Si la noche es el alimento completo del deseo, quizás la decisión de programar a Jessie Ware de día en el Primavera Sound Buenos Aires haya sido una cuestión de mesura. La inglesa, responsable de uno de los antídotos anímicos contra la pandemia (su formidable disco What's Your Pleasure?), se materializó 16.30 puntual. Sí, fue temprano, pero esa joya radiante despertó los primeros bailes del sábado.

El voguing, el abanico y su nombre insertado en una gráfica que remite a una fotocopia de fanzine armonizaban una puesta en escena que mantuvo la atención en varios puntos del escenario al mismo tiempo. La elección siempre es compleja cuando el equipo rinde así. Ella lo sabe: les dio holgado protagonismo a sus bailarines, plateados y fabulosos; y también a sus coristas, dejando que se lucieran en el centro del escenario.

Su voz trastabilló solo por un detalle que ganó de ambos lados del show: la sorpresa que devino risa al no poder creer que el público se supiera todas las canciones. Porque si el fan es alevoso, el fan argentino mucho más. La energía y el look de Jessie se acercaban a los de una tía con unas mimosas encima -que le han caído de perlas-; y en plena fiesta tiraba comentarios que la mayoría ignoraba aunque fueran las mejores frases. Era la más lúcida de ese evento imaginario.

Y la herejía no se iba a completar sin un guiño espiritual. Los ecos gospel en el pasaje más emotivo del recital entraron en Wildest Moments, una canción que ya tiene una década y es elegida por muchos como talismán en momentos sin norte. La disco ya tenía clima propio, porque Jessie logró contenerla en el equilibrio de una bola de boliche, literal. Allí donde se condensa el goce, se reflejan los divismos y se desarman los condicionamientos.

Gonna give the gays everything they want, parecía susurrar en su cabeza. Así llegaría al anteúltimo tema, el himno en llamas de What's Your Pleasure?. Y el público se hacinaría aún más para observar la perfo: un micrófono con cola de látigo para puntear cual pelota de karaoke pero a cachetazos limpios esa letra didácticamente caliente. Una invitación a la sincronización del placer. Kinky, nasty, Jessie Ware.

Jessie Ware atrapó a su público en una bola de boliche. Foto: gentileza Primavera Sound Buenos Aires

"Los gángsters también caemos al pari de los chetos", dijo El Doctor rato después, desde el escenario Heineken, mientras terminaba José González y muchos ya esperaban a Father John Misty. La frase sería una más para la colección del trapero, y funcionaría como una justa descripción del line up de ese rato. Un doc sin aire que elegía bien en qué momentos meter bocado.

"Les jode que esté en este escenario porque no soy rubio y de ojos celestes", "A mí en el underground me discriminaron más que en cualquier otro lado". También se quejará del precio del agua en el predio. Al terminar cada tema, el momento de la censura se sentía al caer, y "el negro más sufrido de la Argentina" jugaba con eso. Cierre doctoriano si los hay, pegándole un microfonazo en la cabeza a un seguridad para penalizar una injusticia: eran cinco contra un fan.

Hay una prioridad de enfieste rompeportones con Charli XCX. Una cancelación en el último Lollapalooza y advertencias de una infección de garganta hacían pender de un hilo su visita. Y todavía algo molestaba más: la arenga que podía revisarse en los videos de quienes estuvieron en la edición de San Pablo, dándolo todo.

Pero Charli y su endiablada figura apuraron la marcha y el backup del público reventó todos los tonos para darle espacio a los trucos de la carne. Poco hay de precisión inglesa en su marca, lo dice su nombre, lo salvaje de sus movimientos, el dúo impensado que conforman la puesta en escena: su culo y dos columnas jónicas. Coca Sarli hubo sólo una pero qué bien te sale, Charli.

El hit fan service (I Love It), las dosmilosas Hot in It y Beg for You, el banger fierrero de Vroom Vroom y la simpática Boys, especialmente dedicada a todos los gays de la tribuna. Habrá espacio para eso y más, y también para quien quiera quedarse a ver qué onda. ¿Acaso hay mejor oportunidad para conocer a un artista que escuchándolo por primera vez en vivo?

Mientras tanto, el exhibicionismo del strass y el crop top a tope se chocaban con el anonimato de los pasamontañas sedientos de frenesí de los ragers, el fandom de Travis Scott. Pero la aparente repulsión de unos sobre otros sorprenderá al menos pensado: los seguidores del trapero no se imaginaban que la furia pop también  podía desestabilizar.

Charli XCX convirtió hizo protagonistas a su culo y dos columnas jónicas. Foto: Alejandra Morasano

Alejándose sólo unos metros (atravesando unas vallas ubicadas en posiciones inexplicables), en el escenario Primavera comenzaba el vivo más perfecto de todo el festival. ¿Para qué valerse de otros trucos cuando se lo tiene todo? ¿Cuando la propia artista resuelve croupier, jokers, sirve el martini y seduce al ganador de la mesa para luego engañarlo y robarle su fortuna?

Caroline Polachek es una caja de melodías infalible. Pero también es una bailarina que marca el ritmo con cada parte de su cuerpo, performer completísima, de una disciplina feroz. Una ortodoxia que cautiva así sólo puede flaquear por emociones: Caroline contamina su disciplina con lágrimas que despiertan la banca de su público. Intentará desobedecerlas pero hasta el más prodigio puede permitirse un momento de debilidad. Enseguida quiere retomar la nota pero desde muy adentro algo le dirá que disfrute, si hasta su llanto caerá con estilo.

Las intervenciones entre tema y tema serán pocas y breves, en general para describir la temática de lo que vendrá en el setlist, como antes de Parachute, una canción nueva que presentará en castellano.

Los bombos de Cattáneo se oyen a la lejanía. Faltan algunas horas para cerrar la jornada pero algo ya puede decirse con determinación: las de estas artistas fueron tres distintas instancias de pop sin fisuras. Una trinidad que pasó por primera vez por el país para alimentarnos de fantasía, esa comida de digestión rápida y calorías de las buenas.

Caroline Polachek abrió su caja de melodías en un show perfecto. Foto: Alejandra Morasano


¿Querés ver más sobre el Primavera Sound Buenos Aires?