"¡Nos divertimos mucho!, ¡fue algo mágico!”. Durga McBroom no encuentra signos de admiración que alcancen para expresar lo que vivió durante sus visitas a la Argentina. La primera ocurrió en 2009, dos décadas y dos años después de que el Pink Floyd post Roger Waters la convocara para las presentaciones en vivo de A Momentary Lapse of Reason, cuando la banda argentina The End la hizo suya durante dos conciertos en el Gran Rex. Como fruto de aquella alquimia, el encuentro repitió año después, pero con dos bonus: el bajista Guy Pratt y el tecladista Jon Carin, también miembros del Floyd tardío.
A ambas instancias se vincula entonces el entusiasmo de la cantante, actriz y corista, cuya voz se oyó nuevamente el pasado sábado, y repetirá el jueves 17 a las 20.30 en el Gran Rex (Corrientes 857); el viernes 18 en el anfiteatro José Asunción Flores de Paraguay; y el sábado 19 en Radio City de Mar del Plata (San Luis 1750). “Fue un hecho extremadamente feliz traer a mis amigos Pratt y Carin a conocer The End”, prosigue Durga. “Recuerdo especialmente el momento en que, al final de 'High Hopes', Mariano Romano (guitarrista de la banda tributo) tuvo un intercambio musical no planeado entre su guitarra española y el bajo, como si estuviera teniendo una conversación con Pratt. ¡Fue mágico, realmente!”, repite ella, yendo hacia las épicas jornadas que entonces replicaron también en varias ciudades de Brasil.
Fue así que The End se transformó en la primera banda homenaje a Pink Floyd que logró integrar miembros de la banda original a su seno. Durga en especial, dado que no solo fue la corista de la gira de A Momentary… sino también una de las voces femeninas que sobrevuela las altas alturas de The Division Bell, otra tremenda perla sonora del Floyd versión Gilmour, además del resultado en vivo de Delicate Sound of Thunder y Pulse. “La idea para estos conciertos con The End es ser la voz principal junto a Gorgui Monffatt, con quien tengo una gran química”, admite Durga y vaya que fue así, con parte del hecho consumado. “Los The End fueron los primeros en pedirme que fuera una estrella invitada especial y por supuesto que me sentí extremadamente honrada por ello. Además, es un grupo que focaliza al extremo en los detalles de la música de Pink Floyd y por lo tanto la respeta. Es un placer actuar con ellos, de quienes además me hice muy amiga”, se desgañita en loas la corista de 60 años.
-¿Te atraen las bandas tributo?
-En este caso, dado que Pink Floyd ya no existe, me parece la mejor manera de mantener viva su tradición y su música. En este sentido, juega mucho también lo personal, ya que siento la gran responsabilidad de guiar sobre cómo tocar estas músicas correctamente. Por supuesto, me siento muy honrada de ser parte de la historia de Floyd, de su legado, y creo que las bandas tributo son una buena manera de cumplir con él.
-Debutaste con Floyd durante aquella mágica jornada en The Omni de Atlanta, en 1987. ¿Qué te pasa por el cuerpo cada vez que recordás la secuencia?
-Que estaba muy nerviosa, hasta que salí al escenario y me di cuenta de que había encontrado mi hogar, y el miedo se fue. Era un momento desafiante, porque ellos buscaban cantantes negras para los shows, entonces nos convocaron a mi hermana Lorelei, a mí, y a nuestra amiga Roberta Freeman. Lo mío, puntualmente, fue cantar las partes bajas. Para mí fue un tremendo desafío. Crecí escuchando Dark Side of the Moon y me encantaba esa música.
-Hubo una trayectoria intensa luego de aquel debut. ¿Qué instancias recordás de él?
-Demasiadas como para enumerarlas aquí, pero si tengo que destacar alguna, me inclino por los conciertos en Venecia, Versalles y Knebworth. Y también rodando Pulse en Earl's Court.
Durga permaneció en la órbita floydiana como parte del itinerario solista de Gilmour –sobre todo en lo que atañe a sus espectáculos de rock de cámara- a la par de su actividad con Blue Pearl, banda propia que armó en Londres. Con ella se apresta a publicar un nuevo disco tras el suceso que provocó “Alive”, tema en que grabaron otro gigante floydiano -Rick Wright-, más Pratt y el mismo Gilmour como invitados. “Trabajar con David es maravilloso. Además de ser como de la familia, es el mejor maestro que se pueda imaginar”, sostiene Durga quien, además de estar escribiendo una autobiografía y viviendo entre Roma y Los Ángeles, acaba de lanzar un trabajo con su inseparable hermana llamado Black Floyd. “Tiene canciones que casualmente escribí con Carin y Pratt, más un tema que Lorelei escribió con Lemmy Kilmister”, informa McBroom.
-¿Cuáles son tus referencias musicales, más allá del planeta Floyd?
-Qué pregunta complicada (risas). Si tuviera que mencionar algunas, diría que adoro a Prince, a Sting, a Yes, a Chaka Khan, pero sobre todo amo a Joni Mitchell. Cada vez que escucho una canción suya, siento que mejoro por dentro y por fuera.