Como gesto de autoridad a seis días del debut ante Arabia Saudita, fue contundente. El rotundo 5 a 0 a Emiratos Arabes Unidos repuso a la Selección Argentina en la agenda del inminente Mundial de Qatar. Si antes se la miraba con respeto, mucho más se la mirará desde ahora. El equipo que capitanea Lionel Messi y dirige Lionel Scaloni llega mucho mejor a la máxima competencia que cualquiera de sus antecesores en los últimos 20 años. Pero tampoco se trata de militar un optimismo exagerado, de subirle el precio a las posibilidades argentinas ni de creer que Qatar será una fiesta. La real realidad empezará a saberse a partir del martes venidero.

En el primer tiempo la Selección mostró un volumen de juego muy elevado. Generó futbol por adentro y por afuera. Presionó para jugar tan alto como le fue posible, recuperó muy rápido y con la pelota de su lado, tuvo variantes y contundencia. Y actuaciones individuales a la altura de lo que se viene. Marcos Acuña fue al ataque casi siempre. Y casi siempre resolvió bien. Amplió la cancha por la izquierda y de un centro suyo con efecto vino el primer golazo de Angel Di María.

A propósito del rosarino: los 45 minutos que estuvo en la cancha rozaron la perfección. Hizo dos golazos (el primero de volea, el segundo luego de dos gambetas en el área saudí), cruzó con precisión varias pelotas al área rival y estuvo imparable cuando fue por adentro y por afuera. De la lesión que tuvo en la Juventus no quedaron rastros y mental y futbolísticamente, Di María llega diez puntos al Mundial. De Paul, intenso, imparable, a veces embarullado por su deseo de querer hacer todo, otro tanto.

Y todo esto sin que Messi estuviera en una noche deslumbrante: hizo un gol de derecha, le devolvió una pared a Di María en el tercer tanto y en el segundo tiempo, más de punta, se dedicó a hacer jugar antes que a resolver por su cuenta. Ese es un muy buen indicio del estado de la Selección: ya no depende tanto de los arranques de inspiración del supercrack rosarino. Si pasa un rato largo sin tocar la pelota, el equipo tampoco pierde tanto: hay otros que pueden hacer la tarea por él, pero no como él.

Con el resultado ya resuelto, Scaloni hizo en el segundo tiempo el último ensayo de su orquesta: metió cuatro cambios, armó línea de cinco con Pezzella de libre, Foyth y Lisandro Martínez como stoppers y Montiel y Molina como laterales subidos, le dio minutos a Joaquín Correa y a Enzo Fernández para que Messi los abasteciera y paró el equipo más atrás. Daría la impresión de que en el Mundial, volverá a hacer lo mismo que hizo en la última Copa América de Brasil. Presionará alto y fuerte y luego de sacar la primera ventaja, retrocederá un par de pasos, se hará fuerte en el fondo y tratará de resolver de contraataque. 

Ante rivales tan endebles como lo fueron Bosnia, Honduras y Jamaica en los amistosos anteriores, Argentina se dio el lujo de atacar todo el partido. Contra Emiratos Arabes Unidos, que también resultó muy poquita cosa, anticipó parte de lo que puede ser su libreto en Qatar: "El Mundial lo ganan los equipos inteligentes" dijo Scaloni en la conferencia de prensa previa al partido. Esa inteligencia para administrar los tiempos y los ritmos del juego es lo que habrá de ejercitarse en la concentración de Doha. Todo lo demás, parece estar en su lugar, a la espera del gran debut del martes.