“Tomarme un tiempo debajo de los árboles y recolectar sus hojas para luego contemplar sus formas, imperfecciones y detalles: esa es la base de mi proceso. Es durante estos encuentros pacíficos cuando surgen historias, reflexiones sobre el tiempo, y el cambio, y la conexión”: así habla la reflexiva artista Susanna Bauer sobre las delicadas obras que suele crear. Lleva 15 años recogiendo hojas caídas que lava y seca, para proceder a coser o tejer a ganchillo sobre su superficie, con hilos de algodón, desarrollando piezas que -para ellas- “son tributos a la naturaleza”. Sobra decir que lo hace con un cuidado excepcional, dada la fragilidad de la materia…
Con sus veteados singulares, que le recuerdan a huellas dactilares, las hojas evocan en Bauer -nacida en Alemania, con actual residencia en el suroeste de Inglaterra- pensamientos sobre pertenencia, identidad, sanación, esperanza… Aunque, aclara por si las mosquitas, que cada obra está abierta a la libre interpretación del público. “Inspirándose en patrones de encaje antiguos y estructuras de células microscópicas, Bauer utiliza el arte tradicional del ganchillo para expresar su admiración por la infinita complejidad y belleza del mundo natural”, recuerdan desde las filas de Le Salon Vert, galería de arte en Carouge, Ginebra, donde actualmente se exhibe Gathering Stories, tal el nombre de la muestra donde Bauer expone sus personalísimas obras, que requieren de una intensa concentración y excelente pulso.
“Con gestos de precisión quirúrgica, la artista navega entre la tensión y la ternura para crear nuevas formas. Cuidando y reinventando, aplica su visión con una delicadeza sin igual”, reza la crítica sobre el trabajo de quien, de niña, aprendió crochet, y ya mayor, estudió arquitectura paisajística en la universidad. Actualmente expone regularmente sus hojas intervenidas en distintas partes de Reino Unido, de Estados Unidos, de Suiza; aunque también ha sido invitada a exhibirlas en Países Bajos, Italia, India, Japón.
“Estoy asombrada por los detalles intrincados, los colores, las texturas y las composiciones que encuentro en las hojas”, reconoce la mujer que, entre sus favoritas, menciona las de magnolia por su forma clásica y sus marcas potentes. Igualmente, explica que todas “vienen con su propio idioma”, solo es cuestión de tomarse el tiempo para aprender a dialogar con ellas…