Hace muchos años una copla popular que supo musicalizar Alfredo Zitarrosa decía que la ley es tela de araña. Transcurridos los años esto es una evidencia.

Devastadas ya 1.300.000 hectáreas de humedales con daños irreversibles para los ecosistemas hay muchas personas que creen de buena fe que una legislación emanada del parlamento puede detener el ecocidio.

En efecto, las movilizaciones contra las quemas de terrenos en las islas y en otros territorios reclaman el fin del ecocidio, pero es ingenuo pensar que los mismos poderes cómplices de los ecocidas les podrán límite.

El modelo extractivista del capitalismo instalado en la región tiene diversas facetas: minería, sojización y devastación de humedales.

Desde la perspectiva del materialismo histórico si no se modifica la estructura no cambiará la superestructura. Desde la perspectiva anarquista claramente dicho el Estado es la maquinaria de guerra del capital.

La telaraña del juego parlamentario y gubernativo alimenta una ilusión de movimiento y toda iniciativa que afecte la dinámica e intereses capitalistas se empantana por las maniobras y lobbys de factores de poder económico y político.

Al colapso ambiental en ciernes solo podremos frenarlo con revueltas finalistas y radicales de transformación integral. Con la abolición del sistema del capital mercancía.

Carlos A. Solero