Con lugar en el Galpón 11, el martes pasado fue la quinta entrega de los premios Rosario Edita, dedicados a la producción discográfica local. Con organización de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad y el programa radial y sitio web La Canción del País (Radio Universidad Rosario), la ceremonia contó en esta ocasión con la conducción de Gabriel Bisang y Lucila Campos Wainer, y pudo también seguirse a través de Unicanal Rosario.
Las diversas categorías evidenciaron la producción musical durante 2021, y en este sentido volvieron a arrojar un estado de la cuestión que es siempre bienvenido: sea por la cantidad de discos y artistas en actividad –76 artistas y bandas–, como por el reconocimiento que las nominaciones y premios significan. A ello se suma la elección del Disco del Año: el elegido fue Joako 22, cuyo disco 022 también mereció el premio en la categoría Hip hop/Rap/Trap. El galardón “dorado” ratifica el carácter plural de la música de la ciudad: el año pasado fue para Cholo Montironi con Martín Tessa.
El Galpón 11 estuvo lleno de gente y esto destaca el acompañamiento que el sector hace del premio. Allí hay algo que dice de manera simbólica pero también urgente: hay que sostener (y más) a la música de la ciudad. Éste fue uno de los comentarios de alguna manera cifrado en los ganadores. La música de Rosario es excelente, diversa y de calidad, pero cuando sus protagonistas dicen hay que prestarle mayor atención es porque hay algo que no funciona. ¿Falta de lugares? ¿Políticas que acompañen debidamente? ¿Mejor atención por parte de los medios de comunicación? Con mayor o menor coincidencia, artistas como Trapo, Pablo Juárez, Portátiles Steady Club, Ber Stinco, Leonel Capitano (en ausencia, a través de un mensaje escrito), coincidieron en el esfuerzo compartido, mancomunado, que hizo posible a sus discos, y en el agradecimiento sobre la importancia de mostrar lo hecho.
Pero por casualidad o chiste del destino, diría Manuel Aranda, se nació rosarino/a y así las cosas. Hay que hacer notar lo propio dos veces más (sino tres) que en otros lugares, a excepción de que se termine bendecido con alguna varita externa o porteña. La verdad sea dicha, ¿cuántos son –los hay, Radio UNR es uno de ellos– los medios locales que dan verdadera atención a la música de la ciudad? Argüir que las nuevas tecnologías suplen esta cuestión es desligar responsabilidades porque, se sabe, hay pautas comerciales (¿dónde está la plata?, ahí el asunto) que dictaminan el tiempo de los medios y su “agenda”.
A grandes rasgos, habrá que decir que esta edición de los Rosario Edita no tuvo el brillo que merece. De acuerdo, ya se sabe que la pandemia supuso un vaivén traumático pero no sería excusa, cuando hubo una Feria del Libro impresionante, con muchísimos –bienvenida la redundancia– libros. Lo que acá no hubo, paradójicamente, fue música. ¿Por qué no puede escucharse música durante los Rosario Edita? ¿Dónde quedaron aquellas celebraciones con invitadas e invitados, canciones especiales, cierres polémicos (como Evelina Sanzo quejándose y con razón sobre la poca participación de mujeres en la escena)? No se entiende. De continuar así, los Rosario Edita dejarían de ser un ritual musical –al que nadie toma como competencia, otra de sus virtudes– para convertirse en un recitado de ganadores. Además, y vaya a saberse por cuáles cuestiones técnicas, al menos dos de los video clips previstos no pudieron verse.
Algunas cuestiones más: cuando el secretario de Cultura, Dante Taparelli, presentó al ganador de la categoría Jazz, señaló sobre la importancia de los comunicadores, gracias a cuyo “prolijo registro existe este premio”, y concluyó: “ojalá nos sigamos encontrando para entregar estos premios en los galpones del puerto pero en el Puerto de la Música. Es un horizonte que no tenemos que olvidar”. Entre los agradecimientos, vale replicar el de Leonel Capitano (está de viaje, a punto de presentar su nuevo disco) a través de la lectura de sus compañeros del Escolaso Trío: “Por este disco (Barricadas) he recibido amenazas y advertencias, padecido indiferencia y una censura sistemática en parte de los medios de la ciudad, principalmente a partir de aquella intervención en Peatonal Córdoba. Sigamos levantando la canción como arma y como bandera. La canción tendrá un rol fundamental en la lucha contra los poderes facticos y el dolorosamente creciente discurso fascista”. Sobre la necesidad de Rosario Edita, las palabras del ganador del Disco de Oro del Año, Joako 22, son elocuentes: “hay que apostar a la música de acá; mi disco resulta de la influencia de todos estos artistas, y es eso lo que intenté plasmar”.
Las y los ganadores en cada categoría son los siguientes: Cantautor/a - Trovador/a: Trapo (Domingo); Cantautor/a pop - rock – soul: Ber Stinco & La Asociación Santafesina del Rifle (La insubordinación fundante); Cumbia: La Vanidosa (Depende de ti); Electrónica – experimental: Los Cuentos de la Buena Pipa (Cuentos aislados); Folclore: Yara Dúo (Así como alumbrar); Hip hop - rap - trap: Joako 22 (022); Jazz: Pablo Juárez (Encuentros); Metal - Hard Rock: Disgusting (Deja que ladren); Pop - indie pop - synth pop: Lichi (Tecnología); Punk: Feliz oscuridad (Feliz oscuridad); Rock alternativo: Blizters (Luego amanece); Rock – blues: Julián Miretto y La Turbina (Fugitivo); Ska - reggae - fusión: Portátiles Steady Club (Ghettos); Tango: Leonel Capitano (Barricadas).