Mariano Biasin fue durante mucho tiempo asistente de dirección, pero cuando empezó a sentirse cómodo en ese rol decidió dar un salto en su carrera y ponerse a prueba dirigiendo su primer cortometraje, El inicio de Fabrizio (2015). “Por suerte tuvo mucho recorrido, ganó el premio de Historias Breves y eso me permitió filmarlo como si fuera una película en miniatura”, recuerda el director en diálogo con Página/12. Ese trayecto le dio ánimos para encarar su primer largometraje, Sublime, que se estrenó en la sección Generación de la Berlinale, pasó por más de veinte festivales –entre ellos el de San Sebastián o Biarritz– y este jueves llega a las salas argentinas.
Aquel corto se centraba en las experiencias de Fabrizio y Nadia, dos adolescentes que sentían que había llegado el momento de tener su primera vez. Biasin se sintió cómodo con el tono y el género elegidos para contar esa historia, pero no quiso extenderla porque había quedado muy conforme con el resultado, entonces decidió crear una nueva. La primera imagen que se le presentó fue la del protagonista despertando de un sueño confuso y revelador. Ambas exploraciones pertenecen al género conocido como coming of age (o relato de iniciación). Sublime pone el foco en Manu (Martín Miller), un chico de 16 años que vive en la costa y comienza a sentir una atracción muy fuerte por su mejor amigo, Felipe (Teo Inama Chiabrando).
-¿Por qué elegiste la Costa Atlántica como locación?
-El mar me encanta, siempre me pareció un lugar reflexivo. Sentía que era una historia muy pequeña, que sucedía en la cabeza de un adolescente, una propuesta muy íntima. De hecho, la película está filmada encima de los hombros del protagonista, desde sus ojos, entonces me parecía que el mar era un buen contrapunto para poder abrir, extender y poder verlo de lejos, frente al espejo que propone el mar como lugar de pensamiento. Es un espacio que él utiliza para pensar, para tomar decisiones y componer.
En Sublime la cámara está casi siempre en la espalda de Manu, lo sigue de cerca y lo captura en primer plano. Las playas le dan algo de aire a esas escenas en la película de Biasin. La costa propone un ritmo muy diferente al de la ciudad y eso también aparece: estos adolescentes siguen la rutina de cualquier estudiante de secundaria pero también tienen tiempo para jugar un picadito en la playa, ensayar con la banda o componer canciones.
Trabajar con niños y adolescentes suele ser un desafío para cualquier director; en este caso, Biasin contó con una gran referente del casting juvenil como María Laura Berch. “Ella estuvo presente en el proceso de convocatoria y en el entrenamiento, me dio mucha tranquilidad porque su mirada es muy valiosa y hace que el trabajo sea disfrutable”, comenta. La primera etapa de selección de candidatos se vio interrumpida por la pandemia y hubo una pausa llena de pensamientos catastróficos que ponían en vilo la realización. Cuando el equipo volvió a reunirse, se dieron cuenta de que muchos chicos habían crecido demasiado y aparentaban otra edad.
La adolescencia es el período de la vida en el que más se notan los cambios. A algunos se les cerró la puerta, pero para otros esa espera significó una oportunidad: fue el caso de Martín Miller. “Yo ya lo conocía, había trabajado con él en un corto y me parecía un actor brillante. En un principio no lo había tenido en cuenta porque cuando empezamos con esto tenía 14 y queríamos que los actores tuviesen la edad de los personajes. Después de esa pausa nos encontramos con que había pegado un estirón durante la pandemia y tenía la edad indicada. Hicimos pruebas para ver cómo congeniaba con Teo y la dupla instantáneamente tuvo química; así fue con el resto”.
-Sublime explora las nuevas masculinidades. El protagonista presenta otras sensibilidades y vulnerabilidades. ¿Cómo ves ese tratamiento en el cine de los últimos años?
-Es valioso que hoy estemos hablando de estas nuevas masculinidades porque son parte de lo que tenemos que cambiar. Sin embargo, no fue una búsqueda oportunista de mi parte; siento que es una historia que fue construida con mucha honestidad desde mi lugar, con un interés genuino de explorar estas problemáticas que suceden en los vínculos humanos, porque tiene que ver con una amistad en la que ingresa la atracción o el deseo. Se trata de ver cómo resolvemos esto las personas, más allá de si son dos hombres o un hombre y una mujer. Es una problemática universal.
-Los personajes femeninos son los primeros que entienden a Manuel. A su modo, la amiga y la ex lo contienen. Y al inicio la familia aparece un poco desdibujada, fuera de foco, pero se hace cada vez más nítida. ¿Cómo fue el tratamiento de esos personajes que rodean al protagonista?
-El objetivo era construir los personajes femeninos con una mayor sabiduría. No quiero generalizar porque no es así siempre, pero en esta historia el protagonista es algo inocente, le cuesta, trastabilla, y las chicas tienen una mirada un poco más amplia, sirven como motores, lo empujan y le abren puertas. Cada una tiene una llave para generarle cosas y para saber qué necesita. Y con respecto a la familia, al principio está fuera de su atención, contacta con ellos por momentos, pero a medida que ingresan en su espacio terminan dándole otros empujones que él necesita.
Biasin es fanático del coming of age y películas como Cuenta conmigo porque “siempre tienen un poco de drama, un poco de comedia y un poco de romance”. Las disfruta no sólo como realizador sino también como espectador. Otro de sus hobbies es la música, un elemento clave en Sublime. El director cuenta que eso ya estaba planteado desde el guion y demandó un arduo trabajo por parte de los actores porque –a excepción del baterista, Facundo Trotonda– ninguno era músico: “Es en la construcción de esas canciones con la banda donde aparece el mundo interno de Manu, lo que está sintiendo. Yo soy músico y disfruto mucho de la música en el cine, así que me parecía un lindo condimento para generar un espacio donde ellos pudieran explorar esas cosas sobre las que les cuesta hablar”.
Biasin está convencido de que su opera prima tiene varios puntos de conexión con el público juvenil cercano a la edad de los personajes: “Creo que se pueden sentir identificadxs, también quienes ven esa edad con algo de distancia o quienes fueron jóvenes hace no tanto. Supongo que es una película que puede llegarle a más de una generación”.