Desfavorecido por las encuestas el diputado Sergio Massa decidió hacerle una genuflexión al Grupo Clarín con el inconfesable propósito de obtener el favor del multimedio y probablemente buscando la expiación de su culpa por haber presentado junto a la ex presidenta Cristina Fernández la iniciativa legislativa que luego culminó, en el 2009, con la sanción de la ley de servicios de comunicación audiovisual (LSCA, 26.522). Entrevistado por Marcelo Zlotogwiazda en C5N y consultado acerca de la fusión entre Telecom y Cablevisión Holding, el precandidato de 1País fue tajante al señalar que “a la Argentina le ha nacido una compañía que en términos del mundo de la comunicaciones le puede a servir para competir regionalmente en un mercado que es regional”. A Massa no le preocupa la concentración monopólica de la comunicación y de las industrias culturales en el país, porque “nosotros ya no competimos entre argentinos”. No llegó a aclarar si de lo que se trata es de advertir que la competencia local no tiene sentido o bien que la fusión aniquila a cualquier tipo de competidores. Para el diputado del Frente Renovador “Argentina necesita tener un jugador de competencia regional” porque “estamos compitiendo con Vodafone, con Telefónica, con Claro... que no es Claro ... es (Carlos) Slim”, empresario mexicano y uno de los hombres más ricos del mundo. Todo esto lo dijo Massa el mismo día que el gobierno de Cambiemos anunció la disolución del Ministerio de Comunicaciones, solo creado para desguazar por decreto la LSCA, mientras se resuelve por vía administrativa en favor de los amigos y socios del poder y cuando aún no se conoce ni una frase del prometido proyecto de ley de convergencia digital.
Podría entenderse que, según el precandidato de 1País, la fusión entre Telecom y Cablevisión le permitiría al país jugar en las grandes ligas de la comunicación o bien, lo que sería una variante de la idea macrista, es otra manera de “volver al mundo”.
Massa mira las encuestas de reojo y sabe que no le dan bien, mientras asegura no prestarles mayor atención. Pero como parte de su estrategia de campaña ha decidido congraciarse con el gigante multimedial con quien le unen amores y odios. El Grupo Clarín fue firme impulsor de Massa cuando el ex jefe de Gabinete decidió apartarse del gobierno y enfrentar en el 2013 al Frente para la Victoria y a Cristina Fernández. Pero no menos cierto es que en el Grupo guardan memoria de aquel 18 de marzo del 2009 cuando, junto a la ex presidenta, Massa presentó el anteproyecto de LSCA como “una política de Estado” destinada a “corregir los errores de una apertura indiscriminada que se dio durante los noventa”. Ese día el ex intendente de Tigre sostuvo que la norma estaba destinada a generar “una apertura más federalizada que aumente nuestras voces, nuestros contenidos, generando más y mejores fuentes de trabajo, en una industria que a lo largo y a lo ancho del mundo se va expandiendo”. Fuerte.
El proyecto, decía entonces Massa, no sólo se proponía regular la actividad comunicacional, sino también incentivar “la inversión en el sector, sin seguir los dictados de nadie, sino alineados a la construcción estratégica que necesita nuestro país”. Muy fuerte.
Las necesidades políticas muchas veces llevan a los dirigentes a hacer pronunciamientos de los que luego se arrepienten o de los que no pueden dar cuenta. En otros casos la desesperación por torcer el rumbo de los acontecimientos también induce a errores estratégicos. Es posible que esta sea ahora la situación de Massa, necesitado de auxilio mediático y empujado a convencernos a los argentinos de que con la fusión entre Cablevisión y Telecom en lugar de estar asistiendo a la creación de un monopolio que agravará nuestro ya precario derecho ciudadano a la comunicación, la alianza mediática nos permitirá proyectarnos hacia el mundo con una suerte de empresa de bandera de la industria cultural. Habrá que ver cuáles son los beneficios con los que el Grupo Clarín premiará a Massa. En cualquier caso quedará flotando la duda: ¿era necesario tanto?