vio incómodo porque se le colaba el sonido de otros escenarios, situación con la que público y otros artistas tuvieron que convivir hasta que se bajó la persiana.
Si este Primavera Sound Buenos Aires significó la vuelta a la ciudad de Father John Misty, quien en el escenario Samsung se hizo de un hermoso repertorio que osicló entre el folk, el R&B y el pop luminoso, el festival también sirvió para el estreno local de Señor Coconut y su Conjunto. El ensamble alemán, que remojó a Kraftwerk y a los clásicos del pop en formol afrocaribeño, prendió el baile en el escenario Nobody is Normal. Coronando una de las perlitas del evento. Ahí mismo los platenses Peces Raros se consolidaron como la gran revelación de la electrónica argentina, y más tarde Hernán Cattáneo (en el Samsung) reprodujo parte de “Future Memories”: experiencia sonora con la que generó un nuevo hito en el Teatro Gran Rex el año pasado. Esta vez con Richard Coleman de invitado para cantar “Heroes” (la de David Bowie, no el cover de Fricción) sobre el final.
Mientras en la carpa hi-tech Bits By Axion defilaban DJs con nuevos lenguajes para la pista de baile, Miranda! la rompió en el escenario Heineken. Y hasta le jugaron de tú a tú a Travis Scott. El rapero estadounidense (el otro headliner internacional de la fecha) volvió a los escenarios meses después de su fatídico festival Astroworld (murieron ocho personas). Sin embargo, no sólo se lo vio consistente, sino también solvente a lo largo de su presentación en el Flow. Según parece, al de Houston le gusta literalmente jugar con fuego. O al menos eso dejó entrever con esa puesta en escena cargada de pirotecnica y espacialidad. En tanto que su cancionero se movió entre le frontalidad y la psicodelia, alimentado por temas de su nuevo disco, Utopia, sus clásicos y covers de Drake y Kanye West. Lo que calentó el cierre para el mano a mano entre Damas Gratis y L-Gante. Justo en la vereda de enfrente.