Desde Brasilia. Un mes y medio antes de asumir la presidencia por tercera vez, Luiz Inácio Lula da Silva inició su primer viaje al exterior. Pasadas las siete de la mañana de este lunes lluvioso en San Pablo, embarcó rumbo a Egipto para participar en la cumbre sobre cambios climáticos organizada por Naciones Unidas, COP-27. Allí no estará Jair Bolsonaro, quien tampoco fue a la edición del año pasado en Escocia, donde Greta Thunberg y miles de activistas lo definieron como el mayor enemigo del planeta.
Bolsonaro parece haber dejado el cargo antes de la conclusión de su mandato: después de ser derrotado en las elecciones, casi no ha tenido compromisos públicos, en contraste con la agenda hiperactiva del líder del Partido de los Trabajadores (PT) ocupada en la formación del equipo de transición del cual algunos son candidatos a ministro. Lula está elaborando su agenda de compromisos en la ciudad egipcia de Sharm El-Sheik, junto al Mar Rojo. "El combate al cambio climático tiene que ser un compromiso del Estado brasileño, trabajaremos por el futuro de nuestro país y de nuestro planeta, que es uno solo y de todos", posteó antes de despegar en el Aeropuerto Internacional de Guarulhos.
El presidente entrante viajó luego de recibir el alta por los médicos que le realizaron una batería de exámenes en su laringe el sábado pasado en el Hospital Sirio Libanés. "Voy a tener en Egipto más conversaciones con líderes mundiales en un solo día, que las que Bolsonaro tuvo en 4 años de gobierno", comparó. En el balneario Sharm El-Sheik lo aguardaban la líder ambientalista Marina Silva, el senador Randolfe Rodrigues e Isabella Teixeira co-presidenta del Panel de Recursos Naturales de Naciones Unidas. Los tres son citados como candidatos a ocupar desde enero la cartera de Medio Ambiente.
Un nuevo Brasil
Lula va a "decirle al mundo que está llegando un Brasil nuevo; Brasil se presenta para ser un jugador decisivo desde el punto de vista diplomático y para ser un jugador en la economía del siglo XXI, que es la economía de bajo carbono", declaró Randolfe Rodrigues.
De acuerdo con medios brasileños, no se descarta que Lula converse en Egipto con el representante del clima norteamericano, el ex canciller John Kerry, quien la semana pasada manifestó su confianza en el próximo gobierno. La expectativa favorable de Kerry está en línea con las felicitaciones expresadas por Joe Biden a Lula en una llamada telefónica el 31 de octubre, un día después de la victoria ante Bolsonaro, quien hasta hoy no reconoció el triunfo de su adversario. Ese mismo lunes 31 el petista fue saludado telefónicamente por el mandatario francés, Emmanuele Macron.
Biden y Macron, así como el canciller alemán Olaf Scholz, tuvieron relaciones nada amistosas con Bolsonaro en virtud de su política amazónica, marcada por el avance de la explotación agrícola y la minería en áreas de conservación, sumado a los incendios frecuentes. En sus intervenciones en la ONU y foros internacionales, el referente de la ultraderecha brasileña tuvo expresiones ofensivas contra los gobiernos estadounidense, francés y alemán, en discursos calcados del estilo Donald Trump (su benefactor) donde negó las quemas y talas selváticas por considerarlas "fake news".
Bolsonaro no quizo ecología
A poco de asumir el gobierno en 2019, Bolsonaro desistió de organizar la COP-25 en Brasil: debió ser trasladada a Madrid. Además amenazó con no cumplir el Acuerdo de París sobre cambio climático. Al revés de la barbarie bolsonarista, Lula tiene en su currículum haber realizado una política de defensa de la Amazonia en sus dos mandatos entre 2003 y 2010. Amparado en esa credibilidad, no se descarta que durante la COP 27 se comprometa a trabajar en pos de la emisión cero de gases de efecto invernadero, reactivar los organismos estatales para salvaguardar las zonas de conservación de la selva y garantizar la integridad de las comunidades acechadas por el narco, los buscadores de piedras preciosas y traficantes de madera. Para ello quizá creará la Autoridad Climática, tomando como ejemplo la existente en EEUUU, y el Ministerio de los Pueblos Originarios, al frente del cual podría designar a Sonia Guajajara, oriunda de la Tierra Indígena Arariboia.
Para viabilizar la ejecución de proyectos de desarrollo sostenible, propondrá relanzar el Fondo Amazonia, creado en 2008 con dinero de Noruega y Alemania, y desactivado en 2019.
No solo diplomacia verde
Las amables bienvenidas expresadas por Biden y Kerry hacia Lula no deben alimentar la idea de que habrá una relación idílca entre la Casa Blanca y el Palacio del Planalto en el período 2023-2026. La diplomacia verde a ser desplegada en Egipto será sólo uno de los vectores de la politica externa por venir, en la que Lula buscará recuperar autonomía frente a la voluntad imperial. Para romper con la política externa heredada de Bolsonaro, será necesario acabar con la subordinación al "poder profundo" norteamericano, más allá de quien sea el presidente de turno. Ocurre que, a pesar de su nacionalismo retórico, Bolsonaro acató mansamente todo lo que Washington y Wall Street ordenaron en política petrolera, privatizaciones y (contra)reformas estructurales, sin olvidar la cesión de la estratégica base de lanzamiento espacial de Alcántara.
Siendo un "devoto" de Estados Unidos, no sólo de Trump, el gobernante saliente conspiró o fue inactivo en el fortalecimiento de opciones favorables a un orden multipolar como el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y en el plano regional . En cambio Lula ya anticipó su vocación de retomar la presencia activa en el BRICS y trabajar en pos de la integración regional, revitalizando el Mercosur, Unasur y la CELAC (Comunidad de los Estados Latinoamericanos y Caribleños).
La expresidenta Dilma Rousseff dijo la semana pasada en la reunión del Grupo de Puebla en Colombia que "para nosotros es central la integración de América Latina". No es ocioso recordar que Dilma fue derrocada en 2016 por un golpe de estado del cual emergió el presidente Michel Temer, quien recibió el saludo (aval) en persona del entonces vicepresidente norteamericano, Joe Biden.