El afiche oficial de la Copa Mundial de Qatar 2022 es una imagen de una liviandad y ligereza hipnotizante. “Muestra la gutra y el egal (tocado tradicional) agitándose en el aire, algo que se hace aquí cuando se festeja un gol”, explica Bouthayna Al Mufta, la artista qatari autora de la obra. La gutra de seda se desdobla en el aire, como un pájaro, hacia una pelota que sí vuela. Es una fotografia en blanco y negro con la pelota apenas coloreada. Transmite belleza y tranquilidad pero al mismo tiempo es muy dinámica. Y sin saber qué es una gutra, o un egal, la primera vez que lo vi pensé instintivamente que podría ser el hijab de una mujer revoleándose en celebración.

Tanto los hombres como las mujeres en la cultura islámica deben vestir de cierta manera; cubrirse de rodillas a hombros, y portar estas suertes de turbantes en la cabeza. Los hombres usan unos paños blancos (gutra), generalmente de seda, sujetos por un aro negro, como una vincha gorda (egal). Las mujeres, pañuelos que se envuelven alredor de la cabeza y los hombros (hijab).

En Europa hay una narrativa cargada de juicio de valor con respecto a la utilización del hijab. Hay sectores, por ejemplo en Francia, que abogan por prohibir su uso (en las escuelas laicas de hecho están prohibidos también los crucifijos, así como todos los símbolos religiosos), considerándolo un símbolo de opresión. Otra corriente de pensamiento aboga por el derecho a andar por las calles con hijab, postulando que prohibirlo también es opresivo. En Inglaterra hay mujeres de alto perfil público, presentadoras del noticiero, que al salir al aire con la cabeza cubierta despiertan incesantes críticas y acusaciones de parcialidad, de no estar capacitadas… en fin. Las mujeres musulmanas que viven en occidente, conviven también con una mirada societal que las juzga, ya sea por defender el hijab, como por no.

La elección de Qatar como país sede de la copa del mundo, anunciada al mismo momento que la designación de Rusia sede del 2018, fue uno de los momentos mas dramáticos en la turbulenta historia de FIFA. A partir de esas dos sedes sorpresa, y tras acusaciones de sobornos y compra de votos, comenzaron a investigarse los procesos poco transparentes de la FIFA, se involucró el FBI, y cayeron cabezas en las altas esferas del futbol mundial.

Un país minúsculo, en el golfo árabe, con calores prohibitivos para el deporte al aire libre, con poca ‘tradición futbolera’ y encima carente de todo tipo de infraestructura necesaria para un evento de la magnitud de un Mundial. Qatar, uno de los países mas ricos del mundo, construyó todo en tiempo record. Ocho estadios con aire acondicionado al aire libre. Torres de hoteles y departamentos. Un subte hiper moderno.

Toda esta mega construcción llevó la mira del mundo (entiéndase por mundo la prensa occidental) a enfocarse muy de cerca en las condiciones de trabajo de los laburantes, en su totalidad inmigrantes, en su mayoría de países asiáticos como India, Pakistan y Bangladesh, y empezó a rodar una de las narrativas mas persistentes que hasta el día hoy oscurecen nuestra percepción de Qatar. The Guardian publicó que 6500 trabajadores de la construcción murieron en la construcción de los estadios. En realidad, la cifra de 6500 es todas las muertes, por cualquier causa, de todos los trabajadores de todas las industrias que no son qataris (un alto porcentaje de la población es extranjera) a lo largo de doce años y a pesar de que el periódico corrigió esta mala información a posteriori, la corrección nunca obtuvo la tracción que logró el titular original más sensacionalista.

A modo mas anecdótico, la aclamada arquitecta iraquí residente en Londres, Zaha Hadid, quien diseñó uno de los espectaculares estadios, le inició juicio por calumnia al New York Review of Books, tras ser acusada de que no le importaban las muertes de los albañiles durante la construcción de su estadio Al Wakrah. Como en realidad al momento de publicación (junio 2014) no había muerto ni un trabajador en la construcción del estadio, porque la misma aun no había comenzado, la prestigiosa publicación arregló un monto privado con la arquitecta, y nunca se llegó a juicio.

La noción de que no le importaban las muertes salió de una entrevista en la que preguntaron por las condiciones de los trabajadores y ella respondió que no tenían nada que ver con ella. Que eso era responsabilidad del estado, o de la empresa constructora. Entonces le dijeron “No le importa?” y ella dijo “más me importan las muertes en Iraq” convirtiéndose para el resto de sus días (murió en 2016) en personaje ‘cancelado’ en algunos sectores, incluso recibiendo críticas porque su estadio tiene forma de vagina. Sí, ese el nivel de discurso en el que estamos sumergidos.

A las vestimentas de las mujeres y los derechos de los trabajadores se sumaron otras dos grandes preocupaciones de la mirada primer mundista; la prohibición del alcohol y de la homosexualidad. Así, ambas en un nivel similar.

“Si soy un hombre, y quiero besar a otro hombre, o caminar con él de la mano por la calle, ¿podré?”, le preguntan a un funcionario árabe del Comité Supremo que porta camisa blanca y gutra, periodistas blancos de traje que dificilmente harían eso en una cancha de fútbol en Manchester o Liverpool. Lo preguntan insistentemente, hasta que el árabe promete que sí, que podrán. Que nadie se va a meter con ellos o decirles nada.

Según la Organización Internacional del Trabajo, es importante reconocer lo mucho que ha logrado Qatar en muy poco tiempo, sobre todo para poder seguir ejerciendo presión en las áreas que aun no han progresado lo suficiente. Vani Saraswathi, directora de proyectos de la Organización Migrant Rights (Derechos del migrante), dice que hay que pretar particular atención a un sector que permanece muy desprotegido que es el del servicio doméstico, mayoritariamente mujeres. Y ante el inminente aluvión de visitantes durante el próximo mes, la hotelería y el sector hospitalario han reclutado cantidades de trabajadores temporarios, también un área mas bien femenina, que corren riesgo de carga horaria no regularizada, o viviendas precarias.

El tema de los derechos LGBT es quizás el que más resuena, dado que los propios atletas lo han tomado como bandera. Muchos de los jugadores en sí están hace un tiempo portando brazaletes de arco iris en pos de solidaridad, y el pequeño avance que veremos en este mundial es que la propia Fifa, que históricamente sanciona cualquier tipo de campaña o logo o mensaje que no proviene de un patrocinador asociado, ningún mensaje político, ha aceptado que LGBT no es un tema político, sino ‘humano’. Un avance pequeñísimo pero avance al fin, sobre todo considerando que en el futbol masculino profesional de élite, en todo el mundo, históricamente, apenas un puñado de jugadores se han declarado gay.

Hoy, los hinchas que se esperan acudan en masa a Qatar son de los países vecinos. Irán, norte de Africa, Arabia Saudita y Emiratos. Irán, enorme país futbolero, donde se está desenlazando una protesta masiva por parte de las mujeres, tras la muerte bajo detención de una joven que fue llevada por la policía moral por tener mal puesto su hijab.

Podríamos soñar que cruzan la frontera a Qatar, van a la cancha, y tiran sus pañuelos al aire en celebración. Lamentablemente, lo que en realidad está sucediendo que es que los jóvenes que protestan están siendo detenidos en decenas de miles, al tiempo que el parlamento iraní vota a favor de la pena de muerte para algunos.

Tenemos como siempre una oportunidad para ver aspectos del mundo que no conocemos a través del fútbol, para aprender y entender mas allá de las formaciones y la táctica. Ojalá no la desperdiciemos, porque una vez que suena el silbato y comienza el juego, somos capaces de ignorar todo y solo mirar la pelota.