Atesorado durante mucho tiempo como un nombre secreto, contraseña conocida solo por entendidas, el nombre de Copi empezó a diseminarse hace unos años y hoy, con el estreno de su obra Eva Perón, gana la centralidad y el brillo que le corresponde. Atenta a menudencias como el género y la vida privada del actor que compone a Eva, la prensa no especializada empezó a paladear este sobrenombre compacto, tan sucinto que sólo puede deber su existencia al artificio. Notas sobre la obra, discusiones sobre su misterioso signatario, reacciones alarmadas o tibiamente simpáticas. En suma, manoseo del nombre y circulación que no deja marca. Ojo. Esto no es protesta. Es necesario que el nombre de Copi se vuelva tan corriente como el de Borges y todos los demás. Pero es aún más necesario contar con la guía de un crítico loco, capaz de alcanzar las alturas de Copi sin apunarse. Es reconfortante saber que no tenemos que esperar la llegada de un Mesías. Ése crítico ya existe y se llama Daniel Link. 

Link se ha entregado al sueño y al martirio de ser experto en Copi. Lo leyó todo, lo anotó todo, conectó a Copi con todo (o, mejor, descubrió que Copi encerraba un universo). Riguroso y meticuloso como nadie; es decir, obsesivo, Link es sin embargo cultor de una soltura a la hora de dar definiciones sobre sus objetos que tiene la genialidad que sólo permite el desparpajo. Quiero decir: Link sabe de lo que habla porque lee y estudia mucho, pero además es tan brillante que se permite despegarse de los datos y citas que ha atesorado para brindarnos visiones panorámicas sobre la cultura que provocan el vértigo de un lanzamiento espacial. Su obra es ejemplo estelar de lo que Adorno exigía de la crítica: una fantasía exacta.

Link acaba de publicar un libro sobre Copi que catapultará al escritor al Olimpo que le corresponde. Bajo el haz crítico de Link, esta obra compacta y disparatada se despliega en toda su riqueza narrativa y también en toda su envergadura filosófica. Es que Copi nos ha regalado, como nos enseña Link, la visión de lo que puede la imaginación cuando efectivamente toma el poder. 

En momentos en que la estrella de Copi asciende, y su nombre pasa a ser objeto de disputas y atribuciones, no podíamos dejar de entrevistar a su crítico de la guarda, que vela porque el secreto de Copi no pierda su potencia en este instante de peligro. Deléitense con la lengua karateca de Daniel Link.

Este es un libro esperado, madurado y largamente anunciado…

–Sí, es verdad, es un libro que se demoró demasiado: no sé si eso implicará madurez o sencillamente indecisión. Creo que me costaba “cerrar” una lectura de Copi cuando ni sus obras de teatro ni sus novelas circulaban entre nosotros (ésa era la situación cuando empecé con la investigación) porque nadie hubiera podido discutirla. Desde entonces a esta parte, gracias al esfuerzo de Mansalva y, sobre todo, El Cuenco de Plata, la obra de Copi fue traducida y circuló.  Hoy, en 2017, se estrena Eva Perón en el Teatro Nacional Cervantes, una pieza decisiva. Copi hace que Evita se fugue de la muerte. En el lugar del cadáver queda la enfermera y ella marcha suelta por el mundo, donde se encontrará seguramente con Perlongher y, tal vez, con la masa peronista. Para que Evita siga viva, la masa debe comprender que su rostro no es un espejo en el cual mirarse e identificarse, sino una línea de fuga, el lugar de los desmoronamientos….

¿Qué te parece que Copi tiene para decirnos hoy, en este 2017 que nos toca vivir?

–Evidentemente, sus postulados “trans” (transgénero) adquieren un sentido que ya no es meramente contracultural, porque afortunadamente el mundo ha avanzado mucho en términos de reconocimiento de minorías y derechos. De modo que hay que colocar esos postulados en un horizonte más amplio, en el que se juega la suerte de lo viviente en general, y por eso amplifico la noción hacia lo transnacional y lo translingüístico (dos variables que a Copi también le importaban mucho). Lo trans de Copi alude a una necesaria transitividad: que no haya fronteras entre las comunidades, que no haya fronteras entre los géneros, que no haya fronteras entre las lenguas o que todo suceda en una zona de indeterminación. El hiperespacio, al que Copi acude varias veces, está más allá de las irrisorias categorías que la humanidad se dio históricamente para administrar lo viviente. Hoy estamos en condiciones de comprender el alcance de una sublevación contra todos los límites que Copi propuso muy tempranamente.

¿En qué sentido?

–Vivimos un mundo cada vez más administrado, por un lado por un capitalismo que ahora adopta la forma del algoritmo matemático que prevé todos los comportamientos y por el otro por un Estado que no cesa de entrometerse en la vida privada de las personas, con un alcance desconocido incluso en los períodos fascistas de su ejercicio. En ese contexto, resulta difícil (sino imposible) pensar un acontecimiento, es decir, algo del orden de lo imprevisto que rasgue la previsibilidad que funciona como mandato social, y como producción de un común que vaya más allá del horizonte por lo general malévolo de los Estados nacionales. La obra de Copi (si tal cosa existe) es un buen antídoto y un escalón donde hacer pie para demoler todas las certezas e introducir una cuota de juego (y, por lo tanto, de azar) en nuestras vidas.

Quisiera empezar por el título: ¿Qué es la lógica de Copi? ¿Tiene lógica Copi?

–Un amigo y colaborador de Soy, Diego Trerotola, me contó su fastidio cuando buscaba libros de Copi en las librerías de viejo y le ofrecían obra lógica. A todos nos pasó lo mismo, incluso en los buscadores de internet. Decidí que el título de mi libro tenía que aludir de algún modo a esa confusión entre lo que tal vez sea (no lo sé, ni me interesa) un momento alto del positivismo lógico (la obra de Irving Copi) y lo que (de esto estoy seguro) es uno de los más altísimos momentos de la literatura del siglo XX (en cualquier lengua): nuestro Copi. Dicho esto, y más allá del juego del título, diría que siempre hay una lógica (aunque no se trate de la lógica formal): en las piezas teatrales, novelas e historietas de Copi se trata siempre de a) producir el acontecimiento, en contra del sentido común, b) trabajar en relación con un horizonte trans (género, nacional o lingüístico), c) producir nuevas formas de vida y comunidades flotantes e incluso mutantes, es decir: indecidibles y precarias, d) intervenir en espacios cada vez más vastos, desde una playa montevideana hasta la galaxia entera, entendidos como campo de operaciones de una guerra incesante, e) realizar el imaginario. He tratado de explicar algunas de esas operaciones a lo largo de los distintos capítulos, deteniéndome en las herramientas que, creo, usó Copi: el barroco, el desarraigo, el hiperespacio, el canibalismo, el humor y la filosofía.

Al principio del texto armás una serie de constelaciones que después desarmás. Aparecen Fogwill, Aira y Cozarinsky, en un triángulo. Y luego: Lamborghini, Sarduy y Puig, a quienes se suman Lemebel y Bellatín. ¿Cómo situás a Copi en una suerte de sistema literario argentino o latinoamericano? 

–Ninguno de esos nombres necesita del nombre de Copi pero, sin embargo, orbita de un modo diferente si uno incluye a Copi como una estrella necesaria de la constelación que considera. Quiero decir: más allá de las propias declaraciones de Copi, Copi juega un papel en la constelación argentina (y, en particular, en la de los argentinos de París, que constituyen un grupo de acciones estéticas riquísimo), pero juega también un papel en la constelación latinoamericana, aunque allí se lo conozca más bien poco. No sólo por sus princesas incas y sus hermafroditas amazónicas, sino porque el canibalismo que incluye la lógica de Copi se relaciona muy bien con los postulados antropofágicos de los modernistas brasileños y, también, con la antropología caníbal propuesta por Viveiros de Castro.  Copi es un gran escritor. El más grande, tal vez. Yo me propuse tomármelo en serio, es decir, leerlo más allá de los chistes de ocasión y el casi inevitable contraculturalismo. ¡Todo lo que hay en Copi, y todo lo que todavía no hemos sido capaces de leer! Por fortuna, en esta aventura no estoy solo y supongo que aparecerán mil lecturas que agregarán comprensión a una obra extremadamente densa.

¿Por qué no nos hemos tomado hasta ahora a Copi en serio? ¿Él mismo buscó esa apreciación? Me pregunto también por los efectos de esa lectura, por lo que ha obturado.

–Creo que Copi quiso que se lo tomara en serio. Pero lamentablemente, sus tiempos lo condenaron al mundillo contracultural, al sótano de la cultura. No está del todo mal, pero hay que sacarlo de ese lugar incómodo. A nadie se le ocurriría que Beckett es un autor contracultural y sus obras exigen los mejores elencos y los mejores escenarios. Con Copi sucede lo mismo. El problema es siempre la superficie: una superficie brillante y chisporroteante como la que constituye los textos de Copi muchas veces no deja ver lo evidente: esas superficies bruñidas son un ojo en el que el mundo se mira a sí mismo y se ve transfigurado. Copi no quiso ni pudo renunciar a la gracia (en el sentido bíblico: la gracia es lo que viste la humanidad antes de su caída, en el Paraíso). Pero la gracia no equivale a andar por el mundo en bolas para suscitar la carcajada de los otros. La gracia es muy seria porque involucra la transfiguración del mundo.

Una de las figuras clave de Copi ha sido la loca. Una especie en extinción desplazada por los nuevos gays comercializados y “masculinizados”. Sin embargo, en tu texto y en Copi esta figura del pasado es lo que vendrá. ¿Cómo podemos pensar esta tensión? 

–Lo que plantea Copi es una loca, precisamente, desclasificada. Con la crueldad intacta de la loca vil, pero además capaz de sostener una máscara trágica. En Copi la homosexualidad tiene “dificultad de expresarse” y lo gay es un destino del que hay que huir (así en La guerra de los putos como en La torre de la Defense). Nuestra aceptación de parámetros heterosexistas de vida (el matrimonio universal, el crucero gay, y el consumo desenfrenado) son la astucia más ominosa de la Historia: no sólo aceptamos la aniquilación de un deseo disolvente y subversivo, sino que marchamos por ello...

¿Qué es lo que aun hoy podemos, y debemos, aprender de la loca?

–Si algo nos enseña Copi es que no hay adentro ni afuera y que la loca debe ser, necesariamente, borderline. La loca chonga, la loca desesperada, la loca desclasificada y monstra (“seremos monstruos monstruosos” se dice en Cachafaz) nos devuelven a un lugar del que nunca debimos haber salido. El lugar del miedo que deberían sentir los hijos de los heterosexuales, los terrores nocturnos y el deseo, claro. Si el mundo está a punto de acabar (qué digo el mundo: ¡el universo!), ¿para qué preocuparse por las buenas maneras?

La figura de la loca nos remite al teatro de Copi: teatro en el sentido de género dramático, pero también el “teatro” o drama de la loca como posición desde la que se narra y se concibe el mundo.

–El costado barroco (incluso: calderoniano) del teatro de Copi lo lleva a asumir la “escena” no sólo como unidad de composición sino como unidad de comportamiento, es decir como paso de vida. El carácter excesivo y teatral de la escena no regula los comportamientos, sino que los coloca en un plano donde esos comportamientos adquieren un estatuto completamente a-funcional. ¿Por qué me hacés una escenita? Precisamente porque necesito de la mirada atónita de los otros no tanto para conocerme a mí misma (¡eso a quién le importa!) sino para sostenerme como imagen de algo que no soy, que nunca seré y que no quiero ser. La destitución subjetiva, a la que Copi aspira, es ese momento en el que uno deja de ser “yo” y pasa a ser apenas una voz en una escena.  El teatro no es sólo un espectáculo, es él mismo una forma de exponer pensamientos encarnados, es decir: cuerpos atravesados por postulaciones de mundo. La escena es, claro, psicoanalítica, pero es sobre todo antropológica. Antropoloca.

La lógica de Copi (Eterna Cadencia) se presenta el martes 18 de julio a las 19 en el Teatro Cervantes, Libertad 815.