La épica y la ética definieron con tanta fuerza la carrera artística de Bruce Springsteen que a menudo pasó inadvertido un detalle -se supone- clave para todo cantante: lo bien que canta. La voz de The Boss irrumpió, finalmente, para correr del medio al exégeta de la clase trabajadora blanca de los Estados Unidos. Lo hizo a través del flamante Only the Strong Survive, un disco donde el intérprete (aquí más intérprete que nunca), desplegó una suerte de "nostalgia feliz", con todos los riesgos de oximoron que encierra la frase.   

A los 73 años y aquí sin la E Street Band, Springsteen sacudió el álbum de recuerdos de su adolescencia, que le devolvió una música siempre esbozada en su paleta compositiva, pero casi nunca plasmada de manera pura y explícita: el soul. El género negro más popular que inundaba las radios y los bares de aquella Nueva Jersey de la década del '60 se recicla en el nuevo disco de Springsteen sin imposturas ni ánimos de refundación rockera. Puede asumirse, inclusive, que El Jefe se ocupó de brindar versiones demasiado respetuosas de un puñado de canciones que transitaron los charts con suerte diversa, también en los '70 y los '80. 

Ese "respeto" se manifiesta menos en la fuerza interpretativa del propio Bruce (con la autoestima bien alta para no achicarse frente a las fuentes legítimas -negras- de su rescate emotivo) que en el clasicismo orquestal diseñado por el productor Ron Aniello, quien se ocupó de casi todas las guitarras, los teclados, la batería y el bajo, sin mayores luces distintivas. 

De esa prolija homogeneidad emerge la voz de Springsteen para darle nueva vida a "Don't play that song", un tema que parecía clausurado para cualquier reintepretación después de que lo tomara Aretha Franklin en 1970. Lo mismo sucede con "7 rooms of gloom", que recrea y hasta potencia el clima de plegaria amorosa que patentó en su momento The Four Tops. 

Al escuchar estos temas puede inferirse que aquellas influencias siempre estuvieron en el ADN de Bruce. Fueron permeando sin estridencias en una trayectoria despareja y ecléctica, más heterogénea de lo que suele creerse cuando asoma la figura de un Springsteen musicalmente monolítico. Siempre hubo soul tiñiendo la sangre de este compositor químicamente pendular, que a veces se acercaba a Van Morrison, otras a Tom Petty y, en ocasiones, lamentablemente, a John Mellencamp.  

Only the Strong Survive es un disco optimista aún en su evidente perspectiva crepuscular. Se percibe en su factura una aproximación lúdica, un deseo de empaparse sin preocupaciones de la atmósfera de aquellas composiciones de Frank Wilson ("Do I love you...") o William Bell ("Any other way" y "I forgot to be your lover"). Canciones atravesadas por cierta liviandad esencial en un contexto de efervescencia social y política. 

Quizás la frase "I remember..." con que arranca el tema epónimo del disco funcione como clave interpretativa general: el Jefe invita a recordar, entre otras cosas, que es un sobreviviente.