A un puñado de días del comienzo del mundial de fútbol, las polémicas no paran de escalar la vía pública, y el silencio se vuelve un factor esencial de los mercaderes de la pelota. Hace poco Joseph Blatter, quien estuvo al frente de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) durante 17 años –y terminó acusado de fraude, lavado de dinero y crimen organizado–, dijo que la elección de Qatar como sede para la copa del mundo había sido “un error”.
"Gracias a los cuatro votos de Platini y su equipo, la Copa del Mundo fue a Qatar en vez de a Estados Unidos; esa es la verdad", señaló Blatter en una extensa entrevista publicada el martes pasado por el diario suizo Tribune, y depositó toda la responsabilidad en el ex presidente de la UEFA, a quien, por otra parte, ya había puesto en la mira en 2021 por esta situación.
Los entretelones de este escenario se vuelven visibles a poco de que la pelota empiece a rodar. Los interrogantes giran alrededor de un cúmulo de situaciones sensibles que van desde el 2010 -año en que se eligió a Qatar como sede- hasta acá. Las imágenes que llegan desde suelo Qatarí -vale destacar, primer país de Medio Oriente en ser anfitrión de un mundial- son las de un territorio de vanguardia con lujosos edificios sin miedo a tocar el cielo, estadios con asientos refrigerados para combatir las altas temperaturas y una modernidad absoluta que contrasta con la penalización de las elecciones sexuales, la falta autoritaria de derechos de las mujeres y la fuerza de trabajo esclavizada, proveniente de países limítrofes con el que se ayudaron a correr la arena para montar las estructuras de última generación que recibirá a los fanáticos del fútbol.
“La homosexualidad no está autorizada. Las demostraciones de afecto en público están mal vistas, y eso vale para todos”, afirmó Nasser Al-Khate, presidente del comité organizador, en una entrevista en la CNN. Previamente, el CEO del mundial de Qatar, frente a las críticas que se desprenden de sus mandatos culturales, en dialogo con Sky Sports intentó llevar tranquilidad y expuso: "Nosotros hemos dicho que todos son bienvenidos aquí. Pero pedimos respeto por nuestra cultura".
Se cuentan de a miles los trabajadores que llegaron a Qatar con el sueño de hacerse de un sueldo mayor al que podían conseguir en sus países de origen, pero terminaron envueltos en un marco de desprotección que, según se denuncia, los llevó a vivir en espacios extremadamente pequeños, con malas condiciones higiénicas, trabajando 16 horas diarias –cuando el máximo debería haber sido 8 horas– y en condiciones de calor extremo. Y a causa de esas condiciones, muchos han perdido la vida.
“Durante meses viven controlados por sus empleadores y se desplazan a su lugar de trabajo en buses proporcionados por la empresa para que luego de largas jornadas extenuantes sólo puedan volver a sus alojamientos, donde jamás se les permite salir para nada. Estos trabajadores prácticamente no interactúan con nadie en el país en el que trabajan”, le explicó David Hernández, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid especializado en Medio Oriente, a France 24.
En tiempos donde nadie escucha a nadie
La ruta que traza los caminos de las copas del mundo y lo que sucede en el fútbol a nivel global, tienen como punto de partida a la FIFA. La institución con sede en Zurich, Suiza, se creó en 1904, pero desde hace prácticamente cincuenta años alberga en su ecosistema disputas, controversias, poder, política internacional y corrupción. En la miniserie "Los entresijos de la FIFA", que acaba de estrenar Netflix, se narra la historia de estos escándalos que reflejan sobornos de grandes cantidades de dólares. Los nombres fuertes que protagonizan los renglones de la deshonestidad van desde João Havelange, Blatter, Platini hasta Chuck Blazer.
Fue justamente Diego Maradona, el máximo exponente del fútbol, quien enfrentó y denunció a sus máximos jefes. “Ha sabido rodearse de ladrones. Blatter le enseñó a robar a Platini”, supo decir el diez. "Blatter es un dictador vitalicio. Carece de la inspiración y la pasión que se encuentran en el mismo corazón del fútbol".
“El padrino del fútbol”, dice Phaedra, periodista que participa de la miniserie -a quien tildaron “la informante de Qatar” por sus denuncias de soborno- en referencia a Blatter. “O firmas una declaración jurada declarando que mentiste o te perseguiremos legalmente”, confiesa más adelante. Lo cierto es que las designaciones de Rusia en 2018 y ahora Qatar, no son parte de un proceso de elecciones limpias. Sobre todo, en la que respecta al país de Medio Oriente. Antes estaba Estados Unidos como candidato fuerte, pero las imágenes del documental de Netflix son certeras: los sobres con dinero para alterar los votos, existieron.
El caso más resonante fue el de Platini. En el episodio tres se revisa la historia de su voto y su influencia sobre la delegación europea para traccionar la elección qatarí. Un almuerzo del exjugador francés con Nicolas Sarkozy, ex presidente de Francia, y el hijo del emir de Qatar, fue decisivo. Los votos fueron para el país de Medio Oriente y eso posteriormente llevó a que el fondo inmobiliario qatarí comprara al París Saint-Germain, el club más importante de París, también una emisora árabe compró los derechos del fútbol francés y se concretaron varios acuerdos comerciales más. Pero las irregularidades se niegan por completo. Nadie vio los tratos geopolíticos.
Mientras las denuncias se siguen acumulando, la competición sigue en pie. “Los banqueros del deporte”, como define alguien a Qatar en la miniserie, no se pronuncian ante las acusaciones. La FIFA prefiere el hermetismo y extender un mensaje de integración que cada vez más se desvanece en decisiones políticas y en miles, millones de dólares, que cada cuatro años intenta lavar su cara a través de la copa del mundo.