Mientras Lorde actuaba en el escenario Samsung, en el Flow, ubicado al otro extremo del predio, el staff de Japanese Breakfast se preparaba para entrar en acción. En tanto que en el Heineken la dupla Boy Harsher ya estaba lista para debutar en Buenos Aires. De hecho, a sus dos integrantes se los vio esperando al lado del escenario. Sin embargo, cuando la neozelandesa cantaba “Perfect Places”, el tándem electrónico desapareció. Poco después Michelle Zauner, frontwoman del grupo con nombre asiático, se acercó al público que se encontraba al borde del vallado para repartir unas hojas. Parecía el setlist de Arctic Monkeys, que recientemente había pasado ahí. Pero apenas terminó el único show que estaba sucediendo, cayó la ficha: era el de su banda. Y es que en todas las pantallas instaladas en el lugar saltó el anuncio de que el festival finalizaba debido a las “condiciones metereológicas existentes”.
Así de abrupto fue el final de la primera edición de Primavera Sound Buenos Aires. Si bien los asistentes de la fecha del domingo suponían que el evento incluso podía ser cancelado, a partir del pronóstico de tormenta que se sostuvo en la semana, lo que más molestó a buena parte de la muchedumbre que se había quedado hasta ese momento era el segundo párrafo del aviso de suspensión: “Muchas gracias por disfrutar…”. Innecesario, y hasta irónico. Y más cuando no sólo soportaron la lluvia, sino también la incertidumbre de la cancelación in situ. Además, en medio de semejante estrés, un segmento de ese público seguramente no tenía en su radar ni a Lorde ni a la reggeatonera española Bad Gyal, el otro acto devenido conclusión del evento. Estaba ahí por Japanese Breakfast, por Boy Harsher y por Jpegmafia, cuyo show, pautado para la tarde, se reprogramó para la noche.
El público también estaba a la espera de Beach House, mejor banda de sonido imposible para calamidades metereológicas. Algo saben sobre esto porque la cantante y tecladista del dúo de dream pop, Victoria Legrand, es sobrina de Michel Legrand: autor de la música de Los paraguas de Cherburgo, todo un clásico del cine francés. Además, el grupo volvía nuevamente a la capital argentina, a casi una década de su primer y único show local, con un discazo de manufactura 2022: Once Twice Melody. Un hermoso decálogo acerca de la tristeza. Sin embargo, a diferencia de Japanese Breakfast y Jpegmafia, quienes usaron sus redes sociales para referirse a la cancelación de sus recitales, los de Baltimore no dijeron nada al respecto. Lo último que postearon (al menos en Instagram) se remonta a la semana pasada, a propósito de su presentación en Lima.
Pero Beach House no se perdió en la Amazonia peruana, porque hubo noticias sobre su actuación del sábado en el Primavera Sound de Santiago de Chile. Según los medios trasandinos, la dupla no sólo rankeó entre los mejores recitales de la jornada, sino que hicieron su show completo. Más bronca aún. A propósito de la versión chilena del festival, llamó la atención lo bien informada que estaba la gente que asistió el domingo a Costanera Sur acerca de lo que sucedió al otro lado de la Cordillera. Al punto de que, mientras Arctic Monkeys se presentaba en el escenario Flow, hubo quienes compararon la lista de temas de allá con la que estaban haciendo acá. En tiempo real. Por supuesto, se trataba de los que no estaban aprisionados al borde del vallado. Eso, sumado al mal estado del tiempo, obligó a parar el recital al poco de tiempo de haber comenzado.
A Alex Turner, voz líder del grupo inglés, se lo vio más preocupado por eso que por su performance. Como exitismo y barro no van de la mano (y para muestra está lo que le pasó a Green Day en Woodstock ‘99), la banda decidió salir del escenario por unos minutos. No se sabe si fue por ese conato de caos o porque ya lo tenían previsto así, pero el repertorio de Buenos Aires distó del de Chile. Mientras que el de allá estaba cargado de arrebato, el que hicieron en su vuelta al país por momentos apeló a los temas más abajo. Lo que no quiere decir que le haya restado consistencia al show. Todo lo contrario. Arctic Monkeys volvió a dar cátedra de lo que es hacer un recital efectivo. Actitud, identidad, manejo de escena y musicalidad, más allá de las tendencias. Eso es hoy lo que sintetizan los de Londres. Al tiempo que su frontman se consolidó como uno de los mejores compositores de rock de este siglo.
De esto último pueden dar constancias canciones del tamaño de “Sculptures of Anything Goes” (en Chile abrieron con “There’d Better Be a Mirrorball”), “Brianstorm” (la de la primera interrupción), "Tranquility Base Hotel & Casino", y las nuevas versiones de “Four Out of Five” y “505”. Poco antes de que el cuarteto terminara, muchos se dieron la vuelta y tomaron rumbo hacia el escenario Samsung, sumándose así a los fans de Lorde que ya se encontraban ahí. Con este show de ribetes performáticos, la cantante, compositora y productora oceánica cerró la gira de su disco Solar Power (2021). Sin embargo, las canciones de su trabajo anterior, Melodrama (con el que vino por última vez a la Argentina, en 2017, en el marco de otro festival y otra tormenta), hicieron las veces de columna vertebral en esta ocasión. Y la verdad es que tanto ella como su pop erudito pegaron un salto abismal.
Tanto es el peso de Lorde actualmente que su influencia se nota en músicas como Phoebe Bridgers, que estuvo en la grilla del domingo. La estadounidense no llegó a mojarse, al igual que Chai, grupo insignia de la nueva ola del pop japonés. A Interpol casi lo agarró la garúa. Pero el trío neoyorquino de post punk siempre zafa y nunca decepciona. Y esta vez no fue la excepción, al punto de que fue uno de los platos fuertes de la jornada. En tanto que Arca le puso la guinda al postre. Una bien ácida. La artista trans venezolana es sinónimo de transgresión, sobre la base de su reggaetón mutante o de su electrónica andrógina. Ella actuó en el Heineken, por donde pasó antes Santiago Motorizado en plan solista. Su banda juega de local en el Primavera Sound de Barcelona, y alguna vez también lo hizo Juana Molina, quien el domingo levantó el telón de la versión local de un festival que merece revancha.