El perro será muy guardián pero carece de sentido comercial, entonces ladra cuando un turista ingresa a este hostel de Purmamarca. El cliente es toreado, quizás para que no se crea dueño del paisaje, para que no se olvide que está de paso. El ladrido es lo único que interrumpe la tranquilidad del patio, que está rodeado por varias habitaciones. Al levantar un poco la vista se pueden ver los cerros, tan cercanos que parecen un cuadro que se extiende más allá de las paredes. Por ahí, cerca de un viejo aljibe que sirve como decoración, está Santiago Moraes, músico, cantautor, artista errante que a diferencia de Fito no disfruta de estar al lado del camino, sino que prefiere recorrerlo y contemplar sin detenerse.
Después de algunos adelantos, Moraes, ex integrante de Los Espíritus, este viernes finalmente publicó en las redes Hogar, su tercer disco solista, y en marzo de 2023 en vinilo a través del sello uruguayo Little Butterfly. Es su regreso definitivo a las canciones después de casi dos años de incertidumbre. “A mí la pandemia me sacó la posibilidad de trabajar. Estuve todo el 2021 sin tocar la guitarra, laburando de otra cosa”, cuenta Santiago en el patio del hostel. Está en el medio de una gira jujeña que lo llevará por varias localidades de la provincia junto a Patuco López, un compositor y percusionista uruguayo que conoció el verano pasado, cuando pudo, por fin, volver a reencontrarse con la música.
“Me fui en diciembre, medio de mochilero, con la viola, y me puse a tocar por toda la costa uruguaya en cada barcito que me abriera las puertas. En uno de esos toques, en Cabo Polonio, me lo crucé a Patuco. Me dijo que había escuchado mi música y lo invité a tocar sin haber escuchado nada de lo que él tocaba. A partir de ahí empezamos a tocar juntos. Conectamos charlando. Eso me pasó con varios músicos en Uruguay”, dice.
El formato de dúo tuvo una fecha porteña en marzo y ahora se vino para el NOA. Santiago y Patuco tocan en espacios reducidos, en hostels, pubs y centros culturales: “Mezclamos un poco el repertorio de los dos y armamos un show bastante extenso pensado como para barcitos de gente sentada que está tomando algo. Hacemos dos pasadas de un hora”.
Con esta gira, Moraes está donde quería estar durante la pandemia: en pleno viaje, alejado del confinamiento que, por lo que cuenta, no le dejó nada bueno. Ni siquiera canciones. Para un músico que se caracteriza por cantar lo que observa, la cuarentena fue un castigo que Santiago no logró superar. No pudo reflejar el pulso de la calle ni crear versos que funcionen como fotografías de pueblos o ciudades. “Grabé varias canciones durante el encierro. Todas hablan de paredes (risas). Son un embole. En un momento pensé en hacer un disco de esas canciones, pero no sé si tengo ganas. No me gustó ese estado, es un vómito. Y a veces el vómito es lindo y a veces no”, dice.
Santiago aguantó todo 2020 sin hacer shows ni subirse a la inevitable moda del streaming. Pero en 2021 tuvo que desbloquear el celular y contactar a viejos colegas para que le consiguieran un trabajo que le permitiera tener ingresos: “Volví a mi oficio anterior. Antes de laburar de la música laburaba en producciones audiovisuales. Mi puesto siempre fue el de coordinador de elenco, lo hice durante quince años. Y en algún momento de mi adultez tomé la decisión de no trabajar más de eso y dedicarme de lleno a lo que me gusta hacer con mi vida. Pero durante la cuarentena interminable no pude trabajar de nada. Pude salir de la desesperación yendo de vuelta al mundo audiovisual. Me puse a laburar en miniseries todo 2021. Hice una que se llama Melody y otra sobre Ringo Bonavena. Tengo la suerte de tener ese plan B, pero no es un trabajo que a mí particularmente me guste o disfrute hacer”.
Hace un año, cuando terminó de trabajar en las series, Santiago pudo empezar a planear su regreso a la música. Reunió a Transeúntes, el grupo que integran Alejandro Navoa, Anahí Fabiani, Sol Bassa, Francisco Paz y Fer Barrey, una banda que lo acompaña desde 2019, y se encerró durante un día en el Centro Cultural Richards. Allí, en una sola sesión, grabaron la mayoría de las canciones de Hogar. El álbum también incluye una canción grabada en Córdoba con la banda Nautilus. Otras, como la nueva versión de “El linyera de la plaza”, que Santiago ya había publicado en su debut, Las canciones de Santi (2012), fueron registradas en Montevideo con Patuco y otros músicos locales.
Hogar está formado por nueve temas en los que Moraes retorna a su lírica deudora de Javier Martínez (en Los Espíritus había citado a Manal en “Perro viejo”, una de las mejores canciones de su carrera) y logra mezclarla con sonidos populares que miran hacia Uruguay, la tierra de sus padres.
“Yo siento que es el disco donde más se me nota la raíz uruguaya. Hay una milonga medio zitarroseña, hay una cuerda de candombe en el 'Blues de Mario', que es un candombe blues. Son músicas que yo no había puesto todavía en mis discos tan explícitamente. Aparte, esta vuelta cumplí el sueño de grabar con músicos uruguayos. Porque hay un toque particular que tienen que no lo tiene todo el mundo. Está la canción 'Guidai', que es un sobrino mío, hijo de mi prima que también vive allá en Uruguay. Todas las canciones me fueron llevando a que es un disco que tiene que ver con mis raíces”, cuenta.
Ahora, con el disco a punto de publicarse, Santiago quiere seguir en la ruta y en los escenarios. Pero por ahora no contará con Transeúntes, un sacrificio que tuvo que hacer para evitar el estancamiento.
“Un solista independiente no es lo mismo que estar en un grupo independiente. En un grupo hay una asociación de varias personas y todo el mundo pone energías, se pueden repartir tareas. Girar con una banda requiere de una producción y a mí lo que me interesa de la música es estar en movimiento, viajar, ir a lugares nuevos y conocer gente nueva. Mostrarle la música a personas que todavía no la escucharon. Se me estaba haciendo muy cuesta arriba eso, incluso antes de la pandemia”, dice, y aclara que ese obstáculo nunca le hizo dudar de su partida de Los Espíritus.
“Irme de Los Espíritus fue una decisión de ética personal. Si bien para mí es súper doloroso, lo digo en presente porque sigue siéndolo, es una decisión que no dejaría de tomar”, dice Santiago antes de abandonar el patio y encarar un paseo por los cerros. Mañana tiene planeado ir a Tilcara para seguir tocando. Después a Humahuaca, después a Maimará. Después a donde sea.